ACTUALMENTE está en marcha todo un esfuerzo para lograr que la vacuna contra el covid-19 sea distribuida y aplicada en todo el mundo. Sin embargo, parece haber un error en el libro de reglas.
En el momento de escribir este artículo, Estados Unidos, por ejemplo, ha vacunado con éxito a más de 50 por ciento de su población. Sin embargo, docenas de países y territorios no han llegado ni siquiera a 10 por ciento. Muchos ni siquiera tienen el 1 por ciento.
Con cifras como estas estamos todavía muy lejos de ganar la partida. El gobierno de Joe Biden acaba de prometer que compartirá 500 millones de dosis de vacunas con el programa COVAX. Sin embargo, esta cantidad es muy menor si el objetivo es lograr la inmunidad de rebaño para los miles de millones de personas que hay en el mundo. Esto se debe a que, aun cuando las dosis de vacunas se envían a los países en desarrollo, con mucha frecuencia no se aplican.
Sudán del Sur y Malawi han tenido que destruir miles de dosis que expiraron antes de ser administradas. La República Democrática del Congo devolvió una enorme cantidad de dosis (1.3 millones, para ser exactos) que no podía aplicar. Nigeria, el país más poblado de África, tuvo que donar a Togo y Gambia las dosis que no podía administrar. Fuera de África, Guatemala advirtió que el tamaño y el costo del esfuerzo representan grandes problemas.
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¿Y cómo no podrían estar rebasados esos países? Ningún país del mundo en desarrollo había intentado antes vacunar a toda su población. De hecho, mientras leo sobre el difícil esfuerzo de vacunación en todo el mundo en desarrollo, no puedo evitar una sensación de familiaridad. Conozco de primera mano lo frágil que es en realidad la cadena de suministro en muchas partes del mundo en desarrollo.
Durante 20 años, mi empresa ha manejado la logística vital de atención a la salud en África, desde la entrega anual de miles de millones de dosis de medicamentos que salvan vidas, hasta la construcción de infraestructura de última milla. Sospecho que el esfuerzo de vacunación contra el covid-19, especialmente la aplicación de la inmunización a las personas, se topa con muchos de los mismos desafíos que mi empresa tuvo que afrontar en dos esfuerzos recientes de construcción de infraestructura de salud de última milla en África.
El primero de ellos ocurrió en Sudán del Sur hasta 2016, y el segundo fue en Sierra Leona a partir de 2016. Ambos países habían sido arrasados por catástrofes; la incipiente nación de Sudán del Sur había enfrentado una guerra civil devastadora que costó cientos de miles de vidas, y el brote de ébola en Sierra Leona en 2014 produjo enormes dificultades económicas y tuvo un efecto catastrófico entre los empleados de salud de toda África Occidental.
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Ambos países tenían sistemas de salud totalmente desintegrados como resultado del conflicto y la enfermedad. Tengo que imaginar que la devastación del sistema de salud que observé en aquella época existe actualmente en muchos países africanos afectados por el coronavirus. También hay muchos otros desafíos que se deben tomar en consideración.
Al igual que muchos otros países de África, Sierra Leona tiene una infraestructura deficiente en general; la electricidad no llega de manera constante en los grandes centros de población, y con frecuencia no existe en las áreas rurales; los caminos son pésimos y las temporadas de lluvias torrenciales suelen dejar aislada por semanas a gran parte del país. Aún sin calamidades como la guerra civil, el ébola o una pandemia mundial, casi siempre es difícil mantener un sistema amplio de salud en los países en desarrollo.
Es enormemente importante que haya dosis de la vacuna en África, pero este es solo el primer paso. Aún después de entregar cientos de millones de dosis en todo el mundo, estas están en riesgo de perderse en sistemas que muy probablemente están saturados o diezmados debido al coronavirus.
LO QUE DEBE OCURRIR A CONTINUACIÓN
En primer lugar, necesitamos organizarnos. En el ámbito internacional, las grandes cantidades de fondos de ayuda o los ambiciosos programas para compartir dosis no funcionarán si no tenemos organizaciones que supervisen todo el proceso y pongan en marcha sistemas de responsabilidad que puedan detectar e inhibir la corrupción.
En segundo lugar, quienes vivimos en el mundo desarrollado debemos abstenernos de implementar un enfoque estereotipado. Cada país de África enfrenta desafíos únicos desde el punto de vista cultural y de infraestructura, los cuales se deben abordar de manera específica y no genérica.
Para diseñar e implementar estrategias específicas se requieren enfoques de contratación no convencionales. Se requerirá que los expertos en cadenas de suministro trabajen en equipo con los especialistas en salud y de contacto con la población para resolver los distintos desafíos que están presentes en cada país, independientemente de si se trata de la infraestructura básica, de problemas en la cadena de suministro o de la resistencia a vacunarse.
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Si se contrata, se organiza y se planifica adecuadamente, el esfuerzo de vacunación en el mundo en desarrollo podrá tener éxito. Independientemente de lo grande y sin precedentes que es este desafío, pienso que, en pocos meses, la mayoría de los países podrán ver un avance hacia la inmunidad de rebaño gracias a las campañas de vacunación.
Aun así, no debemos olvidar que nunca antes se ha intentado una empresa de esta envergadura en el mundo en desarrollo. Si queremos que salga bien, tenemos que hacerlo bien. N
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Ron Cruse es presidente de Logenix International. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.