Ellos viajaron alrededor de 383,000 kilómetros lejos de casa, lo más lejos que los seres humanos hayan viajado antes o después. Sus naves contenían menos tecnología de la que los alumnos de primaria tienen hoy día en sus manos con su iPhone. Los astronautas dependían de una computadora primitiva que operaba a 1.024 megahercios y de una sala de control en Houston llena de hombres (en su mayoría) trabajando principalmente a la antigua: muchos cerebros humanos, lápiz y papel. Hoy, las trayectorias orbitales son calculadas en segundos por supercomputadoras que operan cientos de millones de veces más rápido que el modelo 1969 de la NASA.
Han pasado 50 años desde que Neil Armstrong fue el primero en caminar sobre la luna, el 20 de julio de 1969. Armstrong es uno de los 24 hombres que han volado allí; solo otros 11 se unieron a su pequeña fraternidad.
Conforme su hazaña se pierde en la historia, los hombres del programa Apolo tienen su lugar en el panteón de los grandes exploradores de la historia humana. Marco Polo. Cristóbal Colón. Su valor y curiosidad son celebrados con justa razón. Sus hijos y abuelos ahora ven las arcaicas máquinas voladoras que los llevaron a la luna y de regreso, de la misma manera que ellos vieron a los marineros del siglo XV en botes de madera impulsados por el viento, quienes viajaron a través de tormentas para descubrir continentes que no aparecían en sus mapas.
El viaje a la luna cambió a los astronautas de maneras que ellos no pudieron predecir. Fueron los primeros humanos en ver a su planeta azul, Tierra, alzarse detrás del orbe sin vida de la luna, y traer de vuelta consigo un sentimiento mesurado de su pequeñez y fragilidad relativa.
Durante las horas y días en que los astronautas del Apolo estuvieron en la órbita lunar en viajes entre 1968 y 1972, la Guerra de Vietnam estaba ardiendo, Estados Unidos y la Unión Soviética estaban comprometidos en una guerra armamentista con las armas más poderosas que la humanidad haya inventado jamás, y las ciudades estadounidenses estaban tensas por las protestas antibélicas y la agitación racial.
El programa espacial en sí mismo era una empresa de la Guerra Fría, una carrera para llegar a la luna antes que los soviéticos.
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No obstante, el esfuerzo lunar trascendió el patrioterismo y las fronteras nacionales. Cuando los primeros hombres en la luna regresaron a Tierra, fueron recibidos con desfiles honoríficos y efusiones mundiales de admiración en 24 ciudades durante la Gira PASOGIGANTE Apolo 11 de Buena Voluntad Presidencial (aunque Moscú no fue una de las 24 ciudades).
El último alunizaje fue el 11 de diciembre de 1972. Incluso entonces, la atención se había alejado de ese milagro, y solo los verdaderos aficionados espaciales pueden recitar los nombres de los últimos hombres que caminaron en la luna: Harrison Schmitt y Eugene Cernan. Para entonces, el escándalo Watergate que hundiría al presidente Nixon estaba desenmarañándose. La Guerra de Vietnam estaba reduciendo su intensidad, y Estados Unidos se encaminaba a una derrota devastadora. La caída del excepcionalismo estadounidense, tal vez, ya empezaba.
El quincuagésimo aniversario del primer alunizaje humano es un buen momento para evaluar lo que ha cambiado en la tierra y en Estados Unidos desde julio de 1969. Presentamos, enseguida, entrevistas con cuatro astronautas del programa Apolo.
En marzo Newsweek se reencontró con los astronautas lunares en la cena del Explorers’ Club, en Nueva York. El grupo incluía a ocho astronautas lunares del Apolo 7 al Apolo 11 (demás de Buzz Aldrin, del Apolo 11, el segundo hombre en la luna).
