El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID, 2018). En ella destaca ante todo un dato: México llegó, en 2018, a una población total de 124.9 millones de habitantes.
El dato contrasta con los 119.5 millones que se contabilizaron mediante la Encuesta Intercensal, 2015, pues en un lapso de tres años hubo un crecimiento neto de 5.4 millones de personas más viviendo en nuestro país.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, Japón tenía en 2018 una población aproximada de 126 millones de personas; pero a diferencia de lo que ocurre en México, su demografía decrece anualmente, por lo que, en el año 2020, cuando se lleve a cabo el Censo de Población y Vivienda, tendremos al menos 3.6 millones de personas más, es decir, nuestra población rondará la cifra de 128 millones de personas.
Uno de los factores que explica esta magnitud poblacional es que, a pesar de algunos avances, la reducción de la tasa global de fecundidad se ha dado a pasos más lentos de lo que se esperaba; mientras que las tasas de fecundidad entre adolescentes y mujeres jóvenes sigue siendo muy alta.
En efecto, del 2015 al 2017, la tasa global de fecundidad se ubicó en 2.07 hijos por cada mujer en edad fértil, siendo Chiapas, Zacatecas y Coahuila las entidades con las tasas más altas: 2.8, 2.71 y 2.53, respectivamente. En contraste, la entidad con la tasa más baja es la Ciudad de México, con un indicador de 1.34 hijos por cada mujer en edad fértil.
Debe señalarse en ese sentido, que en las últimas tres administraciones se relajó, sobre todo por razones ideológicas y de credo de los titulares del Ejecutivo, la política de población, de tal forma que hubo rezagos relevantes en materia de cumplimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, fundamentalmente entre las más jóvenes.
Para ilustrar lo anterior basta con señalar el dato relativo al porcentaje de mujeres en edad fértil que se declararon usuarias de métodos anticonceptivos: en 2014 fue de 51.6%, mientras que en el 2018 el porcentaje se ubicó en 53.4%; como se observa, la diferencia es poco significativa.
Otros datos a destacar de la ENADID son los siguientes: A nivel nacional, la edad mediana al inicio de la vida sexual de las mujeres es 17.5 años, edad similar a la registrada en 2014 (17.6 años).
En 2014, de las mujeres que han tenido relaciones sexuales, 65.7% declaró que no utilizó algún método anticonceptivo en la primera relación.
Para 2018 la proporción fue de 59.4 por ciento. De la población de 15 años y más, 39.9% está casada, 28.8% es soltera, 18.1% vive con su pareja en unión libre y 13.2% es exunida (separada, divorciada o viuda).
La ENADID también permite conocer datos relevantes, como la tasa de mortalidad infantil, la cual sigue siendo sumamente elevada para un país como el nuestro: 15.6 defunciones de menores de un año, por cada mil nacidos vivos. En ese sentido es importante recalcar que en las localidades de menos de 15 mil habitantes la tasa es de 17.2, mientras que en las de 15 mil habitantes o más es de 14.4.
Frente a este indicador, es importante comparar con lo que pasa en países como Alemania, Noruega o Suecia, donde las tasas de mortalidad infantil se ubican en alrededor de tres defunciones de niñas y niños menores de un año, por cada mil nacidos vivos.
La nueva administración no ha hecho de estos temas una prioridad nacional hasta ahora. Es urgente, como se ve, que las tome como agendas de atención urgente, y que se articulen efectivamente las nuevas estrategias y programas con las acciones dirigidas a la garantía integral de los derechos de la niñez y de las mujeres, con particular énfasis en las más jóvenes.
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