PROBABLEMENTE no haya otro sector en el mundo que haya tenido un impacto más devastador por la pandemia de covid-19 que el turismo; y es que es lógico, la pandemia limitó la base de esta actividad: la movilidad internacional y local.
Y es que, a pesar de que ahora empezamos a ver una recuperación en algunos de los destinos turísticos mundiales, es necesario considerar que, solo el año pasado, la llegada de turistas internacionales cayó 74 por ciento a nivel global, con un impacto a la baja de casi el 50 por ciento del PIB del sector. ¿Se imaginan lo que eso ha significado para empresarios, colaboradores, guías de turistas, proveedores y sus familias?
Sin duda ha sido una época desafiante, pero también pausa obligada que nos ha llevado a la reflexión, y aunque suene trillado, más que nunca funciona el dicho de que de toda crisis se desprende siempre una oportunidad.
No olvidemos también que, antes de 2020, el incremento en la llegada de turistas internacionales (más de 1,500 millones en 2019) y el movimiento de turistas en su propio país (calculada en más de 6,000 millones de viajes anuales) empezaban a generar ya una serie de impactos ambientales y sociales que ponían en riesgo la viabilidad del sistema y del turismo como tal.
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Desde lagunas contaminadas, playas erosionadas, población local enfadada con los turistas y cruceristas, conflictos sociales por recursos como el agua o por el aumento en el coste de la vivienda, riqueza en unos y precariedad en otros, el turismo había ya mostrado un lado B que empezaba a potenciarse cada vez más, llegando incluso a manifestarse en la llamada turismofobia.
Para muchos, la pandemia ha sido una oportunidad de revalorar, de repensarse y de redefinirse, y el caso del turismo no debe ser la excepción; si bien es cierto que debemos promover la recuperación pronta del sector, debemos hacerlo con una actitud renovada, diferente, y que nos aleje de ese lado B que ya descubrimos que no nos trae nada bueno ni como habitantes de sitios turísticos, ni como empresas, ni como destinos e incluso como turistas.
En necesario, como ya está sucediendo en diversas iniciativas a nivel global y nacional, ver el turismo con otros lentes, con una visión mucho más empática hacia los recursos naturales y culturales, hacia la gente que nos acoge en sus destinos, hacia los ecosistemas que hacen que la visita tenga esos extraordinarios paisajes terrestres y marinos, hacia las manifestaciones culturales materiales e inmateriales que hacen que, más que unas vacaciones, vivamos experiencias de vida.
Es urgente que las estrategias de recuperación del sector no se midan solamente en el número de turistas; no siempre más es mejor, y así lo hemos visto con destinos turísticos que hoy, después de promover una recuperación demasiada acelerada, están viendo las consecuencias no solo en casos de rebrotes, sino de saturación y de baja calidad de la experiencia turística.
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Volvamos a hacer turismo, por supuesto, el sector lo necesita y nosotros como ciudadanos y turistas también; pero no volvamos a esos círculos viciosos que, en casos extremos, habían acabado ya con algunos destinos turísticos icónicos.
Apostemos, no importa si somos planificadores, promotores, empresarios, gestores de destinos e incluso turistas, por un turismo sustentable, que equilibre la balanza de los beneficios; por un turismo solidario, que nos haga empáticos y distribuya mejor la ganancia de esta noble actividad; por un turismo socialmente responsable, donde las empresas jueguen un rol más activo en la búsqueda del bien común.
Pongámonos, como ya lo hacen quienes se están posicionando como líderes globales en el turismo, los lentes de la regeneración, de la economía circular, de la restauración de ecosistemas, de la valoración de recursos y servicios ecosistémicos, de la lucha contra el cambio climático y la adaptación a sus impactos, de la inclusión y la diversidad.
Estoy convencido de que, de hacerlo, los más beneficiados seremos nosotros mismos al tener mejores destinos para vivir y para visitar hoy y en el futuro. N
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Vicente Ferreyra Acosta es fundador y director de Sustentur y presidente del Comité Organizador del Sustainable & Social Tourism Summit. Es reconocido como uno de los líderes en turismo sustentable a nivel global. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.