Ahora unos vivaces adultos mayores, los hombres caminaban sin prisa en el hotel Marriott en Times Square, seguidos por productores de televisoras y admiradores que buscaban autofotos y autógrafos, y rememoraban sus viajes. En un panel de discusión, Aldrin contó cómo el módulo de alunizaje tuvo un problema eléctrico que él resolvió con un marcador que por suerte había llevado consigo a la luna. Michael Collins, quien se quedó en el módulo de comando mientras Aldrin y Armstrong estaban en la luna, reveló que le preocupaba más si los ratones blancos con los que serían puestos en cuarentena después de su regreso a Tierra morirían de alguna enfermedad lunar hasta ahora desconocida que la seguridad de las naves espaciales.
Después, Newsweek entrevistó a Charlie Duke, Michael Collins, Al Worden y Russell Schweickart. Extractos editados a continuación.
CHARLIE DUKE
ENTONCES. Charlie Duke sirvió dos veces en el Control de Misión, como tripulación de respaldo del Apolo 13 y el Apolo 17; voló a la luna en el Apolo 16 y fue el décimo hombre en poner un pie en la luna.
AHORA. Duke es un cristiano comprometido, administra la organización Ministerio Duke para Cristo, y vive en las afueras de San Antonio, Texas, con su esposa, Dottie.
MICHAEL COLLINS
ENTONCES. Michael Collins fue el piloto del módulo de comando en el Apolo 11, en el primer alunizaje, del 16 de julio al 24 de julio de 1969, con Neil Armstrong y Buzz Aldrin.
AHORA. Collins está retirado después de una segunda carrera en el Departamento de Estado. Escribió una autobiografía titulada Carrying the Fire, la cual está por publicarse de nuevo, y sigue siendo un lector ávido que hace mucho ejercicio en el sur de Florida. Recientemente hizo el lanzamiento inicial en un juego de los Medias Rojas de Boston.
AL WORDEN
ENTONCES. Al Worden fue el piloto del módulo de comando en el Apolo 15, del 26 de julio al 7 de agosto de 1971.
AHORA. Worden se retiró de la NASA en 1975, sirvió como presidente de la Fundación de Becas de Astronautas, la cual da subvenciones a estudiantes excepcionales en ciencia e ingeniería, hasta 2011, y ha continuado dando pláticas públicas y asistiendo a eventos espaciales. Publicó una autobiografía, Falling to Earth. Vive en Florida.
RUSSELL SCHWEICKART
ENTONCES. Russell Schweickart, Rusty, fue el piloto del módulo lunar en el Apolo 9, del 3 al 13 de marzo de 1969, el primer vuelo del módulo lunar.
AHORA. Schweickart es director emérito de la Fundación B612, una organización dedicada a defender la tierra de impactos de asteroides, la cual cofundó con otros astronautas. Vive en California.
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LA DECLARACIÓN AUDAZ DE JFK EN 1962
MICHAEL COLLINS. Él dejó muy en claro su orden de poner a un hombre en la luna y regresarlo a salvo a la tierra para finales de la década. Entonces, no había duda de lo que íbamos a hacer y cuándo lo haríamos supuestamente. Ahora, el “cómo” quedaba en nosotros, y eso fue en lo que pasamos una década trabajando duro: lograr el primer alunizaje antes del final de la década. Tal como él lo dijo.
CHARLIE DUKE. Cuando Kennedy hizo el anuncio: “Vamos a poner un hombre en la luna en 1970”, meneé la cabeza: “No hay manera. Tuvimos 15 minutos en el espacio con el vuelo de Alan Shepard, ¿y él nos está comprometiendo a la luna? Vaya una declaración audaz”. Estaba incrédulo. ¿Cómo íbamos a hacer eso? Pero el país echó una mano. Para cuando entré en el MIT al año siguiente, este estaba construyendo sistemas de guía y navegación del Apolo. Llegué a trabajar en ello. Conocí a algunos astronautas a través de ese trabajo, y nunca había visto a alguien tan entusiasmado y tan positivo de que íbamos a hacer esto. Entonces, empecé a sentir esa emoción. Tal vez podía hacer ese trabajo. “Sí, vamos a poder lograrlo. Vamos a hacer esto”.
