A principios de este año, Israel lanzó un módulo de alunizaje que se estrelló en la superficie de la Luna dejando un cargamento de tardígrados, unos animales microscópicos y virtualmente indestructibles. Por lo que, ahora, la comunidad científica está tratando de esclarecer los daños que puede haber causado el accidente.
La misión del módulo Beresheet hizo historia el pasado 11 de abril: financiada e implementada por Space IL, fue la primera nave israelí en salir de la órbita terrestre y el primer esfuerzo privado para llegar a la Luna.
Por desgracia, las cosas no salieron como pretendía Space IL: segundos antes del alunizaje, Beresheet (“Génesis”, en hebreo) perdió contacto con la sala de control, de modo que nadie se dio cuenta de que su motor principal dejó de funcionar durante la etapa de desaceleración. Cuando lograron restablecer la comunicación, ya era demasiado tarde para un descenso suave y la nave se estrelló contra la superficie de la Luna.
Beresheet llevaba a bordo una “biblioteca lunar” que había desarrollado Arch Mission Foundation: una especie de cápsula del tiempo que conjuntaba el conocimiento de nuestra civilización. Aquella biblioteca contenía muestras de ADN humano, así como 30 millones de páginas de datos digitales y analógicos, incluidas una copia completa de Wikipedia, una bandera israelí, una Torá y una copia de la Declaración de Independencia de Israel.
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La complicación es que también transportaba miles de tardígrados, unos animales microscópicos de ocho patas, mejor conocidos como “osos de agua”.
Estos seres fueron seleccionados por sus peculiares propiedades biológicas: los tardígrados son capaces de sobrevivir sin alimento ni agua durante períodos increíblemente largos, ya que entran en un estado de hibernación en el que interrumpen por completo sus funciones metabólicas. De hecho, los científicos han reanimado tardígrados que han hibernado hasta diez años en condiciones de laboratorio. No obstante, el problema es que nadie sabe cuánto tiempo podrían resistir las condiciones de casi vacío que imperan en la Luna.
En entrevista con la AFP, Nova Spivack, cofundador de Arch Mission Foundation, comentó que las probabilidades de que esos animales hayan sobrevivido al accidente “son extremadamente altas”.
Dado lo anterior, los científicos están muy preocupados por la presencia no supervisada de estos animales en la superficie de la Luna, aun cuando se encuentren en estado de animación suspendida.
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La Oficina de Protección Planetaria de la NASA (OPP, por sus siglas en inglés) ha definido pautas sobre la esterilidad requerida para cualquier misión planetaria. “Una contaminación biológica de la superficie lunar es científicamente indeseable”, declaró la Dra. Lisa Pratt, directora de OPP, en un comunicado posterior al accidente.
Por su parte, otros científicos se han expresado con mucha más aspereza. Por ejemplo, la astrobióloga Mónica Vidaurri publicó en Twitter un hilo en el que detalló las posibles ramificaciones de permitir que las organizaciones privadas desechen lo que les venga en gana en la superficie de la Luna.
“Es muy malo que haya tardígrados en la Luna”, escribió Vidaurri, quien trabaja como consultora científica en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. “Esta situación no es emocionante. Ni graciosa. Es resultado de una grave violación de la ética y de la responsabilidad de protección que tienen tanto la ciencia pública como la privada, y no tenemos la menor idea de cuáles puedan ser las repercusiones”.
Algunos han descartado su inquietud como mera paranoia: “La Luna es un mundo muerto, sin atmósfera, con cambios de temperatura increíbles y una radiación muy alta”, respondió un usuario en el tuit. “Nada puede pasar con esos cascarones resecos”.
En cambio, otros han defendido la postura de Vidaurri.
“Creo que no entiendes el problema. Se trata de la absoluta falta de reglamentos y controles para este tipo de acciones”, replicó Chris Britt, científico que participa en las observaciones de los telescopios espaciales Hubble y James Webb. “¿Qué pasaría si una empresa privada enviara una misión a Europa [una de las lunas de Júpiter] y la contaminara? No hay procesos para impedirlo. Ese es el problema”.
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Y ya que la próxima misión lunar está prevista hasta 2024, “es muy improbable que puedan recuperar a tiempo [los tardígrados]”, agregó el físico Rafael Alves Batista, en entrevista con la AFP. “De modo que, aun cuando hayan sobrevivido, imagino que están condenados”.
Por otra parte, hay muchas justificaciones para no enviar vida terrestre a otros planetas, entre ellas evitar que futuros exploradores registren “falsos positivos” en los biomarcadores de vida.
Con todo, Caleb Scharf, astrobiólogo de Scientific American, opina que es muy probable que los tardígrados llegaran a la superficie de la Luna antes del incidente de Beresheet. Esos animales microscópicos han proliferado en nuestro planeta desde hace más de 530 millones de años y han sobrevivido a cinco extinciones masivas. El argumento de Scharf es que, en algún momento, los meteoritos que han impactado la Tierra pueden haberlos expulsado hasta nuestro satélite natural, dejando fósiles de tardígrados y hasta animales en estado de hibernación.
Los “osos de agua” se han convertido en un tema de investigación muy popular, y varios estudios han aislado los genes que desencadenan la hibernación para implantarlos en otros organismos. Por ejemplo, el Ejército de Estados Unidos está financiando investigaciones que utilizan el ADN tardígrado para preservar vacunas, sangre e incluso órganos humanos.
Aun cuando la NASA ha criticado la fallida misión israelí, la agencia espacial de Estados Unidos también ha hecho su parte para contaminar la superficie lunar: en 1969, los astronautas de Apolo 11 dejaron allá casi cien bolsas con excrementos.
A pesar del contratiempo, Arch Mission Foundation no se da por vencida: se ha asociado con Astrobotic, otra compañía privada de vuelos espaciales con la que, en 2021, pretende enviar a la Luna una copia de Wikipedia codificada como ADN sintético.
El siguiente gráfico, proporcionado por Statista, enumera las naciones que han visitado la Luna.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek