Nueve de cada diez personas en el mundo respiramos aire contaminado, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El hecho que respiremos un aire limpio o sucio depende en gran medida de las políticas públicas de los gobiernos. Respirar aire limpio es un derecho que deben garantizar quienes llevan las riendas de un país. En México esto no se ha hecho cabalmente.
El año pasado la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió una recomendación (la número 32/2018) en contra de diversas autoridades por violentar los derechos humanos a la salud.
Tanto a las secretarías federales del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Energía, Economía, Salud, así como la Comisión Reguladora de Energía, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, los gobernadores de los 31 estados, presidentes municipales y el jefe de gobierno de la Ciudad de México demandaron garantizar un nivel de vida adecuado, un medio ambiente sano e informar, públicamente y de manera clara, lo que ocasiona la contaminación atmosférica.
Cuando esta recomendación fue emitida, México se encontraba inmerso en el proceso electoral, así que la misma pasó de largo.
Las recientes contingencias que han afectado principalmente el centro del país y frente a las que se ha tomado una que otra medida reactiva, han dejado en claro que las autoridades siguen sin avanzar en el tema.
En este contexto, un grupo de científicos diseñó una plataforma que podría contribuir a que las autoridades atiendan las observaciones de la CNDH. Este organismo identificó deficiencias administrativas en materia ambiental, tales como la inadecuada implantación de disposiciones ambientales, el deficiente sistema de monitoreo atmosférico de la calidad del aire en gran parte del país, y el desinterés generalizado de los diferentes niveles del gobierno por atender la problemática.
Erik Velasco, ingeniero ambiental doctorado en la Universidad Estatal de Washington y quien actualmente desarrolla proyectos en Singapur, México y Corea; Elvagris Segovia, maestra en Ingeniería Ambiental por la Universidad Saitama, Japón, quien actualmente tiene a su cargo el laboratorio de geofísica de la Universidad Nacional de Singapur; Rodrigo González, doctora por la Universidad Estatal de Washington donde formó parte del grupo de políticas públicas de la Sociedad Americana de Meteorología quien hoy es consultor ambiental en Portland, Oregón; y Rafael Ramos, quien fue Director de Monitoreo Atmosférico en el gobierno de la Ciudad de México y su representante en el Grupo C40 de Ciudades Líderes del Clima, son quienes han desarrollado un plan que, sostienen, de aplicarse, derivaría en una gestión ambiental encaminada a que todo ciudadano mexicano respire aire limpio. Es decir, para democratizar el acceso al aire limpio.
Y es que, en palabras de Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS, la contaminación del aire representa una amenaza para todos pero “las personas pobres y marginadas se llevan la peor parte”.
Para lograr una gestión de la calidad del aire que permita abordar y solucionar su problemática oportunamente y con perspectiva de derechos humanos, como recomienda la CNDH, estos expertos consideran que las instancias gubernamentales deben reconstruir la estructura normativa, administrativa y técnica que soporta el diseño de las políticas ambientales que requiere la sociedad.
La matriz que proponen se integra por tres plataformas:
La primera incluye los fundamentos éticos necesarios para cumplir con la perspectiva de derechos humanos y justica social que exige la reconstrucción del país.
La segunda la conforman la educación, la ciencia y el desarrollo tecnológico.
La tercer plataforma comprende el monitoreo atmosférico, modelación numérica e inventario de emisiones, como herramientas necesarias para evaluar el estado de la calidad del aire que permitan diseñar medidas de control eficaz.
Desde su óptica, toda política ambiental debe estar sustentada en evidencia científica que incorpore los avances tecnológicos, y que se informe a la sociedad sobre los beneficios esperados.
CUESTIÓN DE VIDA O MUERTE
La contaminación del aire causa en México la muerte prematura de 26 mil personas cada año.