RUSSELL SCHWEICKART. Fue un periodo intenso en extremo. Pero estábamos muy enfocados en cumplir esa meta de JFK. Y, así, de cierta manera, fue un esfuerzo dedicado. Ciertamente, estábamos conscientes de lo que pasaba en el país y en el mundo. Pero la meta de JFK era algo muy, muy personal. Y solo puedo hablar por mí. Yo diría, habiendo dicho eso, que era claramente una meta muy compartida; pero, para mí, era en parte un compromiso nacional.
COMPETENCIA CON LOS SOVIÉTICOS
RUSSELL SCHWEICKART. Fue en parte una carrera con los soviéticos, pero más que cualquier otra cosa, para mí fue hacer algo que era claramente correcto en términos del destino humano. Estaba claro que teníamos que ir a la luna. Era un paso muy lógico. Había la carrera a la luna, pero nosotros, francamente, por lo menos varios de nosotros, aplaudíamos cuando los soviéticos hacían otra cosa, porque ello incentivaba a nuestra dirigencia y a nuestros gerentes a tenerle un poco menos de aversión al riesgo de la que podrían correr. Y así, aun cuando por una parte había una competencia, al mismo tiempo, por lo menos para mí, se trataba mucho de la humanidad saliendo, como debería hacerlo, al universo más amplio. A menudo digo que fuimos a la luna como un programa nacional, pero cuando vayamos a Marte y más allá, por lo que a mí respecta, seremos gente del planeta Tierra. Y pienso que haremos esto internacional y cooperativamente, y para mí así es como debería ser.
MICHAEL COLLINS. Bueno, 1969 fue un año de la Guerra Fría. No éramos amistosos con la Unión Soviética. El Salón de la Aeronáutica y el Espacio de París era territorio neutral. Yo esperaba tal vez una pizca de hostilidad por parte de ellos. No hubo ninguna. Nos concentramos más en el hecho de que teníamos similitudes en nuestro trasfondo en vez de en los sistemas políticos diferentes en nuestro trasfondo. Ellos volaban aviones, nosotros volábamos aviones. Nosotros vivíamos en el cielo, ellos vivían en el cielo. Nos concentramos más en esas similitudes que en nuestras diferencias políticas. Me llevé muy bien con Pavel. Él parecía alguien con quien podía salir a tomar una cerveza en términos muy amistosos. Y en ese momento, por lo menos, nos olvidamos de la hostilidad latente entre Estados Unidos y la Unión Soviética. [Collins conoció al cosmonauta Pavel Belyayev en el Salón de la Aeronáutica y el Espacio de 1969 después de su expedición lunar.]
EL IMPACTO DE LA FOTOGRAFÍA “SALIDA DE LA TIERRA”
AL WORDEN. Pienso que el Apolo 8 en verdad cambió la forma de pensar en este país por esos días. La fotografía de Tierra [tomada por el astronauta Bill Anders con una cámara Brownie en la Navidad de 1968] probablemente sea la foto más famosa que se haya tomado. Y pienso que tal vez lo más importante que salió del programa Apolo fue una foto de Tierra. Porque de repente, la gente cayó en cuenta de que: oye, esta cosa no es infinita. No es tan grande que no podamos entenderlo. No es tan grande que no podamos mirarlo desde lejos y verlo como este pequeño planeta allá afuera.
