“Detrás de cada mujer existe una historia que la convierte en guerrera”. –Anónimo
Desde que era niña, ese uniforme camuflado del Ejército Mexicano tenía un significado especial para Erika Nayeli López Nuño. Las personas que lo portaban -en su mayoría hombres- le transmitían admiración y respeto.
Con el paso de los años, Erika vivió las primeras etapas de su vida como cualquier otra mujer, logrando incluso titularse como licenciada en Mercadotecnia. Sin embargo, aquel sueño que tuvo desde niña, permanecía ahí y ella sabía que era momento de dejarlo todo por conseguirlo.
Fue así, que hace cinco años, decidió dejar todo atrás y arriesgarse a la aventura de lo que siempre anheló.
“Lo que más me motivó fue el sentido de pertenencia a una institución tan importante como lo es la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y la superación personal, a mí desde pequeña me llamaba la atención portar un uniforme tan importante como lo es el que porto ahora”.
Vencer los estereotipos y las perspectivas de sus seres queridos no fue sencillo, pero eso fue al mismo tiempo la fortaleza para convertirse en la primera mujer soldado de la familia.
“Al principio estaban un poco renuentes y no querían que entrara aquí, por aquello de la seguridad, pero a mí siempre me ha llamado mucho la atención, entonces poco a poco fueron aceptando y asimilando mi profesión, no tengo a ningún familiar en el Ejército, soy la única soldado de mi familia
La rutina de un soldado inicia a las 5 de la mañana, y en el transcurso del día se combinan las actividades laborales, acondicionamiento físico, manejo de armas y recreación, lo que demanda destreza y fortaleza física y mental.
“Nosotros estamos despiertos desde las 5 de la mañana, nuestro pase de lista de todos los días es a las 7:30, ahí hacemos honores al lábaro patrio, de ahí cada quien se va al área en la que trabaje, y por la tarde realizamos la rutina de ejercicio y más tarde, los que están en servicio continúan con su rutina de trabajo y al día siguiente es básicamente lo mismo”.
Erika se desempeña como auxiliar oficinista en la XIV Zona Militar, en donde actualmente hay 35 mujeres en las filas de las fuerzas armadas.
Aunque en un inicio, la cifra de mujeres en la milicia era baja, con el paso de los años ha ido en aumento.
“Al principio sí estás un poquito con el miedo de que es una institución donde anteriormente se manejaba con puro personal masculino, pero actualmente somos bastantes mujeres dentro del medio y esta institución se basa en la igualdad y equidad de género, entonces no hay distinción entre hombres y mujeres, y nos tratamos bien”, comentó.
Incluso, cada vez es más común que mujeres lleguen a ocupar algún cargo de primer nivel dentro de las fuerzas armadas, lo que ahora es el siguiente objetivo para Erika.
“Mi objetivo es seguir aprendiendo, ya que cada día se aprende algo nuevo y ascender hasta donde se pueda y llegar a ser, si se puede, hasta jefe”.
Aunque las actividades y rubros del Ejército son diversas, las que suele disfrutar más son las que tienen que ver con el apoyo de los sectores vulnerables, ya que eso permite que la población conozca el lado más humano de quienes portan el uniforme camuflado, comentó.
“Todos los días es gratificante trabajar en el Ejército Mexicano ya que lo que busca es apoyar a la población, siempre hay alguna manera en la que podemos colaborar con la población y eso es lo más gratificante de este trabajo”.
Aunque aún es joven, Erika no descarta la posibilidad de conformar una familia en el futuro, deseando poder transmitir los valores como el respeto, la solidaridad y la honestidad, que con orgullo desempeñan dentro del Ejército Mexicano.
“Me gustaría heredarles los valores como la honestidad y el respeto, que sean personas de bien, que siempre busquen apoyar a la población, a la gente, porque es muy gratificante que nosotros como personas civiles podamos apoyarles con nuestro trabajo, eso me gustaría enseñarles a mis hijos”, concluyó.