Los jóvenes no sólo han sido el sector poblacional más afectado en la incidencia de casos de Covid-19 a nivel nacional, sino también han sido los más desfavorecidos por la crisis económica, pues el 41% de las personas que han sido desempleadas hasta el mes de abril han sido jóvenes menores de 29 años, según datos del Observatorio de Trabajo Digno de la asociación civil Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.
En abril el desempleo en jóvenes incluso fue mayor que el que se presentó en personas de entre 30 y 64 años de edad, señaló Andrea Méndez, directora de Fundación Forge.
“La tasa de desempleo a nivel nacional se elevó a 34% en el mes de abril, incluyendo a quienes están en la desocupación y quienes están disponibles, pero el desempleo para jóvenes es del 41%, mientras que para no jóvenes es del 28%”.
Incluso, al inicio de la contingencia el desempleo en jóvenes fue aún mayor.
“A los jóvenes fue a los primeros que corrieron, de los empleos formales registrados ante el IMSS que se perdieron en marzo, el 70% fueron de jóvenes de hasta 29 años de edad. La pérdida de empleos es gravísimo para todos, pero sobre todo para los jóvenes, que ya tenían una tasa alta de desempleo antes de la pandemia”, mencionó.
Por su parte, la activista María Ayala informó que los sectores productivos que resultaron más afectados por la pandemia y que por tanto han sido los que han prescindido de los jóvenes, han sido el área de servicios y de turismo, por lo que algunos de los estados más perjudicados fueron Quintana Roo, Nayarit y la Ciudad de México.
“Aquellos estados que perdieron más empleos son aquellos que tienen más acentuados los sectores de servicios y turismo, que sobre todo en el primer mes tuvieron mayores afectaciones”.
La contingencia por la pandemia de Covid-19 agravó las condiciones laborales para este sector de la población, que desde antes ya presentaba rezagos importantes.
De acuerdo a los datos del Observatorio de Trabajo Digno, el 67% de los jóvenes ocupados carecía de un ingreso suficiente para cubrir los gastos de la canasta básica para una familia de dos personas. El cálculo nacional de jóvenes en estas condiciones era de 9.4 millones de jóvenes.
Asimismo, otros 9 millones de jóvenes carecían de afiliación al seguro social, mientras que el 43% de jóvenes empleados contaban con salario pero no con prestaciones económicas.
Finalmente, el 63% (7.5 millones de jóvenes) de jóvenes carecían de un contrato estable y el 84% (19 millones de jóvenes) de jóvenes no contaban con afiliación sindical para la defensa de sus derechos laborales.
Cabe destacar que las condiciones desfavorables en el trabajo son aún mayores para las mujeres, pues la tasa de desempleo es hasta seis veces mayor en las mujeres, además de que se estima que en México hay 3.8 millones de mujeres jóvenes no disponibles para trabajar por estar realizando trabajos no remunerados, en servicios de cuidado y labores domésticas.
Ante esta situación, organizaciones como Acción Ciudadana contra la Pobreza, Fundación Forge, Youthbuild México y Servicios a la Juventud A.C. consideran una serie de propuestas para incentivar el empleo en los jóvenes y evitar así problemáticas subsecuentes en este sector de la población.
La primera de ellas es la creación de un “ingreso vital” por parte del gobierno federal, consistente en un tipo de apoyo para los jóvenes que hayan perdido su empleo, otorgándoseles hasta el momento en el que encuentren un nuevo empleo.
La segunda es la instauración de un subsidio para que las empresas puedan pagar los salarios de sus trabajadores, evitando así que se sigan dando más despidos en los centros laborales.
La tercer propuesta es la modificación del programa “Jóvenes construyendo el futuro”, para que se llegue a los jóvenes con mayor vulnerabilidad.
La última propuesta es un exhorto a las empresas para evitar en la medida de lo posible el despido de más jóvenes.