ESTADOS UNIDOS ENTONCES Y AHORA
AL WORDEN. La década de 1960 no fue buena, pero estábamos muy orientados a las metas. Sí tuvimos un incendio en 1967 en el Cabo y se habló mucho de si debíamos continuar el programa o no. Pero se tomó la decisión, y pienso que la correcta, de que continuáramos, porque estas cosas van a suceder. No me importa qué tipo de programa de pruebas tengas, habrá accidentes. Habrá gente que resulte lastimada, y no puedes parar a causa de ello. Fui parte del grupo que trabajó con el contratista. Y sé que no hubo una pizca de burocracia involucrada en nada de ello. Todos se sentaban alrededor de la mesa y resolvían el problema, y llegaban a un consenso y todos tenían la idea de que: oye, estoy trabajando aquí para llevar al hombre a la luna. Pero pienso que eso ha cambiado. Pienso que nos estamos relajando de una manera que no es tan positiva como lo solía ser. Pienso que nos estamos volviendo demasiado: ¿qué es lo que quiero decir? Nos estamos dividiendo demasiado. Nos veo dividiéndonos terriblemente, y es muy triste para mí. Y porque nos estamos dividiendo, no estamos haciendo nada. Porque un bando no va a ceder ante el otro, por lo cual pienso que es una gran diferencia. No tuvimos ese problema en las décadas de 1960 y 1970.
CHARLIE DUKE. La guerra, sin duda, nos estaba haciendo pedazos en 1972, pero el programa espacial nos unía. Vi al Apolo con cientos de miles de personas involucradas en el programa y emocionadas de estar en una carrera, todavía estamos en una Guerra Fría, pero estamos en la guerra caliente en Vietnam, pero vamos a ganar esta Guerra Fría. Entonces, mientras viajaba por el país dando pláticas en esos días, hallé mucha unida, si quieres, y los niños, los adultos, todos estaban emocionados por ello: “Vamos a hacer algo que nunca antes se ha hecho”. Entonces esto sí unió al país. En algunos aspectos pienso que somos menos positivos ahora. En otros aspectos pienso que somos más positivos. La meta de estar en el espacio todavía es algo muy positivo en nuestro país. Hay muchos movimientos, pienso yo, que no son buenos, pienso que hemos hecho locuras.
MICHAEL COLLINS. Pienso que el programa espacial, aunque fue importante, no fue el cambio monumental o el reto monumental a nuestros sistemas sociales. Fue una parte relativamente menor de ello. El país continúa. Estados Unidos, mejor país del mundo: continúa siéndolo, lo fue antes, lo es ahora, y lo será en el futuro. No fue [impactado] de una manera u otra, favorable o desfavorablemente por el programa espacial. No pienso que todo fuera tan terrible y nosotros lo transformamos tan maravillosamente. El programa espacial fue una parte relativamente pequeña de lo que estaba sucediendo. Y el país no estaba en el caos total.
RUSSELL SCHWEICKART. El Apolo 9 ocurrió cuando la guerra de Vietnam estaba en marcha, Robert Kennedy acababa de ser asesinado, Martin Luther King acababa de ser asesinado, había disturbios, había todo tipo de cosas sucediendo de una naturaleza histórica. De hecho, estábamos completamente enfocados en el programa Apolo y haciendo despegar el programa. Estoy muy involucrado con el aquí y ahora, y al mismo tiempo cuáles son mis preocupaciones más profundas y significativas y dónde pongo mi energía a largo plazo. Así, estoy mucho más interesado en dónde vamos a largo plazo. Vivimos tiempos difíciles y siempre habrá tiempos difíciles; esto es, en un sentido, la espuma en la superficie de la historia del océano, o en el océano de la historia, debería decirlo de esa manera. Y esa espuma tiene muy poco que ver con lo que pasa en la profundidad del océano. Nuestro papel, y responsabilidad, es la evolución continua de este experimento de vida. Eso, para mí, es lo importante finalmente del Apolo y la celebración del 50 aniversario. El Apolo 9 fue simplemente uno de varios pasos a lo largo del camino. Lo importante es haber mirado atrás hacia Tierra y entendido que vivimos en este rincón del universo y que tenemos una responsabilidad. Mi esperanza es que en medio de todo el barullo de la política nacional y las disputas hay un entendimiento más profundo (o exploración espacial) de parte de nuestros líderes espaciales. Es una responsabilidad, en cierto sentido, que tenemos con las generaciones, incontables generaciones, en el futuro.
