Si usted ha viajado en el transporte público de Aguascalientes, se dará cuenta de que es un problema, el cual no se ha solucionado ni con la reducción de la movilidad a causa de la pandemia. Los camiones son insuficientes, ya que tardan hasta 40 minutos en pasar y cuando por fin aparecen van muy llenos, por lo que en algunas ocasiones ni siquiera parada hacen y hay que esperar hasta que llegue el siguiente. Al problema de la falta de camiones, se le debe añadir el tráfico en horas pico, especialmente en primer y segundo anillo, así como en el tercer anillo, a la altura de haciendas.
Se sorprendería si le digo que Aguascalientes no tendría estos problemas si fuera una cuidad inteligente, pero ¿qué es esto de una ciudad inteligente? Son aquellas localidades que, mediante el uso de la tecnología, proporcionan servicios tradicionales y resuelven cuestiones urbanas. Una ciudad puede gestionar la tecnología para mejorar la vida de las personas y tener beneficios como ahorrar costos, contribuir a mejorar el medio ambiente, optimizar los espacios públicos y en general, mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
A nivel mundial se calcula que para el 2050, siete de cada 10 personas vivirá en zonas urbanas, por lo que los problemas de seguridad, movilidad, contaminación y desigualdad incrementarán. Por ello, la implementación de tecnologías como el internet de las cosas, el big data y las aplicaciones móviles pueden representar una estrategia para promover un desarrollo sostenible y fomentar la calidad social de sus habitantes.
En otros lugares ya se han implementado, menciono algunos casos. En Singapur, se han instalado sensores en más de 62 mil casas, edificios y estacionamientos públicos, con los que se detectan problemas como baches y fallas en las líneas de autobuses. Esto puede ayudar en nuestra ciudad, justo para que, cuando el transporte se tarde, pueda avisar a los usuarios y aprovechen el tiempo de llegada. Estos mismos sensores ayudan en la gestión del tráfico vehicular, por lo que su implementación solucionaría el tráfico que hay en la ciudad, al mismo tiempo que reduciría las emisiones contaminantes y el ruido. Esto tiene incidencia en la misma economía de la ciudad, ya que, si se ahorra tiempo en los traslados, también se ahorra dinero.
Otro caso de una ciudad inteligente es el de Santander, España. Ahí se encuentran 20 mil dispositivos instalados para informar del estado que guardan los servicios como la recolección de basura, el abastecimiento de agua y el alumbrado público. Específicamente, para la gestión del agua cuentan con módulos de telelectura para facturación del consumo, sensores de calidad del agua como el ph, así como sensores de presión para la gestión del servicio. Imaginemos lo que ocurriría con un servicio así que se logre implementar en la ciudad.
En cuanto al tema energético, en Copenhague, se han instalado luminarias en las calles, que logran detectar la necesidad de la luz conforme a los horarios y éstas se atenúan o iluminan automáticamente, con lo que se logran reducir costos, accidentes de tráfico e incluso delitos. En el caso de la seguridad, con la instalación de cámaras que permiten la identificación de las placas de los vehículos ha ayudado para combatir el robo de autos, detectar delitos en flagrancia e identificar automóviles que han participado en delitos o se encuentran inmersos en seguimientos judiciales.
Como vemos, la tecnología permite avanzar para resolver las principales cuestiones que más le interesan a la gente. Además, permite mejorar la eficiencia de las políticas que los gobiernos implementen y maximizar la inclusión social. Ojalá que todos los gobiernos lo entendieran.
Arturo Ávila Anaya, experto en Seguridad Nacional por Harvard (NIS).
@ArturoAvila_mx