Agradezco a Newsweek México que nos haya brindado la oportunidad de compartir con sus lectores el tema de la prosperidad con motivo de la Convención Bancaria. La vocación de Banco Azteca, desde que inició sus operaciones hace casi 18 años, ha sido la de dedicar recursos, tiempo y talento de todos los que formamos parte de este equipo en el quehacer cotidiano de la institución para lograr la prosperidad incluyente.
Prosperidad es un elemento que todos anhelamos para nuestras familias y la sociedad en su conjunto. Es decir, la prosperidad debe ser para todos y no solo para unos cuantos. A partir de esta premisa hemos buscado, desde nuestro origen, atender a las clases populares mediante una labor de bancarización e inclusión financiera que son intrínsecas a nuestro modelo de negocio, pionero en México y Latinoamérica.
Una población bancarizada es aquella que encuentra con mayor facilidad los elementos para invertir, emprender, crecer y, por lo tanto, para buscar la prosperidad.
Desde nuestro enfoque, la prosperidad incluyente se logra, primero, mediante la educación y capacitación financiera, en complemento de productos fáciles de usar y de entender por segmentos generalmente desatendidos por la banca tradicional.
La prosperidad, entonces, va de la mano de la inclusión financiera, y esta se vale de la tecnología y de las capacidades necesarias para hacer accesibles los servicios financieros formales, complementando así el esfuerzo —considero que hasta ahora insuficiente— que realizamos los bancos para llegar a toda la población que puede beneficiarse de estos servicios.
Lo anterior nos lleva a una interesante reflexión: la banca enfrenta el reto de ser no solo incluyente, sino también innovadora, transformadora y socialmente responsable. Los jugadores que prevalezcan en la banca del futuro serán aquellos que atiendan las necesidades, por una parte, de quienes actualmente están alejados de sus servicios y, por otra, de aquellos que, aun teniéndolos cerca, demandan sencillez, accesibilidad, inmediatez y capacidad para entender a cada cliente en sus necesidades personales. El segmento unipersonal ya es una realidad.
De acuerdo con la base de datos Global Index publicada en 2018, en América Latina y el Caribe el acceso amplio a la tecnología digital podría permitir el crecimiento acelerado del uso de tecnología financiera: 55 por ciento de los adultos tenía, en ese año, teléfono celular inteligente y acceso a internet; es decir, 15 puntos porcentuales más que el promedio en el mundo en desarrollo. En el caso de México la penetración es mucho mayor.
Por ello pensamos que la mesa está puesta para hacer del uso intensivo de la tecnología digital, la herramienta principal que oriente nuestros modelos para generar valor a nuestros clientes, con facilidad, seguridad y calidad, hacia la creación de productos innovadores para las nuevas generaciones, e incluyentes para quienes aún los tienen fuera de su alcance.
Quiero expresar que el reto también alcanza a las instituciones que regulan al sector, pues las nuevas opciones para abordar los servicios financieros abren frentes que exigen a nuestros reguladores garantizar certidumbre y seguridad al sistema y a sus usuarios. En esta difícil labor tenemos todos que sumar para que nuestros clientes tengan certidumbre y certeza en su interactuar con el sector financiero.
Los reguladores deben crear espacios para que las instituciones financieras prueben conceptos, por ejemplo, las regulatory sandboxes,1 donde los bancos puedan ofrecer de manera ágil productos y servicios basados en tecnologías avanzadas con una regulación que se mantiene al ritmo de estas nuevas tendencias.
Finalmente, hoy en día estamos ante nuevos paradigmas en el sector financiero mundial, y México no es ajeno a estas tendencias. Los banqueros del país necesitamos estar a la altura de estas nuevas tendencias y retos. Encausando nuestros productos, procesos y tecnología a esta nueva realidad digital. Las instituciones que no lo hagan no tendrán capacidad de sobrevivir a esta nueva realidad disruptiva.
—
- Las regulatory sandboxes o entornos limitados regulatorios son herramientas que permiten a las empresas probar sus servicios en un entorno controlado, bajo la supervisión del regulador financiero.
—
El autor es director general de Banco Azteca y Azteca Servicios Financieros