SOBRE QUEDARSE ATRÁS EN EL MÓDULO DE COMANDO SOBRE LA SUPERFICIE LUNAR
MICHAEL COLLINS. Ya sabes, sería un mentiroso o un tonto si dijera que tuve el mejor asiento en el Apolo 11. Sin embargo, puedo decir con absoluta verdad y ecuanimidad que estoy contento con el asiento que tuve. Estaba orgulloso de ser parte del Apolo 11. Fue la culminación del sueño del presidente John F. Kennedy de llevar un hombre a la luna, y lo hicimos con el Apolo 11. Fui una parte integral de eso. Fui el boleto de regreso de Neil y Buzz. Estaba contento de tener el asiento que tuve.
LA EXPLOSIÓN MÁS GRANDE: ASTEROIDES
RUSSELL SCHWEICKART. En la última década y media me he dedicado a asegurarme de que vamos a estar en posición de ser capaces de desviar cualquier asteroide que encontremos en el futuro y que pudiera amenazar, si no es que acabar, este experimento del que todos somos parte. Uno podría pensar que el desafío real en términos de proteger la tierra de impactos de asteroides son los problemas técnicos implicados en ello. Y hay problemas técnicos desafiantes muy, muy serios, pero se van a resolver. O sea, estamos muy cerca de eso ahora. Pero lo que descubrimos —cuando empezamos a luchar con los problemas reales que implica desviar un asteroide que sabemos que viene— son los problemas y retos geopolíticos. De ahí va a venir la verdadera dificultad. Yo diría que, cuando nos golpee el siguiente asteroide, porque sucederá, ojalá sea uno pequeño. Pero cuando nos pegue será a causa de un fracaso del mundo político de tomar una decisión coordinada y cooperativa de gastar dinero para desviarlo. Esa es una decisión geopolítica muy, muy desafiante que tiene que tomarse. Al final, va a ser el planeta el que va a decidir protegerse a sí mismo. No una sola nación. Y eso va a requerir una decisión planetaria; los políticos no son elegidos por el planeta. Finalmente, será el planeta, la gente del planeta Tierra, quien la proteja cuando se presente ese reto, y lo hará.
SOBRE ELON MUSK Y LA PRIVATIZACIÓN DE LA EXPLORACIÓN ESPACIAL
RUSSELL SCHWEICKART. La mayoría de la pasta para la exploración espacial hoy día proviene de estos participantes nuevos en la tecnología espacial encabezada por la industria privada. La NASA tiene una gran responsabilidad y la seguirá teniendo, al igual que otros programas espaciales nacionales. Pero los programas de gobierno tienen una manera de, con el tiempo, anquilosarse y cobrar aversión al riesgo. Mientras, los nuevos participantes son muy, muy innovadores. Están compitiendo entre sí, tienen todo tipo de grandes ideas y, ya sabes, vemos eso en la forma de Elon Musk y SpaceX con la primera fase de alunizaje que puede usarse múltiples veces. Incluso dos primeras fases del Falcon 9 Heavy, regresando y aterrizando en formación. O sea, fue increíble. Nunca verías eso salir de la NASA o el gobierno. Entonces, ese tipo de cosas es muy emocionante. Y pienso que eso ciertamente, en el corto plazo, es a donde se va toda la pasta. Si escuchas a Elon Musk, creo en sus palabras. Pienso que él en verdad cree que llegaremos a ser una especie multiplanetaria. Y él simplemente lo expresó con claridad para muchos de nosotros. Él no inventó la idea, pero fue lo bastante valiente para declararlo de manera franca, y lo cree. Eso es lo que le importa, es lo que me importa, pienso que es lo que le importa a muchísima gente, incluso subconscientemente.
SOBRE EL DINERO PARA PROGRAMAS ESPACIALES ÑY EL FUTURO
CHARLIE DUKE. Pienso que los astronautas y los logros del programa espacial todavía son respetados. Pienso que el clima político sí cambió: “¿Por qué gastamos tantísimo dinero en la luna?” Mi respuesta a eso era: “No gastamos diez centavos en la luna. Todo se gastó en los Estados Unidos de América”. Teníamos a 400,000 personas. Mucha gente se benefició con la tecnología que se desarrolló en el programa espacial. Ha habido muchos estudios mostrando que la tasa de ganancia en nuestra inversión ha sido significativa en el programa espacial y la carrera espacial, si quieres.
