EL 26 de abril de 1986, a las 01:23 horas, el reactor número 4 de Chernóbil, situado a un centenar de kilómetros de Kiev, explotó durante una prueba de seguridad.
La explosión propagó una nube radioactiva en gran parte de lo que fue la Unión Soviética y que ahora son los territorios de Belarús, Ucrania y la Federación de Rusia; casi 8.4 millones de personas en los tres países fueron expuestas a la radiación.
En 2006, la organización internacional Greenpeace estimó en unos 100,000 el número de muertos provocados por los efectos radiactivos de la catástrofe nuclear.
Durante diez días, el combustible nuclear ardió y liberó a la atmósfera elementos radioactivos que contaminaron, según algunas estimaciones, hasta tres cuartas partes de Europa.
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Las autoridades de la URSS intentaron esconder este accidente. El líder soviético Mijaíl Gorbachov no habló públicamente hasta el 14 de mayo.
Según documentos de archivo publicados el lunes por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), en 1982 y 1984 se produjeron al menos tres averías en la central de Chernóbil, pero las autoridades soviéticas las mantuvieron en secreto.
Tanto la central de Chernóbil como las de Leningrado y Kursk (Rusia), todas ellas con el mismo tipo de reactores, “son las más peligrosas en cuanto a su funcionamiento, lo que puede tener consecuencias amenazantes”, según un documento del KGB de 1983 publicado por el SBU.
Unas 116.000 personas fueron evacuadas en 1986 de los alrededores de la central, que actualmente siguen prácticamente inhabitados. En los años posteriores, 230.000 siguieron sus pasos.
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El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, pidió el lunes a la comunidad internacional que colabore para garantizar la seguridad nuclear y evitar que se repita el desastre de Chernóbil, en el 35º aniversario del peor accidente nuclear de la historia.
“La explosión en la central de Chernóbil y sus consecuencias transformaron el mundo”, declaró el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, durante una visita a la zona de exclusión de la central, de un radio de 30 kilómetros.
“Nuestra tarea es convertir la zona de exclusión en una zona de renacimiento” y “hacer todo lo posible para reforzar la seguridad nuclear” con el fin de “evitar catástrofes similares en el futuro”, añadió el jefe de Estado.
Durante cuatro años, unas 600,000 personas, los llamados “liquidadores”, se desplegaron en el lugar de la catástrofe con escasa o ninguna protección para sofocar el incendio, aislar el reactor con una cubierta de hormigón y limpiar los alrededores.
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El balance de víctimas de la catástrofe sigue siendo objeto de debate. El comité científico de la ONU (Unscear) solo reconoce oficialmente una treintena de muertos entre los operarios y los bomberos que fallecieron por la radiación después de la explosión.
La central de Chernóbil mantuvo su producción de electricidad hasta diciembre del año 2000, cuando la presión de los occidentales logró apagar su último reactor operativo.
Tras años de dilación, en 2016 se instaló una gigantes bóveda de acero estanca encima del reactor accidentado, que entró en servicio en 2019.
Aunque las autoridades estiman que los humanos no podrán vivir allí de forma segura hasta dentro de 24,000 años, el lugar atrae cada vez a más turistas ávidos de emociones.
Kiev quiere inscribirlo en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO para “preservarlo y permitir que las generaciones futuras lo vean con sus propios ojos”, dijo el lunes el ministro de Cultura, Oleksander Tkachenko.
El 8 de diciembre de 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que designaba el 26 de abril como el “Día Internacional de Recordación del Desastre de Chernóbil”.
En su resolución, la Asamblea General reconoció que, incluso 30 años después, “las consecuencias a largo plazo persisten y las comunidades y los territorios afectados todavía tienen demandas en relación a este problema” e invitó a “todos los Estados Miembros, los organismos competentes del sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, así como a la sociedad civil, a que celebren el día”.
De acuerdo con el Foro de la Industria Española, “El accidente de Chernóbil fue una combinación de un mal diseño de la central nuclear, que además no disponía de un recinto de contención, junto con los errores producidos por los operadores de la misma”.
La falta de una “cultura de seguridad”, consecuencia a su vez de la falta de un régimen político y social democrático en la Unión Soviética, está en la raíz del accidente de Chernóbil, señala el organismo.
Además, señala que “La Unión Soviética no tenía un sistema independiente de inspección y evaluación de la seguridad de las instalaciones nucleares, es decir, un organismo regulador, como en los países occidentales”.
De acuerdo con el informe de la Organización Mundial de la Salud “Chernóbil, la verdadera escala del accidente” realizado a mediados de 2005, la contaminación provocada por el accidente había causado hasta ese momento alrededor de 4,000 casos de cáncer de tiroides, principalmente en personas que eran niños o adolescentes en el momento del accidente. N