A 30 años de su fundación, la banda se define como un grupo de músicos que ha luchado para ganarse un lugar y que muestra la música de manera libre y sin tapujos.
Hace más de 30 años, cuando por un error se refirieron a él como el Haragán, Luis Álvarez nunca imaginó que ese apodo se convertiría en una insignia del rock mexicano y en el nombre de una banda que se volvería cronista de los andares humanos, de los amores vacilantes y de las problemáticas sociales características de nuestros días.
En 1987, el entonces músico de 20 años participó en un concurso en donde, guitarra en mano, interpretó una de sus composiciones titulada “El haragán”, la cual hablaba de cuando al propio Luis lo corrieron de la secundaria y se dedicó a la vagancia y la holgazanería.
Tras las deliberaciones, el joven Álvarez resultó ganador del concurso, pero a la hora de la premiación el conductor se equivocó y, en lugar de pronunciar su nombre, mencionó el título de la canción: “¡Con ustedes, el Haragán!…”.
“Ese día había varios medios de comunicación, al otro día salió una nota por ahí, y a la semana ya todo el mundo me decía Haragán”, cuenta, risa de por medio, Luis Álvarez en encuentro con Newsweek México.
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“No me pude quitar el nombre, pese a que traté de ponerme Chamán, Los Amigos de Lucas, Luis Álvarez, Los de Abajo, La Urbe… todos me decían el Haragán. Y se me quedó. Luego lo observé, lo pensé bien, vi que era comercial, y nos ha funcionado bastante bien. Eso sí, todavía no me acostumbro porque somos muy trabajadores”.
Fundado oficialmente en 1989, El Haragán y Cía. celebrará tres décadas de rock con una tocada, el próximo 19 de abril, en el Auditorio Nacional de CDMX. En 2020, además, también se cumplen 30 años de su emblemático disco Valedores juveniles, título que parodiaba al entonces programa de televisión Valores juveniles Bacardí, en el cual el propio Luis Álvarez intentó participar con sus particulares composiciones, pero siempre fue rechazado.
Además de Luis, la banda la conforman Francisco Yescas, Jerónimo García, Levith Vega, Jorge Gaitán y el Dr. Leonel Pérez Expósito.
Nacido en Tlalnepantla, Estado de México, el cantautor y los miembros de su banda han dedicado su talento y genio también a combatir el estigma de “urbano”, una etiqueta que se le ha puesto al rock que interpretan.
“Sin embargo, el término urbano ya se ha generalizado. Si te metes en internet salen grupos de reguetón, ya es otra onda”, responde Luis Álvarez. Y agrega: “Yo creo que lo nuestro es rock mexicano. Antes me incomodaba el término ‘urbano’ sobre todo por la concepción que se manejaba, porque el rock urbano en México lo catalogan como algo mal hecho, mal interpretado, mal producido, mal compuesto, mal ejecutado.
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“Nos queremos zafar de esa etiqueta porque esa definición desgraciadamente nos cierra puertas —añade—. No hemos entrado en el Cervantino, en el Tajín, porque dicen: aquí no queremos rock urbano, y el Haragán es urbano. Ahí el término sí afecta. Es un estigma contra el que hay que estar luchando siempre”.
Y añade Leonel Pérez Expósito: “Pero hay un componente identitario que es muy importante para el grupo: el rock urbano es una definición que vincula a ciertos foros, a ciertas colonias, a cierto público, a ciertas formas de distribución de mano en mano, y el Haragán nunca ha renegado de eso ni de la conexión con la banda. Entonces, podemos tocar en un foro de Chimalhuacán y podemos tocar en el Auditorio Nacional, y siempre presentar un concierto de buena calidad”.
—¿Qué es El Haragán? ¿Cuál es la definición que tienen de sí mismos?
—Músicos, poetas y locos —responde Jorge Gaitán—. Es una banda de rock que surge autónomamente, sin patrocinios oficiales y sin apoyos del Estado ni de la industria.
“El Haragán es un grupo de gente que ha luchado para ganarse un lugar y que muestra la música de manera libre y sin tapujos”, añade Luis Álvarez.
—¿Cómo se resumen 30 años de carrera artística?
—Treinta años, seis lustros, cinco sexenios, tres décadas en los que hemos visto a varias generaciones crecer con nosotros —continúa—. Somos un grupo que definitivamente forma parte de la familia rocanrolera mexicana.
—¿Cuáles son los desafíos más importantes que han enfrentado en estas tres décadas?
—Mantenerse —contesta Francisco Yescas—. Es bien difícil mantenerse día a día en este medio, yo creo que en cualquiera. Nos ha costado trabajo, pero aquí estamos.