MICHAEL COLLINS. El programa espacial es un elemento relativamente menor en nuestra sociedad estadounidense. No quiero exagerar la importancia de cuán relevante fue el programa espacial entonces y cuán importante era ahora. En verdad creo en el programa espacial. Pero no quiero irme de la mano y decir: “Va a arreglar esto, y la paz mundial y el racismo y las mujeres y todo”, ¿sabes? Fue un gran logro por entonces. Eso es todo. Simplemente no quiero exagerar eso de alguna manera.
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RUSSELL SCHWEICKART. Mi esperanza es que, en medio de todo el barullo de la política nacional, los partidos, las disputas y todo lo demás, hay un entendimiento más profundo dentro de los líderes nacionales. Ya sea el Congreso o la administración, ojalá ambos, asimilen que la exploración espacial es algo con un grado más profundo de responsabilidad. Es una responsabilidad, en cierto sentido, que tenemos con las generaciones, incontables generaciones, en el futuro. Eso es el futuro de dónde evoluciona la vida, y yo esperaría que parte de su compromiso con su presupuesto anual de la NASA, y con la cooperación internacional, y con mejorar o apoyar la exploración imaginativa y profunda, surja de ese reconocimiento profundo, eso es lo que espero. Al mismo tiempo, lo que vemos todos los días en los periódicos y en Twitter y donde sea, es la mi…da, la espuma, las burbujas, las disputas y todo el resto. Pero espero que debajo de eso haya un poco de entendimiento más profundo de nuestra responsabilidad con el futuro.
SOBRE LA SIGUIENTE GENERACIÓN EN EL ESPACIO
CHARLIE DUKE. Trato de hacer que los niños tomen los cursos duros, se reten a sí mismos en la escuela. Que no traten solo de pasar por la escuela, ya sabes. Uno nunca sabe lo que va a pasar en su vida. O sea, cuando era niño no había un programa espacial. Pero mantuve mi visión abierta, y tenía una especie de plan, y lo único que sabía es que quería ser un piloto. Y así me volví un piloto, y después de repente estaba en la escuela de vuelo, y el Sputnik subió. ¿Sabes? “Guau, hay una manera nueva de volar. Iremos al espacio, tal vez”. Solo seguí dando un paso a la vez. Soy muy activo con la Fundación de Becas de Astronautas. Les damos becas a niños que las merecen en todo el país para que estudien ciencia e ingeniería. Es bueno ver a los niños ser desafiados hoy día y el interés en el programa espacial. Cuando solicité empleo en la NASA había 3,500 solicitudes, todas de hombres por aquellos días. En 2017, la NASA tiene tuvo 18,000 solicitudes para el programa de astronautas. Entonces, el interés está allí, ya sabes, y el deseo de explorar en esta generación más joven está allí. Es muy emocionante para mí.
SOBRE DIVERSIDAD EN LA EXPLORACIÓN ESPACIAL
RUSSELL SCHWEICKART. Pienso que hoy es maravilloso que tengamos no solo un puñado de hombres blancos, sino hombres y mujeres blancos, negros y morenos. Así es como debería ser. Lo que vemos es, de cierta forma, la evolución de la humanidad avanzando, y saliendo más hacia el universo. Por lo que a mí respecta, eso debería representar a la vida en la tierra y no a hombres, mujeres, rusos, estadounidenses, lo que sea. Somos la vida en este rincón del universo y pienso que estamos saliendo hacia el cosmos, y para mí eso debería hacerse juntos.
CHARLIE DUKE. La Estación Espacial Internacional tiene todo tipo de astronautas y todo tipo de naciones juntas allá arriba. Y así, ahora hay mucha diversidad en el programa. Pienso que la NASA no distingue colores. Vas a elegir al mejor, ya sea que se llame James o Jim o sea negro o blanco, ya sabes, eliges al mejor.
