EL TRABAJO remoto y el uso de nuevas tecnologías han creado oportunidades laborales para los empleados dentro del espectro autista que antes tenían dificultades para prosperar en entornos laborales tradicionales. Sin embargo, la pandemia sigue impactando los esfuerzos de las empresas por implementar nuevos modelos de inclusión laboral, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Este jueves 8 de abril, el organismo internacional aborda estos problemas en un evento virtual que incluye paneles de discusión moderados con personas en el espectro que han experimentado los desafíos de la pandemia y han encontrado nuevas oportunidades en el mercado laboral.
El foro “Inclusión en el lugar de trabajo: desafíos y oportunidades en un mundo pospandémico” se realiza en coordinación con la Fundación Specialisterne, una iniciativa social danesa que ofrece formación y empleo a adultos con trastornos del espectro autista (TEA) en el sector de las tecnologías de la información.
En Estados Unidos se estima que un millón de adultos dentro del espectro necesitan oportunidades laborales, por lo que las organizaciones civiles empujan la creación de “empleo significativo y satisfactorio”, según se lee en la página que las Naciones Unidas tiene habilitada sobre el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo de 2021, que se conmemora el 2 de abril.
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“Las personas con autismo se han enfrentado durante mucho tiempo a las desigualdades que se han visto agravadas por la pandemia. Es un problema aumentado por las prácticas de contratación discriminatorias reconocidas desde hace mucho tiempo y los entornos laborales que presentan obstáculos importantes para las personas con autismo. Eso contribuye al desempleo y al subempleo severo de una gran mayoría de adultos en el espectro autista”, anota la ONU.
De acuerdo con ese organismo, algunos empleadores han lanzado recientemente programas de empleo inclusivo que consisten en adaptar sus procesos laborales para poder contratar a personas dentro del espectro y afecciones relacionadas, como trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y trastorno obsesivo compulsivo (TOC), entre otros, a quienes las áreas de recursos humanos comienzan a referirse como personas “neurodivergentes”.
“Con base en la experiencia obtenida de estos programas y motivados por el deseo de ser socialmente responsables y de obtener una ventaja competitiva al beneficiarse de las habilidades de talento más diverso, un número creciente de empleadores están creando modelos para hacer el lugar de trabajo y las prácticas de contratación más inclusivas en general”, advierte la ONU.
DESMONTANDO MITOS
Contrario a los mitos que existen sobre esta condición de vida, las personas dentro del espectro autista están lejos de ser personas solitarias que no hablan. Aisladas en un rincón.
Vivir dentro del espectro no es una enfermedad, sino “una condición clasificada dentro de los trastornos del neurodesarrollo”, según se lee en el sitio mexicano de neuropsicología infantil “Cerebrásticos”. Se anota que los síntomas son variables, por lo que “no hay dos personas con TEA iguales”.
Las nuevas generaciones de especialistas empujan el cambio de narrativa para referirse a “neurodiversidad”, en oposición a términos que se usaban, hace décadas, como “retraso mental” o personas con bajo coeficiente intelectual (CI). También evitan generalizaciones respecto a que son “superinteligentes” en referencia a que científicos como Albert Einstein podrían haber vivido dentro del espectro por haber presentado características del Síndrome de Asperger.
Los expertos ya no manejan de manera diferenciada “autismo” y Asperger, como antes se hacía, por ello se hace referencia a un espectro dentro del que caben condiciones muy variadas cuya principal característica son “las dificultades en la comunicación e interacción social, así como patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades”, explica Cerebrásticos.
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Se calcula que, en el mundo, 1 por ciento de la población vive dentro del espectro. Para el caso de México, eso significa que 1 de cada 115 niños nacerán con una condición relacionada con estos trastornos.
Daniela Araya, fonoaudióloga del Centro Integral de Desarrollo, Audición y Lenguaje (Cidecal), en Chile, explica que las personas diagnosticadas dentro del espectro pueden presentar distintas comorbilidades, pero no necesariamente discapacidad intelectual. También existen personas que están por encima de la norma respecto al coeficiente.
“Es un espectro. Vas a encontrar personas con discapacidad intelectual, otras con CI normal y otras, muy elevado. Es variable, pero no quiere decir que TEA vaya de la mano con discapacidad intelectual”, comenta Araya.
Su diagnóstico se puede presentar en cualquier etapa de la vida y conlleva un proceso terapéutico que también implica el acompañamiento a la familia. Conlleva distintas especialidades para entender cómo perciben el mundo las personas diagnosticadas dentro del espectro y así determinar qué herramientas necesitan para desarrollar habilidades cognitivas, expresivas, de lenguaje, comunicación y fonoaudiología, además de estrategias de integración sensorial, conducta y habilidades sociales. Algunos casos también pueden implicar la intervención de médicos neurólogos y psiquiatras.
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Hay grados de independencia y funcionalidad, dice Anaya. “Se pueden determinar los niveles de ayuda que deben recibir. Qué tanta ayuda necesitan. Ayuda total, es decir, es totalmente dependiente o ayuda parcial, ya que consiguen hacer muchas cosas por sí solos”, explica.
Respecto al mito de que las personas con condición autística no hablan, Anaya explica que hay distintas maneras de comunicación y “una amplia gama de perfiles lingüísticos”.
Esto sumado a que en la actualidad existen diferentes tecnologías que aumentan su comunicación o, en caso de que no tengan lenguaje oral, es posible reemplazarlo con otras herramientas comunicativas como pictogramas y diferentes aplicaciones para teléfonos inteligentes. N