La OMS la asocia con múltiples enfermedades respiratorias y cardiovasculares, además de padecimientos endocrinológicos, desarrollo de cáncer, arterosclerosis, enfermedades ginecológicas, padecimientos oculares como conjuntivitis, blefaritis y cataratas, daños en la piel como dermatitis, urticaria y pérdida de pigmentación, afecciones durante el embarazo y en el sistema nervioso.
El aire sucio desencadena enfermedades crónicas como el Alzheimer y otras formas de demencia. También estudios clínicos plantean que la efectividad de algunos medicamentos disminuye cuando el paciente respira aire contaminado.
Además de ser un problema de salud pública, impacta la economía y desarrollo social. El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) estima que acarrea pérdidas económicas superiores al 3 por ciento del producto interno bruto.
Así que, antes de establecer cualquier regulación, “las autoridades necesitan entender que el problema de la contaminación del aire es una violación a los derechos humanos con altos costos sociales y económicos. Por definición, el Estado debe proveer seguridad a sus ciudadanos, lo que incluye un ambiente sano que les permita desarrollarse con plenitud y una calidad de vida digna”, explica Erik Velasco, a nombre del equipo de investigadores, en entrevista desde Singapur, con Newsweek México.
Además, precisa que las autoridades requieren implementar una gestión de la calidad del aire con políticas ambientales apropiadas, basadas en trabajo técnico y científico, y verificar su eficacia a través de la evaluación de indicadores que muestren la mejoría de la calidad del aire en el país.
Velasco es un mexicano destacado en su ámbito a nivel internacional. Hasta hace poco coordinaba el área de contaminación atmosférica del Center for Enviromenatl Sensing and Modeling del Singapore-MIT Alliance for Research and Technology.
En su opinión, para atender las recomendaciones de la CNDH, las autoridades deben construir una gestión ambiental honesta, justa, transparente y con equidad social.
Que se cree, además, un Centro Nacional de Investigación de la calidad del aire, de carácter autónomo y orientado a generar información científica de alto impacto acorde a las necesidades del país.
También señala que cada estado debe contar con un programa de gestión ambiental, que funcione realmente como instrumento preventivo y correctivo, priorizando la protección de la salud.
Cada programa deberá atender la problemática de cada entidad en función de sus necesidades locales ante el entorno impuesto por el cambio climático, e incluir los mecanismos para informar oportunamente a la ciudadanía exactamente qué contiene el aire que respira.
¿QUÉ RESPIRAMOS?
Cuando respiramos, junto con el oxígeno inhalamos gases y partículas nocivas que forman la mezcla de contaminantes atmosféricos. Son cientos de especies tóxicas a las que estamos expuestos diariamente. Algunas muy dañinas por sí mismas; otras, reaccionan en el aire generando otras especies, que por lo general son aún más tóxicas.
Con el fin de verificar el nivel de contaminación en general, se selecciona un número determinado de especies representativas de la mezcla de contaminantes. Por ejemplo, en el caso de México son seis, y se les conoce como contaminantes criterio: dióxido de azufre (SO2), monóxido de carbono (CO), dióxido de nitrógeno (NO2), ozono (O3), y las partículas menores a 10 y 2.5 micras (PM10 y PM2.5, respectivamente).
Las partículas son causantes de múltiples problemas respiratorios y cardiovasculares, las primeras afectan la parte superior del sistema respiratorio, mientras que las segundas penetran hasta los pulmones, donde pueden trasladarse al sistema circulatorio y alcanzar cualquier órgano del cuerpo.
Aún peor: hoy sabemos que las partículas más peligrosas y abundantes son aquellas en la escala nanométrica. Es decir, estas se originan en los escapes de los vehículos, estufas, anafres, e incendios forestales entre otras muchas fuentes de emisión, aunado a que una fracción significativa se forma a través de reacciones químicas en el aire. En el caso de Ciudad de México más de la mitad de estas partículas se genera así, según estudios recientes.
