EN 2020, los gobiernos del mundo actuaron a una escala y velocidad impresionantes para movilizar recursos en respuesta al COVID-19. En abril habían asignado colectivamente 9 billones de dólares para amortiguar los impactos económicos de la pandemia. Solo en México se pusieron 80,000 millones sobre la mesa.
Como ilustran estas sumas deslumbrantes (y refuerzan las asociadas con el desplome bancario de 2008), hacer frente a una crisis es muy costoso, tanto en términos económicos como en relación con los impactos sociales. Por lo tanto, donde sea previsible una crisis, como en el caso del cambio climático y la creciente pérdida de biodiversidad, las sociedades deberían invertir en medidas preventivas.
La ciencia nos muestra que los impactos de la humanidad en el planeta se están intensificando y las tendencias ambientales van en la dirección equivocada. En respuesta, ha habido llamamientos para intervenciones sistémicas de destacados organismos internacionales, incluido el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).
Estas agencias recomiendan una transición rápida hacia una economía baja en carbono, con pocos recursos y que restaure la naturaleza. Están promoviendo la necesidad de una reforma fundamental de nuestros sistemas económicos, para que la igualdad, el medioambiente y el bienestar sean fundamentales para el funcionamiento de nuestras economías. Es una agenda que ha sido respaldada por actores principales como el Foro Económico Mundial, el Financial Times y The Economist.
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Numerosos informes, ideas y propuestas justifican los cambios necesarios. Lo que ha faltado es una mejor comprensión de cómo se puede poner en marcha el cambio sistémico y, dada la urgencia y la interdependencia del problema, cómo el Reino Unido puede apoyar eficazmente una transformación fundamental de su sistema económico hacia una economía resiliente.
El presente informe es un intento de llenar este vacío. Los siguientes capítulos (y la investigación que los sustenta) se centran en el papel del gobierno y las políticas en la realización del cambio sistémico. Describimos dónde deben hacer hincapié los responsables de la formulación de políticas públicas para transformar los sistemas económicos y financieros del mundo de la manera más eficaz para mitigar futuras crisis ambientales.
El informe propone un conjunto de políticas que los gobiernos podrían implementar para amplificar el impacto y garantizar un cambio sistémico a largo plazo, tanto para su economía nacional como a escala internacional. No hay “Se requerirá solución mágica” a las múltiples crisis que enfrentamos, y muchos cambios, que involucra a gobiernos, inversores, empresas y el público en general —por lo que el esquema de paquete de políticas es un proyecto de producir un cambio sistémico en el contexto de la política actual—. Debe considerarse como una base de debate para demostrar la escala, la naturaleza y las interrelaciones de los cambios necesarios.
La primera parte de nuestro informe ofrece un resumen de casi 300 propuestas transformadoras divididas en estas cuatro categorías. Cada propuesta tiene el potencial de abordar las causas socioeconómicas fundamentales de las crisis actuales a través de cambios de política que tienen un impacto transformador y transversal.
CRITERIOS PARA POLÍTICAS PROMETEDORAS
Sobre la base de esta lista completa de propuestas, establecemos tres criterios clave para identificar las políticas más prometedoras:
1. Relevancia. Su relevancia y actualidad en el contexto del Reino Unido.
2. Idoneidad de COVID-19. La medida en que podrían apoyar una recuperación económica sostenible de COVID-19.
3. Potencial transformador. El impacto que tienen en impulsar un cambio sistémico a largo plazo.
Utilizando este análisis y los aportes de expertos en políticas, academia y negocios, proponemos un paquete de ocho áreas de reforma que se apoyan mutuamente en la segunda parte del informe. Estas políticas ayudarían a acelerar significativamente la transición hacia una economía resiliente a escala internacional:
1. Un presupuesto de bienestar que redefine lo que valoramos en nuestra economía y, en consecuencia, asigna una mayor proporción de recursos públicos y privados hacia resultados ambientalmente sostenibles y socialmente beneficiosos.
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2. Un conjunto modernizado de reglas fiscales gubernamentales que aseguren la disponibilidad de recursos suficientes para complementar el presupuesto de bienestar. Esto permitirá al gobierno del Reino Unido solicitar más préstamos a las bajas tasas de interés actuales e invertir en los sectores con bajas emisiones de carbono y eficientes en el uso de recursos que sostendrán el desarrollo económico del país durante las próximas décadas.
3. Mayor respaldo para redirigir el dinero para ayudar a financiar la transición verde, a través de una nueva autoridad nacional de inversiones. Esto jugará un papel activo en el mercado mediante la inversión de recursos públicos en misiones o resultados específicos (como alcanzar el objetivo cero neto del Reino Unido).
