La sangre de res es lo más cercano a la proteína a la cual pueden acceder de forma gratuita los venezolanos, quienes, en medio de la pandemia por el coronavirus, han visto cómo se recrudece el hambre en distintas regiones del país.
La población hace largas filas a la espera de que los mataderos llenen sus baldes con sangre. Muchos venezolanos buscan un sustento al menor precio o de forma gratuita ante la pobreza que padecen ellos y sus familias.
“Muchos días no se llevan toda la sangre, pero por lo menos entre 120 a 140 litros se llevan cada día de matanza”, aseguró a ADN Cuba el jefe de operaciones de un matadero. También dijo que cada día más personas están buscando esta opción debido a la escasez de alimentos.
Consumir sangre de ganado en una sopa que parece carne molida es una receta de Colombia que llegó a Venezuela, pero no se tomó tan en cuenta hasta llegada la crisis. Sin embargo, los médicos han advertido que quienes consumen sangre de res se exponen a riesgos en la salud.
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Además del coronavirus, los venezolanos sufren cada vez más por una economía paralizada y crecientes retrasos en la distribución de cajas de alimentos CLAP, que reparte el gobierno desde 2016.
La entrega de cajas y bolsas afecta más a las regiones porque el despacho se inclina hacia las principales ciudades, incluida Caracas, según el grupo no gubernamental Ciudadanía en Acción, que estudia la distribución y contenidos de las CLAP, informó Reuters.
A la gente “no la va a matar el virus, sino el hambre”, dijo Edison Arciniegas, director del grupo, al mismo medio. En tanto, cuando las madres reciben un sándwich de jamón y queso, a veces retiran parte del jamón y el queso para dárselo a sus hijos en el desayuno al día siguiente, dijeron en Carapita, una barriada en el oeste de Caracas.
En febrero pasado, la ONU informó que una de cada tres personas en Venezuela tiene dificultades para llevar comida a la mesa y consumir los mínimos nutricionales necesarios, según una encuesta realizada en el país por el Programa Mundial de Alimentos.
La encuesta, basada en 8375 cuestionarios, reveló que un gran número de venezolanos solo comen diariamente cereales, raíces o tubérculos y que la hiperinflación ha hecho que sus salarios no lleguen para comprar los bienes más básicos.
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UN PAÍS CON INSEGURIDAD ALIMENTARIA
Un total de 9.3 millones de personas, aproximadamente un tercio de la población, sufren lo que técnicamente se denomina como “inseguridad alimentaria” moderada o grave, dice el Programa Mundial de Alimentos que llevó a cabo el estudio a invitación del gobierno.
La inseguridad alimentaria se define como la “insuficiente ingestión de alimentos, que puede ser transitoria (cuando ocurre en épocas de crisis), estacional o crónica (cuando sucede de continuo)”.
Además de la falta de comida, la encuesta también estudió las interrupciones en los servicios de electricidad y agua, y concluyó que cuatro de cada diez hogares sufren interrupciones diarias de electricidad y el 72 por ciento tiene un suministro irregular de gas.
Asimismo, el 40 por ciento de los hogares tiene interrupciones recurrentes en el servicio de agua, por lo que las familias deben usar estrategias alternativas como la compra de agua embotellada o el uso de camiones cisterna, para acceder a agua potable. El 25 por ciento de los hogares no tiene acceso estable a agua potable.
A finales de 2019, el responsable de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock, dijo que, durante su primera visita a Venezuela, vio cómo las mujeres, los hombres, los niños y las niñas se enfrentan cada día a retos abrumadores para sobrevivir.
“Millones de personas no pueden acceder al mínimo de alimentos, agua y atención médica. La situación continúa deteriorándose”. La gran mayoría de los venezolanos se han visto afectados por la crisis política y económica en lo que fue el país más rico de América Latina.
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Entre sus principales observaciones en el terreno destaca el hecho de que el sistema de salud está al borde del colapso y que muchos hospitales carecen de la infraestructura básica de agua y electricidad.
“El gobierno de Maduro atribuye los problemas económicos a las sanciones de Estados Unidos, destinadas a presionar su salida del poder, y dice que las agencias de ayuda internacional exageran sobre el volumen de la ola migratoria venezolana. Opositores y economistas dicen que la crisis obedece al modelo estatal de controles”, según informó Reuters.
Jesús Álvarez, padre de cuatro niños, dijo a La Prensa que la situación ha sido “muy dura”, que lo ha hecho llorar de solo saber que en algún momento se puede quedar sin qué darles a sus hijos.
“Ya el sueldo no nos alcanza para comer. Cada día empeora la situación, cobré la quincena y la gasté en dos harinas, un arroz, un kilo de caraotas y una mano de cambures, con eso debo vivir hasta la próxima quincena”.
En Venezuela, hasta este viernes 15 de mayo, van 455 casos confirmados por COVID-19 y diez muertes.