“Con todo y las desavenencias que tiene este trabajo, hay veces que quieres tirar la toalla, como en el boxeo —agrega Álvarez—. Pero no avientes la toalla, siempre lo digo. Tal vez de lo más difícil que hemos pasado son las despedidas de nuestros compañeros, pues varios han muerto. Pero también ha habido algunos que, como en una familia hay veces que la banda no se puede mantener unida, han tenido que caminar”.
“Para haber agarrado este camino, en este país, de este tipo de música, estamos todos un poco dañados, un poquito locos, unos más que otros —interviene Gaitán—. Imagínate lo que es soportar la convivencia con puro loco. No es fácil. En los [Rolling] Stone de entrada se suicidó uno… hay este tipo de sucesos”.
“Hay veces que es hasta sano dejar de verse dos o tres meses. Somos un grupo que no cree hacerlo, pero estaría chido que algún día, en un tiempo, trabajáramos seis meses y seis meses descansáramos, o tres y tres, pero llenos”, acota el líder de la banda.
—¿Cuál es su estrategia para permanecer en el gusto de público durante tanto tiempo?
—No es una estrategia, más bien es el resultado del trabajo que se ha hecho desde el principio y lo que se sigue haciendo —dice Yescas—. Pero lo que ha ayudado muchísimo es la respuesta que ha habido del público al escuchar las canciones de El Haragán y Cía.
“Yo creo que lo más importante ha sido la honestidad: que somos reales y somos honestos —interviene Levith Vega—. Ni nuestras canciones ni nuestra música se han fabricado con base en un gusto que esté de moda, no; somos honestos, somos reales y somos iguales a todos. Somos la misma música, la sinergia la creamos junto con el público, con la colonia, con el barrio, con Colombia, con Tlalnepantla, esa sinergia es la que nos lleva a hacer esa música y ser honestos”.
“En este tipo de trabajos musicales, en los que arriesgas, porque es un factor importantísimo en el rock el inventar y arriesgar, no hay otro parámetro de medida que la respuesta
—agrega Gaitán—. A los Beatles les preguntaron: ¿cuánto creen que duren? A lo mejor dos años; a los Stone les preguntaron, y dijo Mick Jagger: un mes. Entonces, ¿tú cómo vas a saber cuánto vas a durar? Esto ha sido el resultado de estar en el gusto de la gente porque ha habido un feedback, una gran respuesta”.
—¿Cómo se define y qué significa el rock mexicano?
—Es un animal difícil de definir —continúa Gaitán—. Hay una historia muy larga, una parte muy oscura, un momento en que el rock mexicano lo tomó Televisa. Y hay una parte, una segunda ola muy importante, cuando nacen El Haragán y otras bandas de rock que les llegaron a diferentes sectores a finales de los años 80 y principios de los 90. Estas pudieron encontrar una voz específica, una identidad característica como la lengua, pero también de lo que se habla y algunos recursos musicales que se han utilizado.
“¿Se puede hablar de rock nacional? —injiere Jerónimo García—. El rock es un estilo universal, pero también es imposible negar que hay una tradición en México que se ha ganado un púbico y que ha formado parte de la identidad de muchos jóvenes, por eso también El Haragán ha durado mucho, porque a nuestros conciertos van personas de 60 años, de 40, de 16, de 5, las rolas han pasado de generación en generación y se han vuelto parte de una identidad. Se me hace bastante chido que se considere al Haragán como parte de la cultura popular y que se quede ahí”.
“Pero fue algo que no fue planeado en una mesa de trabajo ni de manera comercial. Se dio y aquí estamos”, remata Álvarez.
Interviene nuevamente Gaitán: “El rock es un producto artístico, popular, moderno, contemporáneo, inventado en Estados Unidos, perfeccionado en Inglaterra y patrimonio de toda la humanidad. Los franceses lo toman a la francesa; los chinos, a la china; los japoneses, a la japonesa, e igual en México, pero los mexicanos tenemos más, porque el mexicano está en la raíz del jazz en Nueva Orleans. Siempre el rock y lo mexicano han estado unidos por la cuestión fronteriza”.
—En el rock mexicano existen dos vertientes: el rock con el que se identifica la gente porque cuenta sus historias y el rock comercial. ¿Cuál es su opinión?
—Yo creo que cada quien, como músico, como banda, debe de plantearse: ¿por qué vas? —responde Álvarez— ¿Vas por el varo, por ser famoso, por triunfar en la radio y la televisión y mostrar tu carita en ciertas revistas? O si vas por el éxito, si vas por trascender. Y aquí me surge una frase que articulé: ay de aquel cantor, ay de aquel músico, que su canción muera con él. Hacemos canciones a futuro.
“O estás haciendo rock o estás haciendo simulacro de rock. Para mí eso es lo que hace Televisa y las propagandas que salen en los medios”, concluye Gaitán.