ANA, DE 45 años, procede de Cuba. Tras dos años de periplo por diferentes países sudamericanos, sobrevivió a la frontera entre Colombia y Panamá. El abuso sexual fue la cuota que debió pagar por salvar la vida.
“Entramos por un caminito y vimos personas con pistolas”, narró Ana a Médicos Sin Fronteras (MSF), cuando esta organización médico humanitaria la recibió en México. En su testimonio explica lo que vivió cuando atravesó la selva de Darién, una zona pantanosa ubicada en el límite entre Panamá y Colombia que ha funcionado históricamente como una barrera natural entre América Central y América del Sur.
“Empezaron a registrar a los hombres primero. Iban tirando nuestras cosas loma arriba, zapatos, dinero, teléfonos. Loma arriba había otro grupo de hombres, con pistolas. Empezaron a pasar a las mujeres y a registrarlas. A algunas no las revisaban, sino que las pasaban arriba directamente y las violaban. A algunas las violaban delante de todo el mundo, sin que pudiéramos hacer nada. Incluso a mí también…me… abusaron de mí también. Esa parte es muy difícil porque hay muchas cosas, (…), mataron a personas, gente inocente delante de uno, desangrándose ahí delante de uno, sin poder hacer nada, sin poder ayudar”, contó Ana.
Raúl López, coordinador de terreno de MSF, explica que el sufrimiento de los pacientes es consecuencia de la travesía de semanas o meses de camino, a través de un camino pantanoso y difícil de cruzar por la violencia, robos, de agresiones sexuales y asaltos.
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De enero a mayo, Panamá ha registrado la llegada de 15,000 personas que llegaron desde Colombia a través de la selva del Darién. De acuerdo con el Servicio Nacional de Migración panameño, la mayoría son migrantes procedentes de Haití y Cuba, a los que se suman ciudadanos de diferentes países africanos francófonos, pakistaníes y yemeníes.
“Una de las cuestiones que más nos preocupa e indigna es que muchas de las mujeres que atendemos nos informan que han sido abusadas sexualmente en el camino”, lanzó López.
En los primeros 15 días de asistencia médica en Bajo Chiquito, MSF atendió 12 casos de violencia sexual reciente. “El primer día de nuestra intervención atendimos 5 casos. Nuestros equipos con años de experiencia en la ruta de migrantes a su paso por México no habían visto nunca tal cantidad de casos en un solo día”, comentó el vocero de la organización.
Adultos, familias con niños y mujeres embarazadas en avanzado estado de gestación han sido atendido por la organización médico-humanitaria, en la zona del Darién. Son 3,390 consultas médicas que presentan patologías relacionadas con afectaciones cutáneas y laceraciones en las extremidades, así como deshidratación y diarrea. Los niños suelen presentar fiebre, diarrea y desnutrición
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“De ahí que llamemos a las autoridades responsables, colombianas y panameñas, a que garanticen la protección de los que están en tránsito por sus países; que se alivie a una población expuesta de un mayor sufrimiento, de más agresiones, abuso y violencia”, advirtió López, vía comunicado de prensa.
MSF inició sus actividades en la comunidad de Bajo Chiquito y en las ERM de San Vicente y Lajas Blancas el mes pasado, después de comprobar no solo el aumento en el número de migrantes llegados al país, sino también las necesidades médicas y de salud mental existentes.
El equipo de la organización está compuesto por médicos, enfermeras, psicólogos y logistas, que además de ofrecer servicios médicos y de salud mental, también realizan mejoras en las infraestructuras de salud, y asesoramiento en materia de agua y saneamiento.
“Es una ruta muy dura, tanto por el paraje a atravesar como por la duración del camino de entre 5 y 10 días, dependiendo de la estación seca o lluviosa. Nuestros pacientes también han visto migrantes que no han podido seguir avanzando por extenuación o ahogados por la crecida de los ríos”, explica López
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“Trabajamos con gente en tránsito desde hace ya muchos años y hemos sido testigos de cómo las fronteras, muros y trabas administrativas impactan de forma negativa en los migrantes y cómo se los expone a redes de tráfico que los violan y explotan. Los migrantes deberían poder transitar entre Colombia y Panamá por rutas seguras, establecidas por las autoridades. Nadie debería afrontar lo que afrontan nuestros pacientes solo por pretender migrar. Migrar no es un delito”, subrayó López. N