4. A nivel financiero, este cambio en las inversiones se acelera mediante evaluaciones obligatorias de riesgo financiero y su divulgación para los bancos privados que integran riesgos ambientales no tradicionales en sus marcos contables y de evaluación de riesgos.
5. La divulgación de estos riesgos también es una condición previa para la orientación del crédito verde. Al tener en cuenta los riesgos climáticos y ecológicos en sus compras de activos y marcos de garantías, los bancos centrales ayudarán a trasladar las inversiones de actividades nocivas a sectores ecológicos.
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6. Un impuesto al valor de la tierra para generar una nueva fuente de financiamiento de inversiones y generación de recursos para apoyar los hogares de bajos ingresos. Esta política tendrá efectos insignificantes en la actividad económica, pero ayudará a corregir las desigualdades de riqueza y poder. Sus impuestos aumentan el valor de la tierra al mismo tiempo que aumentan la eficiencia del uso de la tierra en las zonas rurales, y reducirán el sellado del suelo y la fragmentación del paisaje.
7. Ingresos fiscales adicionales por topes de recursos. Estos aseguran que los aumentos en la eficiencia de los recursos se traduzcan en una reducción absoluta en lugar de relativa en el uso de los recursos. Al hacerlo, ayudan a controlar la pérdida de biodiversidad y garantizan que los ecosistemas puedan recuperarse naturalmente a un estado más sostenible.
8. Impuestos ambientales fronterizos que ponen un precio más alto a las importaciones de bienes ambientalmente nocivos. Estos garantizarán que la economía nacional sea competitiva, al mismo tiempo que reducirán las emisiones de carbono y protegerán la biodiversidad.
POLÍTICAS QUE SE APOYAN MUTUAMENTE
Para cada una de estas políticas, identificamos varias coaliciones de partes interesadas existentes y las próximas oportunidades políticas en las que podrían refinarse, promoverse y asegurarse. Algunos requieren una cooperación internacional mucho mayor y, por lo tanto, son más desafiantes, mientras que otros podrían promulgarse de inmediato.
Las políticas presentadas aquí se apoyan mutuamente. Un presupuesto de bienestar para el Reino Unido, la autoridad nacional de inversiones, evaluaciones obligatorias de riesgo financiero y una guía de crédito verde tienen como objetivo aumentar y fortalecer la inversión en la economía verde. Un conjunto modernizado de reglas fiscales gubernamentales, un impuesto al valor de la tierra y límites a los recursos crean el margen fiscal necesario. Los límites de recursos garantizan que estas políticas sean efectivas para reducir el uso de recursos mediante límites absolutos y un efecto de dirección dinámica a través de los precios. Por último, un impuesto al valor de la tierra es una opción entre muchas para asegurar la aceptación social, mientras que los impuestos fronterizos ambientales apuntan a apoyar a los actores económicos nacionales.
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La recuperación de COVID-19 presenta una bifurcación en el camino para los gobiernos. Recuperarse de los días anteriores a COVID no es lo suficientemente bueno. No podemos permitirnos seguir jugando al margen con políticas que logran cambios incrementales o que ya no son adecuadas para su propósito. Como señaló solemnemente el ambientalista Bill McKibben, “ganando poco a poco es lo mismo que perder” en el contexto del cambio climático. La investigación, el análisis y la síntesis que se presentan aquí ofrecen una muestra de las políticas audaces y transformadoras que necesitamos para avanzar y abordar las múltiples crisis que enfrentamos colectivamente.
Para hacerlo, el gobierno, los inversores, las empresas y los ciudadanos deben tomar decisiones. Juntos deben implementar una regulación que rompa nuestra dependencia de los combustibles fósiles y las actividades económicas extractivas y que impulse a México lo largo de una ruta de alto bienestar, de bajos recursos y de carbono neutral. Este informe es una invitación. Somos conscientes de que las propuestas tienen un gran alcance. Pero estamos convencidos de que son necesarios. Para mitigar los costos de crisis futuras, necesitamos el coraje de hacer algo nuevo. Con este informe lo invitamos a atreverse para que la prosperidad de hoy beneficie a nuestros niños mañana y podamos brindarles una mayor oportunidad de vivir en un planeta próspero. N
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Xavier Ginebra Serrabou es maestro y doctor en derecho económico, profesor investigador de las facultades de Derecho, Negocios y de Políticas Públicas de la Universidad De La Salle Bajío y miembro Nivel I del Sistema Nacional de Investigadores. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.