SOBRE CIENCIA Y DIOS
CHARLIE DUKE. No veo un conflicto. La ciencia está basada en leyes inmutables, y las leyes del universo fueron puestas en acción por un diseñador. Yo lo llamo Dios. Y así, la cuestión de la ciencia ante la fe o de la fe ante la ciencia en realidad es una cuestión, a mi parecer, de evolución o creación. La evolución está tan basada en la fe como la creación está basada en la fe. La creación es tan científica como la evolución. Y así, nunca puedes demostrar una u otra científicamente, así que es una cuestión de creer. Pienso que la evidencia ahora, a mi parecer, apunta más hacia que hay un diseñador del universo. Está demasiado ordenado. El pensamiento de que las cosas solo pasan por accidente va más allá de mi comprensión por estos días, aunque fui criado [para creer en] el Big Bang y todas esas cosas. Hay un par de mis amigos astronautas que todavía sostienen esa postura. Y somos buenos amigos, y tuvimos una discusión anoche, por cierto, sobre este asunto. Entonces, podemos estar en desacuerdo, pero seguir siendo amigos.
SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO
MICHAEL COLLINS. Tengo un amigo, un compañero astronauta, Walt Cunningham, que es de los que no creen. Él piensa que estas variaciones en la temperatura son antiguas y puedes rastrearlas a siglos atrás. No concuerdo con él. Hemos tenido algunas discusiones al respecto. Pienso que toda la, disculpa la palabra, mierda que lanzamos al cielo es mala, mala para la salud de nuestro planeta. Tal vez no aumente la temperatura inmediatamente, pero tiene efectos a largo plazo. En su mayoría es dióxido de carbono. Y Walt dice: “Bueno, eso es maravilloso, a los bosques les encanta el dióxido de carbono”. Y eso es cierto. Sin embargo, donde vivo, es la acidez del cambio en el agua lo que noto. En los lugares donde buceo, los corales están blanqueándose y muriendo. Lo mismo está sucediendo en Australia, en la Gran Barrera de Coral. Entonces, no es solo una cuestión de temperatura. Es una cuestión de acidez. También es una cuestión de aumento en la temperatura. Pienso que estamos haciendo cosas peligrosas para nuestro medioambiente hoy día, a nuestro planeta. Y necesitamos poner énfasis no solo en investigación, sino en llevar esa investigación más a la vista del público en términos que nos muevan.
FINALMENTE, SOBRE ESOS RATONES…
MICHAEL COLLINS. Los ratones blancos no aparecieron en escena hasta después de que regresamos a la tierra y nos pusieron en cuarentena. Teníamos una colonia grande de ratones blancos. A los científicos les preocupaba que trajéramos patógenos peligrosos de la luna. Y, por lo tanto, el éxito final de nuestra misión dependía de la salud de estos ratones blancos. Yo más o menos me burlé de eso aquí y allá. Pero era una consideración real. Si los ratones blancos hubieran muerto, ¡uy, no!… trajimos con nosotros algo muy, muy peligroso. Cuán peligroso, no lo sé. Pienso que Neil dijo: bueno, las posibilidades de que hayamos hecho eso eran infinitesimalmente pequeñas, pero las implicaciones, el peligro de que lo hiciéramos, eran importantes más allá de toda creencia. Si tomas un número diminuto y lo multiplicas por un número enorme, ¿qué obtienes? No sé, obtienes alguna cantidad por la cual las autoridades pensaron que valía la pena construir este edificio gigantesco lleno de ratones blancos para verificarlo, eso es todo. Me gusta decir, ya sabes, cuando ya todo había pasado, que el éxito del Apolo 11 no fue del hombre, fue, ya sabes, en ese libro famoso De ratones y hombres. Fue en realidad de ratones, ¿vale? El éxito del Apolo 11 dependió de ratones.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek