Ya que el Día Mundial del SIDA fue creado para generar conciencia sobre esta pandemia global, es oportuno reconocer que las comunidades hispanas y latinas de Estados Unidos están pasando por lo que un experto ha descrito para Newsweek como una crisis “invisible” de VIH.
A partir de 1984, cuando infatigables investigadores y activistas lograron identificar el virus, VIH dejó de ser un asesino misterioso para convertirse en una enfermedad crónica cuya diseminación puede contenerse con unas cuantas pastillas. De un máximo de 41,699 muertes en 1995, las cifra de víctimas estadounidenses cayó a 6,456 en 2016. Entre tanto, la tasa de nuevas infecciones en Estados Unidos ha disminuido en 6 por ciento desde 2010, mientras que el total anual de nuevos diagnósticos de VIH se redujo 4 por ciento entre 2012 y 2016.
A principios de este año, el presidente Donald Trump se sintió tan optimista con la decadencia de esta infección que se comprometió a contener la transmisión de VIH en Estados Unidos para el año 2030, a pesar de que se registraron 37,800 infecciones nuevas en 2017.
Entre 2010 y 2016, la tasa de infección aumentó cerca de 14 por ciento entre los 58 millones de hispanos y latinos que viven en Estados Unidos, en tanto que la tasa de diagnósticos nuevos escaló 7 por ciento entre 2012 y 2016.
A decir de un artículo publicado el 14 de noviembre en la revista American Journal of Public Health, el virus de la inmunodeficiencia humana ha desatado una “microepidemia” entre los hispanos y latinos de todas las regiones del país, donde las comunidades de California, Texas, Florida, Nueva York y Puerto Rico representaron dos terceras partes de los nuevos diagnósticos de VIH en 2016.
Los autores precisan que, en general, los segmentos poblacionales más afectados son los varones hispanos y latinos jóvenes que tienen relaciones sexuales con otros hombres, así como las latinas transgénero y los recién llegados al país. El profesor Vincent Guilamo-Ramos, coautor del artículo, y director y fundador del Centro para la Salud de Adolescentes Latinos y sus familias, en la Universidad de Nueva York, dijo a Newsweek que, si bien han disminuido las tasas de diagnóstico y de nuevas infecciones en mujeres y hombres heterosexuales latinos, se calcula que las nuevas infecciones por VIH han “aumentado rápidamente” entre los varones que tienen sexo con hombres.
Cerca de 80 por ciento de los nuevos casos de VIH en las poblaciones hispanas y latinas ocurren en hombres que tienen prácticas homosexuales. En este grupo, la cifra anual estimada de nuevas infecciones por VIH ha aumentado 30 por ciento desde 2010, y 68 por ciento en individuos de 25 a 34 años.
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Por otra parte, se cree que una de cada cuatro latinas transgénero es VIH positiva. Ahora bien, la información existente sobre este sector de la población es pasmosamente escasa y, a decir de Guilamo-Ramos, esto se debe a que las personas transgénero no han sido el objetivo principal de las investigaciones y los esfuerzos de vigilancia en salud pública. Por lo pronto, los pocos datos disponibles sobre este segmento poblacional apuntan a que la incidencia de VIH oscila de 8 a 60 por ciento.
En cuanto a los nacidos fuera de Estados Unidos, estas personas representaron al menos uno de cada tres nuevos diagnósticos de VIH en las comunidades hispanas y latinas durante 2017. Sin embargo, Guilamo-Ramos enfatizó que existe la sospecha de que la mayoría de estas personas contrajo el virus después de ingresar en el país.
“Estas tendencias son sumamente alarmantes, y es urgente que las autoridades de salud respondan con mucha firmeza”, añadió Guilamo-Ramos, quien, entre otras cosas, ha dedicado su carrera a la prevención del virus, y a mejorar el tratamiento de los jóvenes latinos y afroamericanos que viven con VIH/SIDA.
En su artículo, los autores señalan que el objetivo de frenar la transmisión hacia fines de la próxima década no es coherente con otras posturas de la presidencia. Al respecto, escriben que el mandatario ha adoptado “políticas que restringen las libertades civiles y que afectan, sobre todo, a los inmigrantes, y a las minorías sexuales y de identidad de género. Esas políticas han erosionado el acceso a la salud de las poblaciones hispanas y latinas más afectadas por la epidemia de VIH y, además, son incongruentes con el objetivo manifiesto de prevenir la transmisión del virus y eliminar las disparidades de tratamiento”.
No hay una solución sencilla para un problema tan complejo, previno Guilamo-Ramos. Las comunidades hispanas y latinas enfrentan graves limitaciones de acceso a la atención médica. Por ejemplo, en 2018, apenas 45 por ciento de los hispanos y latinos de 19 a 64 años estaban completamente cubiertos por un seguro médico, mientras que la atención disponible rara vez es cultural o lingüísticamente adecuada.
En el caso de los recién llegados, muchos de ellos enfrentan obstáculos significativos para recibir servicios sociales y de salud, incluidos la falta de seguro médico, la barrera del lenguaje, la pobreza y la condición migratoria. Por su parte, las personas transgénero suelen abstenerse de solicitar atención, intimidadas por la eventualidad de que los médicos no hayan sido debidamente sensibilizados a sus identidades de género.
