HACE 30 años una adolescente fue asesinada, mutilada y quemada para después ser abandonada en un terreno baldío. Su familia se internó en un duelo donde la fe y las culpabilidades los inundaron hasta hacerlos tomar caminos distintos que los llevaron al desapego de los lazos familiares. Esta es la reciente entrega de la escritora argentina Claudia Piñeiro en su novela Catedrales (Alfaguara).
La búsqueda de la verdad y descubrir quién asesinó y violentó tan cruelmente a Ana llevó a cada integrante de la familia a refugiarse en su propia catedral, donde el fanatismo y el ateísmo llevan al lector a preguntarse sobre su propia fe, de dónde viene y qué significado tendría si alguno de los lectores se encontrara en una situación similar.
En un recorrido por las catedrales más bellas de Europa, Piñeiro transporta a los lectores a la legendaria catedral de Santiago de Compostela, en la provincia de La Coruña, en Galicia, España, en la que evoca, a manera de homenaje, el cuento Catedral de Raymond Carver como una referencia para descubrir el significado y la construcción que cada persona tiene acerca de sus creencias y su fe.
“Más allá de todo esto creo que Catedral es una metáfora y está muy bien explicada en una cita que hago de Borges: ‘Para qué seguir admirando obras tan antiguas, que cada hombre construya su propia catedral’. Entonces, de lo que habla la novela es de saber cuál es la propia catedral —más allá de las religiones—, que es la que nos sostiene y la que nos da fuerzas para seguir adelante con la vida”, cuenta la escritora Claudia Piñeiro en entrevista con Newsweek México.
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Aunque Catedrales en una novela que se inicia con el asesinato de una mujer joven, Piñeiro también arranca con una dura introspección sobre la fe religiosa y la no fe de los ateos que, de acuerdo con la escritora, muchas veces se habla del respeto a la fe de las religiones, pero el ateo queda visto como alguien “con alguna falla”. Y es parte de los temas que la novela también plantea.
Además de hablar de su reciente novela, en esta conversación la autora argentina toca temas como el feminismo, la violencia de género en la pandemia y el significado de una ley que fortalece el derecho de las mujeres a decidir por un aborto legal, seguro y gratuito.
—¿En Catedrales, la desgracia de una familia hace que los integrantes replanteen el sentido de su fe y el fanatismo que algunos profesan?
—La novela trabaja sobre el absoluto de considerar que, porque uno tiene una determinada fe religiosa, tiene que imponer esa fe a los demás, que es lo que lleva al fanatismo. A veces lo veremos en religiones que nos son muy lejanas y no vemos los fanatismos que tenemos cerca de las religiones que conocemos.
“Por ejemplo, en Argentina hemos visto grupos de católicos que van a un hospital donde hay una niña de 11 años que fue violada y está queriendo hacerse un aborto terapéutico, un tipo de aborto que ya estaba permitido en la Argentina, y este grupo de católicos se interponen sobre la camilla para que la camilla no llegue al quirófano. Eso es fanatismo religioso y es querer imponer tus propias normas a otra persona”.
—¿A quién le dedicas la novela?
—El libro está dedicado a quienes construyen su propia catedral sin Dios, que se han puesto a pensar más allá de la religión que tengan y sepan cuál es su propia catedral. Qué es lo que los sostiene en la vida, entonces hay una referencia concreta para esas personas.
“En gran medida, en esta novela me han aparecido padres y madres que buscan la verdad sobre la muerte y desaparición de sus hijos que sabemos, lamentablemente, en mi país y en toda Latinoamérica es una situación presente. Padres que pasan años y la justicia no logra decirles qué pasó con sus hijos, quién los mató y dónde están sus cuerpos, según sea el caso”.
ASESINADAS EN ARGENTINA
Claudia Piñeiro relata que, hace 30 años, en Argentina, sucedió un caso semejante al de su personaje en la novela, donde un padre continúa luchando por saber qué pasó con su hija tras 30 años sin saber de ella. Y aunque este hecho no tiene nada que ver con su obra, destaca que en la realidad los familiares de personas desaparecidas se hallan en una incansable búsqueda de la verdad.
—¿Consideras que en la pandemia las agresiones a las mujeres fueron en aumento?
—No es lo que yo considero, sino que son los hechos reales, por lo menos en Argentina, lo que va de 2021 hubo una muerte de mujer por cada 20 horas. En años anteriores era cada 24 horas o un poco más de 24 horas, pero este año es algo realmente increíble, incomprensible, intolerable. ¡Una mujer cada 20 horas muere en la Argentina por violencia de género!
“No ha mejorado. La situación de encierro ha complicado las cosas porque muchas mujeres están cerca de quien hace la violencia. Están encerradas con quienes ejercen la violencia sobre ellas con pocas posibilidades de hacer denuncias. El Estado debe poner límites para que no cometan estos actos de violencia”.
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—Las mujeres en Argentina también iniciaron 2021 con una nueva ley, ¿qué significó para ustedes?
—El año 2020 fue un año tremendo para todo el mundo. Nosotras habíamos arrancado con la esperanza de que este [año] arrancaba con la aprobación de la ley de aborto seguro, libre y gratuito, primero porque había muchos años de lucha de las mujeres por esta campaña que vienen luchando por más de 15 años. Fuimos muy respetuosas de los tiempos que fueron marcando en la pandemia.
“Fue emocionante terminar un 2020 con una lucha concretada y un objetivo concluido, y con la perspectiva de lo que esto va a mejorar la vida de las mujeres en Argentina y cuánto esto va a derramar para la región. Se toman ideas, se apoyan luchas de un país a otro, se repiten ideas, entonces me parece que fue trascendente no solo para nosotras, sino para lo que va a continuar de ahora en marzo”.
—¿Cómo te imaginas este #8M con pandemia?
—En Argentina, para el #8M, estamos en mejores condiciones que otros países porque es verano y porque tenemos menos casos que en otros momentos. De todos modos, nosotros seguimos con distancia social, el barbijo [en Argentina así se le conoce al cubrebocas] y con un montón de cuidados.
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“Si las mujeres salimos a la calle, porque ya hay convocatorias, va a ser con un montón de cuidados. Nosotros tenemos un antecedente de salir en diciembre donde la pandemia estaba todavía peor —que en este momento—, cuando se sancionó la ley de aborto legal seguro y gratuito, lo hicimos con cuidado, con respeto y con protocolo, pero era necesario estar en la calle porque esa ley no terminaba de salir sin la presencia de las mujeres. Era un punto fundamental y teníamos que hacerlo.
“En este #8M, en este momento de la Argentina, te podría decir que hay una situación de enojo con la situación de violencia en contra de las mujeres que en este momento yo no tengo duda que hará que en el #8M haya muchas mujeres en la calle”.
—La responsabilidad de hacerse cargo de los propios errores, ¿un aprendizaje en Catedrales?
—Creo que la novela, por lo que le pasó a Ana, quizás es que cada uno se haga responsable de su cuota de participación en este hecho. Está claro que cada uno de los personajes tiene que contar su parte de la historia para entender qué responsabilidad tiene cada uno en el asunto.
“Como sociedad, a veces armonizamos una situación en la que suceden estas cosas, pero cada sociedad hace pequeñas cosas donde determinados crímenes son aceptados o son tolerados. Suceden y no pasa nada, entonces, me parece un poco el elegir que haya seis voces en la novela, lo que implica es pararse en los distintos puntos de vista y preguntarse qué puedo hacer yo para modificar esto”. N