Por cada caso positivo de COVID-19 confirmado en México puede haber otros ocho posibles que no se están registrando, ya sea porque no se hizo la prueba, porque no van al médico, porque no tienen síntomas; es decir, en el país hay un estimado de 26 mil 519 casos de esta enfermedad.
Así lo explicó, durante la conferencia vespertina, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, quien describió cómo opera el Modelo de Vigilancia Centinela para analizar el comportamiento epidemiológico de esta enfermedad y determinar el número de casos estimados.
López-Gatell señaló que no hacerle pruebas a todos los posibles casos sospechosos no es una decisión que se toma para ocultar información. “Las enfermedades de muy amplia propagación son fenómenos inconmensurables, es decir, que no se pueden medir de manera directa, porque son tan extensos o cambiantes que es ocioso tratar de medirlos así”.
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Es por eso que se toma la decisión de analizar muestras, como se hace en una encuesta.
“En un país como México de 127 millones de habitantes, basta entrevistar a 3 mil 500, 4 mil, 5 mil personas, compárese 5 mil personas con 127 millones de personas y, sin embargo, los métodos son tan robustos que permiten estimar con un pequeño margen de error, dos a tres por ciento”.
Lo que se usa para el caso del monitoreo integrado de COVID-19 son siete elementos de la vigilancia epidemiológica: la vigilancia, la detección de los casos sospechosos que se confirman por pruebas de laboratorio y el estudio de sus contactos; el sistema de vigilancia de enfermedad tipo influenza con el modelo Centinela, y que tiene dos componentes: la vigilancia clínico-epidemiológica y la vigilancia por laboratorio, en la que se tiene el panel para el registro de 14 virus, incluido el SARS-CoV-2 .
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Esto se complementa con la vigilancia generalizada convencional. Por ley, explicó el subsecretario, todas las unidades de salud pública, sociales o privadas, tienen la obligación de notificarle a la autoridad sanitaria los casos de infección respiratoria aguda.
Ese sistema de monitoreo epidemiológico incluye entonces el modelo de vigilancia centinela, que se estableció en México en 2006, y fue desarrollado conjuntamente por los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud en 2005.
Este, explicó López-Gatell, está ahora enfocado en COVID y tiene como base 376 unidades de salud monitoras de enfermedad respiratoria que hacen la demostración por laboratorio para tener el detalle de los casos.
El modelo centinela integra en uno la vigilancia de dos padecimientos similares: el coronavirus y la influenza. Bajo este esquema se busca a los pacientes que presentan infecciones respiratorias agudas, leves o graves para encontrar qué virus afecta su organismo.
“Eso permite tener un reconocimiento de lo que queremos tener, que es cómo se comporta la epidemia de COVID en México y cómo se tienen que tomar las decisiones de control”.
Las unidades que no estén catalogadas como unidades monitoras pueden muestrear el 100% de los casos sospechosos de COVID-19 graves y estas pruebas se correrán en el laboratorio asignado a nivel local que esté validado por el InDRE. Para los casos con sintomatología leve sólo se le tomará muestra al 10%.
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A partir de esto, y asumiendo que hay más casos de los observados, se puede decir que en México por cada caso confirmado hay otros ocho posibles más que no se ven, que no se registran y eso da un total estimado de 26 mil 519.
Pero eso no significa, subrayó Gatell, que en México haya más casos que en el resto de los países, “en realidad en cada país se tendría que multiplicar por 10 o 12 cada caso confirmado. Un país que hoy tuviera 300 mil casos observados directamente y demostrados por laboratorio, con un factor de corrección como este tendría tres millones de casos”