El monitoreo permanente de la calidad del aire es tarea de cada gobierno local. Y es que pese a que existe una normatividad para hacerlo y en el pasado la federación ha asignado recursos para ello, la mayoría de los estados lo hace mal o, de plano, no lo hace.
Según el Sistema Nacional de Información de la Calidad del Aire (SINAICA), 21 estados cuentan con sistemas de monitoreo atmosférico, pero solo 16 reportan datos en al menos una estación.
Para todo el país hay solo 112 estaciones activas repartidas en 37 ciudades, y casi la mitad de estas son únicamente para tres metrópolis: Ciudad de México (29), Monterrey (13) y Guadalajara (10).
De manera que el monitoreo de la calidad del aire dista mucho de lo que, en consideración de estos expertos necesita el país.
Ellos plantean que cada una de las 32 entidades debería elaborar su propio programa de gestión para mejorar la calidad del aire (ProAire), con un sistema de monitoreo atmosférico confiable y transparente, que reporte al menos cada hora las concentraciones de los seis contaminantes criterio.
Que por lo menos cada una de las 384 ciudades más pobladas del país debe contar, al menos, con una estación de monitoreo, ya que a través de la misma se podría alcanzar a informar al 92 por ciento de la población sobre la calidad del aire que respira.
También que el sistema de monitoreo debe incluir áreas rurales y forestales, ya que el transporte regional de contaminantes impacta la sustentabilidad de los bosque y producción agrícola. Sugieren iniciar con las áreas naturales protegidas bajo mayor riesgo ambiental.
Resaltan la necesidad de que se actualicen los límites de las concentraciones máximas permisibles de los contaminantes criterio acorde a los establecidos por la OMS, ya que las normas vigentes en México datan de 1993, y en el caso de las partículas ni siquiera existen.
Establecer un índice de la calidad del aire que integre las concentraciones de los principales contaminantes y su potencial daño a la salud, que le informe al ciudadano de manera fácil y oportuna qué es lo que respira y los riesgos que conlleva.
Plantean, además, que los gobiernos deben definir las políticas ambientales a partir de tres herramientas básicas: monitoreo atmosférico, inventario de emisiones y modelación numérica.
Y que las entidades que compartan cuencas atmosféricas –como el Valle de México– deben trabajar coordinadamente la gestión de la calidad del aire y establecer medidas de control que puedan implementar y evaluar conjuntamente.
LOS PRIMEROS PASOS
En su matriz identifican que se debe comenzar por poner en funcionamiento las estaciones que se encuentran fuera de operación y revisar los protocolos de calibración y mantenimiento de todas.
En una segunda fase debería extenderse el monitoreo atmosférico a las 117 ciudades con más de 100 mil habitantes, y en aquellas impactadas directamente por actividades altamente contaminantes, tales como minería e industria petroquímica. Esto para que, al cabo de seis años, puedan estar trabajando el total de estaciones.
No bastaría con instalar las estaciones, se requiere dotarlas de recursos para su operación, mantenimiento, manejo de datos, control de calidad y elaboración de informes periódicos.
Según estos expertos, a partir de un diagnóstico preciso de las características y magnitud de la contaminación atmosférica y de los avances en las ciencias ambientales será posible construir una gestión de la calidad del aire eficaz.
Al respecto, indican, es necesario lo siguiente:
Conocer el origen de los contaminantes atmosféricos. Para esto se deben construir inventarios de emisiones que incluyan todas las fuentes de emisión a escala regional y nacional. Estos inventarios deberán proveer información sobre el origen y la composición química de las emisiones. Se tienen que crear mapas que indiquen la distribución espacial de las emisiones y su variabilidad a lo largo del año, de acuerdo al día de la semana e inclusive a la hora del día.
Diseñar programas temporales de monitoreo que expandan el número de especies contaminantes. Así se podrían entender las transformaciones e impacto de los contaminantes emitidos a la atmósfera.
Es necesario contar con modelos numéricos que simulen correctamente los procesos físicos y químicos involucrados en la contaminación del aire para evaluar la introducción de nuevas medidas de control y crear escenarios que resulten de los cambios a la legislación ambiental en respuesta a las medidas de mitigación ante el cambio climático. De esta manera, según estos expertos, podrían diseñarse políticas que realmente abatan la contaminación del aire de manera sistemática e inteligente, porque lo que se hace ahora, comparan, es como dar de palos a una piñata con los ojos vendados.
Consideran también que estos modelos podrán emplearse para pronosticar en tiempo real la calidad del aire, de manera similar a como se pronostica hoy en día el clima. Así, las autoridades podrían establecer oportunamente medidas de control e informar anticipadamente a la ciudadanía la aparición de una posible contingencia ambiental. Y no como en la actualidad: las medidas se toman una vez ya declarada la contingencia.
Identifican que la gestión de la calidad del aire debe sustentarse en diagnósticos precisos.
El planteamiento y ejes de su matriz están encaminados a que se reconozca la contaminación del aire como un problema de salud pública, sustentabilidad ecológica, desarrollo social y productividad económica que deben atender las instancias gubernamentales.
Para ello, desde su óptica, se requiere una gestión de la calidad del aire con un enfoque multicontaminante, que involucre las agendas de salud pública, cambio climático, educación, desarrollo territorial, urbanización, ciencia y tecnología.
AIRE LIMPIO PARA TODOS
No todas las personas en nuestro país tienen acceso a aire limpio. Los expertos medioambientales consultados por Newsweek México hablan de lo imperioso que es el que las autoridades tomen medidas para que se democratice el acceso al aire limpio.
Elvagris Segovia:
“Respirar aire limpio es parte del derecho humano a un medio ambiente sano, remarcado así por el Relator Especial de la ONU en la sesión 40 del Consejo de las Naciones Unidas. El gobierno, en todos sus niveles, debe propiciar el acceso a la información sobre la calidad del aire. También debe proveer transporte público eficiente, no contaminante, seguro y con tarifas justas para incentivar su uso por encima del automóvil. Al mismo tiempo, desarrollar infraestructura para fomentar el uso de bicicletas y otras opciones de movilidad no contaminantes”.
Rodrigo González:
“El acceso al aire limpio en las ciudades es parte de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) establecidos por las Naciones Unidas. Para democratizar el acceso al aire limpio se tienen que redefinir las prioridades nacionales e individuales, las estrategias de urbanización y movilidad en la ciudad, y establecer sistemas de seguridad mucho más eficientes. De esta manera podremos priorizar la salud, la seguridad y la justicia sobre la productividad y así mismo generar más argumentos para que se utilice la bicicleta o el transporte público de forma eficiente y segura”.
Rafael Ramos:
“Más del 70 por ciento de la población en la Ciudad de México no posee un automóvil, causante de la mayor parte de la contaminación del aire. Democratizar el acceso a un aire limpio implica crear las mismas oportunidades de acceso al espacio público y una movilidad segura para cualquier persona mediante el uso de carriles confinados para el transporte público, prioridad de paso a peatones y ciclistas, un transporte público digno, seguro y eficiente que promueva que más personas dejen de usar el automóvil en favor del transporte público.
“Podría agregar otras acciones en favor de la democratización del acceso al aire limpio en la CDMX: eliminar el subsidio a los combustibles (que la gente sin automóvil no se beneficie del subsidio), incrementar las áreas de pago (con parquímetro) del estacionamiento en vía pública (los autos estacionados que ocupan espacio público paguen el uso del mismo) e implementar áreas en la ciudad con cargos por congestión”.
Erik Velasco:
“Es esencial que cada vez más personas respiren aire limpio sin importar su condición social como parte de la Cuarta Transformación propuesta por la nueva administración. Urge en México desarrollar instituciones que resuelvan los problemas de calidad del aire a través de una gestión honesta, equitativa y transparente. Esto será solo posible con el aporte de mexicanos expertos en el tema y un gran compromiso social”.