La consecuencia ha sido el desarrollo de patrones en extremo preocupantes. Guilamo-Ramos cree que más de la mitad de los latinos de Estados Unidos jamás se ha hecho la prueba de VIH, pese a que la pauta federal vigente recomienda que el esquema de atención primaria incluya una prueba de detección anual. El investigador agrega que, si bien los latinos en general constituyen alrededor de 25 por ciento de las nuevas infecciones por VIH, este grupo representa solo al 13 por ciento de las personas que utilizan la Profilaxis de Preexposición (PrEP), una pastilla diaria que, si se utiliza según la prescripción, basta para prevenir la infección por VIH.
Una vez hecho el diagnóstico, los individuos infectados no siempre disponen del tratamiento adecuado ni toman medicamentos para impedir la transmisión del virus y lograr lo que se conoce como “supresión viral”.
De los latinos que viven con VIH, más de treinta por ciento no recibe atención médica, y poco menos de la mitad logra la supresión viral, prosiguió Guilamo-Ramos. “Por otro lado, quienes realmente alcanzan la supresión viral, muchas veces enfrentan dificultades para mantenerla, ya que la supresión viral continua requiere de un tratamiento sostenido”.
“Tomemos el caso de PrEP en la Ciudad de Nueva York”, propuso. Los datos más recientes del Departamento de Salud e Higiene Mental de Nueva York revelan que, entre 2017 y 2018, la cantidad de diagnósticos anuales de VIH en la población latina disminuyó 10 por ciento, “lo que representa un logro impresionante”, declaró Guilamo-Ramos. Pero, al mismo tiempo, el diagnóstico en la población blanca solo ha rondado el 30 por ciento en una ocasión.
“En buena medida, el uso de PrEP podría explicar esta disparidad. Los nuevos diagnósticos de VIH son tres veces más numerosos en los latinos de la Ciudad de Nueva York que en la población blanca, en tanto que el uso de PrEP es cuatro veces mayor en los blancos que en los latinos. Si no encontramos la manera de hacer que el acceso a estas herramientas sea más equitativo, seguiremos ampliando esa disparidad”, sentenció Guilamo-Ramos.
“Es urgente que ideemos más intervenciones dirigidas a las necesidades específicas de las poblaciones latinas que corren más riesgo de contraer el VIH”, añadió el profesor.
“Los varones urbanitas blancos que tienen relaciones sexuales con otros hombres [HSH] argumentan razones muy distintas para usar o no la pastilla PrEP que los latinos HSH jóvenes y los recién inmigrados que viven en la frontera de Estados Unidos con México. Las intervenciones desarrolladas y probadas con una población no funcionan en los otros grupos. Y la tendencia actual es utilizar con latinos las intervenciones diseñadas y probadas con poblaciones no latinas”.
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Otro aspecto que complica el problema es la estigmatización del virus en la sociedad estadounidense. Y esa es la razón de que la crisis de VIH en la población hispana/latina sea, “en buena medida, invisible”, acusó Guilamo-Ramos.
“Es común que los latinos en riesgo o que viven con VIH sean discriminados por raza e identidades de género marginales, convirtiéndose en blanco de homofobia y transfobia; racismo y xenofobia; y además, el estigma del VIH. Esto conduce a su exclusión social y a la falta de oportunidades que conlleva una condición socioeconómica precaria”, agregó.
Con todo, Guilamo-Ramos abriga la esperanza de que la situación mejore. A tal efecto, su primera propuesta es hacer más investigaciones sobre la causa subyacente al incremento en las infecciones por VIH en el segmento latino de Estados Unidos, con énfasis especial en determinar a qué se debe que las personas más necesitadas no dispongan de las herramientas existentes para prevenir y tratar el contagio del virus. Así mismo, insiste en que las técnicas emergentes para combatir la diseminación del VIH deben ser cultural y lingüísticamente adecuadas.
Desde hace más de dos décadas, Guilamo-Ramos ha tratado de definir el papel que pueden desempeñar las familias para detener la propagación del virus, pues reconoce la importancia de la intervención de quienes son ajenos al ambiente de la atención médica. Entre los programas que ha desarrollado se cuentan “Familias hablando unidas” [Families Talking Together] y “Padres educando hombres responsables” [Fathers Raising Responsible Men], ambos patrocinados por el Departamento de Salud.
“Queremos brindar las herramientas necesarias para que los padres puedan comunicarse de manera eficaz con sus adolescentes y aborden temas importantes, como el inicio de la vida sexual activa, el uso de condones y anticonceptivos, y la manera de obtener servicios de salud sexual y reproductiva”, explicó.
Guilamo-Ramos confía en que el artículo publicado en American Journal of Public Health contribuirá a definir la respuesta nacional ante una “importante emergencia de salud pública, acelerando la implementación de las herramientas existentes para prevenir y tratar el VIH en las comunidades latinas”, y adecuando los sistemas de servicios sociales y de salud a las necesidades particulares de las poblaciones hispanas y latinas que precisan de métodos de prevención y tratamientos eficaces para la infección por VIH.