LOS RELATOS sobre la Conquista se han plasmado en distintos soportes, donde la cultura visual y material juega un papel importantísimo en la construcción de esta narrativa. En el mundo sobreviven seis biombos llamados de “la Conquista”. Describen sucesos de forma cronológica basados en textos como el de Verdadera historia de la conquista de la nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. En una cara tienen el acto bélico. La otra cara es la urbe. La ciudad de México trazada de forma perfectamente cuadrangular. Sin ninguna persona, la arquitectura es la reina de la imagen: ordenada, limpia y brillante.
Cuando los criollos ricos pidieron la realización de estos objetos habían pasado ya más de 200 años del suceso. ¿Por qué insistir en hablar de ello? ¿Por qué una cara es la guerra y otra, la ciudad limpia? La alusión es que gracias a la barbarie se implantó el orden.
Estos objetos se mandaron como regalo a Europa, por ejemplo, al rey Carlos II, mientras que en los palacios virreinales permanecían siempre visibles para las visitas. Era un mensaje de los criollos que buscaban relatarse como los herederos de quienes trajeron civilización.
Uno de estos enigmáticos objetos es resguardado por el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México y es una de las estrellas de la exposición “Relatos artísticos de la Conquista”, la cual presenta 82 obras artísticas, entre las que sobresalen extraordinarios ejemplos de pintura, escultura, textiles, lacas, herrería, mobiliario, cerámica, platería, libros antiguos y grabados.
En ellas se aprecian interpretaciones políticas, filosóficas y teológicas sobre este trascendente hecho histórico. La obra principal de la exposición es el “Biombo de la Conquista y vista de la Ciudad de México”, pieza maestra en la que se aprecian pasajes como el encuentro de Cortés y Moctezuma, el sitio de México-Tenochtitlan y la huida de las huestes conquistadoras por la calzada de Tacuba.
En su reverso, el biombo presenta una vista idealizada de la Ciudad de México a fines del siglo XVII.
Abraham Villavicencio, curador de la exposición e investigador del Museo Franz Mayer, hizo una cuidadosa selección de objetos que se convierten en una oportunidad poco común para apreciarse como conjunto. La exposición reúne 67 obras del Museo Franz Mayer con 15 piezas provenientes de instituciones como el Museo Nacional de Historia, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y el Centro de Estudios de Historia de México, Fundación Carlos Slim. También se han sumado préstamos de colecciones particulares, como la Fundación Cultural Daniel Liebsohn, A. C.
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La historia deja rastros materiales en objetos que van persistiendo al tiempo, a veces guardados por las personas que tienen un vínculo emocional, otras por coleccionistas que tienen una pizca de obsesión por algún tipo de objeto y muchas otras, por instituciones que buscan dar cuenta de un relato a través de las piezas que resguardan. Esta exposición da cuenta de que el proceso político-militar de la conformación de Nueva España transformó los lenguajes y las técnicas de la cultura material virreinal, trayendo como resultado procesos de hibridación.
Algunos ejemplos son las plumarias que desde el siglo XVI fascinaron a europeos que rápidamente instruyeron a los amantecas (nombre para quienes ejercían la técnica de plumaria) para realizar imágenes cristianas. Las lacas novohispanas, que durante la época prehispánica decoraban jícaras y calabazas, usando aceites de chía y chicalote como aglutinantes, fueron sustituidos por el aceite de linaza europeo. Las esculturas de caña de maíz fueron una de las técnicas prehispánicas más apreciadas por los europeos al permitir producir tallas ligeras perfectas para ritos eclesiásticos como las procesiones.
Uno de los tipos de objetos que sobresale en esta exposición son los llamados “Villa Alta”, que fueron un tipo de mueble taraceado que se realizó en la sierra zapoteca oaxaqueña que se localiza en Villa Alta de San Ildefonso, antigua alcaldía fundada por indígenas conquistadores (principalmente tlaxcaltecas), muy afamada por su altísima producción de grana cochinilla.
El momento histórico denominado Conquista fue una construcción histórica que realizaron los hispanos para relatarse a sí mismos como los legítimos gobernantes de los territorios del continente americano. Académicos como Federico Navarrete, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, han propuesto que más bien hubo un suceso de guerra que resultó en la caída de México Tenochtitlán en el año 1521 y que, con ello, la disposición a la violencia de los europeos fue lo que hizo que se conformaran como el grupo dominante.
La caída de Tenochtitlán devino de un suceso bélico donde las huestes conquistadoras multitudinarias fueron integradas por unos 950 o 1,000 castellanos y entre 60,000 y 100,000 indígenas.
La exposición da cuenta de este proceso al presentar una serie de obras que remiten a los indígenas conquistadores como los señores tlaxcaltecas, así como el retrato de una india cacique.
Lo anterior da cuenta de los procesos por los cuales nobles indígenas que participaron como aliados a los hispanos buscaron mantener ciertos privilegios en el mundo novohispano para lo que utilizaron la plástica para denotar su posición.
No solo los nobles indígenas buscaron legitimar su poder, también los criollos y españoles al agregar emblemas políticos y religiosos a objetos de uso cotidiano que, además de cumplir funciones útiles al interior de los palacios novohispanos, tuvieron fines simbólicos, tales como la legitimación de linajes familiares y emular el ambiente de la corte.
Mirar esta exposición permite ser conscientes de que todo momento histórico busca legitimarse en la cultura material que deja. Los objetos tienen su propia historia y son un mensaje latente sobre las aspiraciones de quienes los compraron, usaron y portaron. También es una oportunidad para reflexionar sobre lo que se concibe como “Conquista de México”, visibilizando que la historia es un relato que puede modificarse desde el lugar donde se mire.
Esta exposición estará disponible hasta el 9 de enero de 2022 en el Museo Franz Mayer, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Además, está acompañada por un programa académico que puede consultarse en este enlace. N