CIRCULAR EL DINERO no significa tener el control en un periodo para administrarlo, es dejarlo fluir durante el tiempo que se crea el más conveniente, debido a que el mundo cambia constantemente.
El mundo actualmente está ante la falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre la reactivación económica, y especialmente cuando crea inquietud del cómo debe ser la nueva realidad mundial en la convivencia e intercambios comerciales. Podremos hacer reuniones virtuales, transacciones económicas, pero no podremos dejar de interactuar en el mercado energético al tener que extraer las materias primas, comercializar, transformar y distribuir para su uso por parte de la población en las industrias, comercios, servicios, transporte y población.
Esto ha creado que, a finales de 2020, la incertidumbre pueda crecer no en función de tener energía, sino en el cómo podrá usarse para el desarrollo de cada país ante una percepción de poder tener un rebrote del COVID-19 como hoy en día estamos observando en algunos países de Europa y en Estados Unidos, dos centros de demanda vitales para la economía mundial.
Países como Rusia, que han apoyado para tener un balance en la industria principalmente en la parte de hidrocarburos, indican que se espera que la producción de petróleo aumente “después de que el actual acuerdo de la OPEP+ sobre las restricciones a la producción finalice en abril de 2022 y la recuperación no será rápida, pasará bastante tiempo antes de que se puedan alcanzar los niveles previos a la crisis”.
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En 2020, debido a los bloqueos del coronavirus, la demanda mundial de petróleo se reducirá hasta en un 10 por ciento en comparación con el año pasado, de acuerdo con estadísticas de la OPEP y miembros de la OCDE. Adicionalmente, se está observando que los precios del barril de crudo tienen poco margen para ganar en el cuarto trimestre, porque la recuperación de la demanda se está desacelerando en medio de las nuevas restricciones del coronavirus.
El petróleo se ha estancado en gran medida cerca de los 40 dólares el barril este mes y con señales de que un resurgimiento del virus podría llevar a más medidas de bloqueo. Para mantenerlo, el mundo depende de mover las economías de la gente por medio de transporte terrestre o aéreo. El consumo de gasolina en Estados Unidos se situó en 9.31 millones de barriles por día el año pasado, muy por encima del de cualquier otra nación. China fue de 4.4 millones de barriles por día y se espera que ambos países se contraigan entre un 10 a 12 por ciento en 2020. Pero toda esta proyección dependerá del control del virus y de la magnitud del rebote que podría haber ante la llegada de las estaciones que tienen temperaturas bajas en los próximos meses y ligado con la temporada de influencia.
EL CONCEPTO DE “ECONOMÍA CIRCULAR”
Ante esta situación, el 26 de septiembre tuvo a lugar la reunión del S20, que apoya al G20 fomentando un diálogo oficial con la comunidad científica y que normalmente está dirigido por la academia nacional de ciencias del país anfitrión. El propósito principal del grupo de participación S20 es presentar a los responsables de la formulación de políticas y recomendaciones basadas en consensos para los temas de interés elegidos, como el surgido en esta última reunión, el concepto de “economía circular”. Esta está aplicada fundamentalmente en la forma de utilizar los recursos naturales en energía, y derivado de que esta hoy en día tiene un alto peso y preponderante en el crecimiento económico del mundo y en cada nación.
La economía circular pretende aprovechar en mayor proporción los recursos naturales al saber, evaluar y utilizar los desechos originados por la industria de la energía, y con la visión de no agotarlos en forma rápida. Derivado de la pandemia del coronavirus, la energía se ha convertido en una de las industrias más afectadas, lo que ha provocado la contracción económica actual.
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La incertidumbre y percepción actual ha modificado la estructura de la industria energética, tanto en el lado de la oferta como de la demanda. La recuperación no será rápida y se caracterizará por una recuperación bastante prolongada a los indicadores anteriores a la crisis en el mundo. Ante esto, cada país deberá tomar las debidas medidas económicas de cómo proteger y mantener un crecimiento económico: primero, en función de tener el dinero suficiente para tener a la población económicamente activa laborando y bajo cuidados de salud de cada individuo, y posteriormente, tener inversiones privadas que asuman los riesgos financieros. Siendo la pública un respaldo ante cualquier contracción económica no controlada, en el entendido de que los recursos públicos provienen de la recaudación originada de derechos, impuestos o ingresos que pueda tener cada nación en función de la movilidad de la economía.
Saber en qué invertir o en qué dejar de invertir en cada país depende de una visión de largo plazo, en donde naciones por décadas han iniciado el poder entendido de que el dinero no conoce ideologías, y se convirtieron en facilitadores bajo estrictas leyes y regulaciones que permiten al dinero circular.
México, para entrar en una economía circular bajo la incertidumbre, deberá cambiar su estructura del mercado que genera el dinero en circulación, y deberá pasar de ser país de servicios a uno energético que tenga acceso a tecnología que permita aprovechar al máximo cada recurso disponible en y fuera de este.
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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.