Con su canción La flor y el abejorro, la banda Zuaraz ha tenido mucho éxito en plataformas digitales como Spotify y YouTube. Y su estilo, caracterizado por ecos que recuerdan a Los Panchos, Armando Manzanero, Agustín Lara, Lucho Gatica, Los Tres Caballeros y Pedro Vargas, se ha convertido en un fenómeno viral tanto en España como en México.
Conformado por Santiago y Sebastián Hernández, dos hermanos mexicanos que viven en Madrid, y por Xoán Domínguez, un músico de mucho reconocimiento en su natal España, Zuaraz llegará a Ciudad de México el próximo 7 de marzo y ofrecerá un concierto en el multiforo urbano Bajo Circuito.
De acuerdo con los integrantes de la banda, el concierto promete ser una demostración de que Zuaraz puede llegar a ser el renovador de una corriente musical poco reivindicada en los circuitos alternativos: la del son jarocho, el bolero, la trova y la música ranchera.
“Somos una banda de tres amigos que comenzamos tocando de sobremesa y poco a poco nos acercamos, con la música, a más personas”, responde la agrupación a pregunta expresa de Newsweek México.
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Sebastián y Santiago nacieron en Ciudad de México. Desde pequeños han escuchado son jarocho, bolero, pop, a los Beatles y trova yucateca, entre otros géneros.
También desde muy niños estudiaron piano, y luego comenzaron a “jugar” con instrumentos como la guitarra eléctrica, el bajo y la batería. Conforme pasaron los años redescubrieron sonidos del pasado veracruzano cuando empezaron a tocar jaranas.
Sin embargo, aceptan, la clave de todo se sostiene en el ritmo que Xoán Domínguez imprime a la banda: “Hermano gallego que nutre la conversación con el tempo perfecto”.
—¿Cómo comenzó su gusto por el son jarocho, el bolero y ritmos similares?
—Es música que hemos escuchado desde muy pequeños. En la casa de los abuelos, en Minatitlán [Veracruz] llegaba “la rama” a celebrar las fiestas navideñas. También, en casa de mi padre se celebraba una tertulia a la que iban muchos poetas, escritores y trovadores: David Haro, Francisco Hernández, Armando Chacha y el Caudillo del Son, entre otros amigos que se reunían en casa para tocar y leer las epifanías que se les ocurrían.
—Desde su punto de vista, ¿cuál es la relevancia de promover estos géneros musicales?
—La verdad no lo sabemos. Se trata de la música que traemos en la sinapsis de la memoria y que nos recorre todo el cuerpo. Si eso sirve para mantener una conversación con más personas entonces su significado navega hacia un puerto lindo.
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—¿Con qué se va a encontrar el público que asista a su concierto del 7 de marzo?
—Primero, con una sincera gratitud. Nos sentimos muy afortunados de poder tocar en nuestro país; la tierra a la que amamos. También, con una propuesta musical diversa que llevamos tiempo sonando con Xoán. Faltaría mencionar que quienes vayan el 7 de marzo se encontrarán con la muy fresca música de Blanco Palamera. Habla por sí sola.
—¿Cuáles son sus desafíos a corto y largo plazo?
—Seguir tocando. Sacar un EP antes de verano y resignificar, a través de las composiciones por venir, nuestros sentimientos y nuestras emociones.