Investigadores del IPN y la UNAM impulsan el desarrollo y lanzamiento de un nano satélite para fines tecnológicos y de estudios de la ionósfera terrestre, así como su posible afectación por eventos de clima espacial y otros fenómenos geofísicos.
OAXACA, OAX.– Tepeu dios maya del cielo creador del mundo y del hombre, según la mitología de ese pueblo prehispánico, es el nombre que un grupo de científicos mexicanos dieron a la primera misión espacial con fines de investigación en el país.
El programa liderado por el catedrático del Instituto Politécnico Nacional (IPN) Mario Alberto Mendoza Bárcenas, busca poner en órbita en 2020 un satélite tipo Cubesat con menos de un kilogramo de peso.
En entrevista, el profesor adscrito al Centro de Desarrollo Aeroespacial del IPN destaca que el artefacto diseñado por mexicanos se ubicará, en la primera misión, en las capas bajas de la ionósfera –a unos 350 kilómetros de la tierra– desde donde realizará diversas mediciones.
El proyecto, con un costo aproximado de cinco millones de pesos en sus dos misiones iniciales TEPEU-1 y TEPEU-2, contará con sensores como magnetómetros, sonda de Langmuir para estudiar la ionósfera a partir de su consideración como un plasma, además de tener un medidor de partículas, un GPS y equipos de comunicación.
Los datos adquiridos del TEPEU-1 serán enviados a la Estación para la Recepción de Información Satelital (ERIS) ubicada en Chetumal, Quintana Roo.
Con la información proporcionada por el satélite y el procesamiento de datos será posible estudiar la ionósfera –que es una capa de la atmósfera altamente sensible– y se podrían establecer bases para la investigación sobre la actividad solar y del interior de la tierra.
En la búsqueda por dar continuidad a las investigaciones, pese a la falta de recursos, los investigadores han puesto en marcha herramientas como “Pegasus” y plataformas de vuelo suborbital, que consisten en vuelos experimentales a bordo de parapente y globos estratosféricos, a través de los cuales se documenta y evalúa el funcionamiento y desempeño de los equipos que habrán de enviarse a la misión espacial.
“No podemos detenernos por falta de dinero, la complejidad de los permisos y el desarrollo de mapas, planos y los requerimientos tecnológicos y científicos que la misión implica, por lo que realizamos pruebas con los recursos que tenemos”, recalca.
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MISIONES EN OAXACA
El grupo de expertos del IPN, la Universidad Autónoma de México (UNAM) en colaboración con la Universidad Tecnológica de los Valles Centrales de Oaxaca (UTVCO), el Instituto de Investigaciones Geológicas y Atmosféricas A.C., así como la asociación oaxaqueña Fupresa iniciaron a mediados de febrero de 2019 pruebas de telecomunicaciones dentro del espacio del Valle Central de Oaxaca.
Mendoza Bárcenas explica que las misiones “Pegasus 4, 5 y 6” consistirán en efectuar sobrevuelos en parapente sobre Santa Inés del Monte, con los cuales además de probar los sensores que se colocarán en el aparato que realiza el vuelo, se promueve la enseñanza y el involucramiento de estudiantes en este tipo de desarrollos tecnológicos.
“Este tipo de proyectos colocan al estado en la ruta del desarrollo científico, pese a las carencias en el ámbito social que enfrentan”, resalta.
Refiere que en 2018 consiguieron una vinculación y colaboración con la estación ERIS Chetumal, por lo que en este año efectuarán pruebas no solo de los sensores ambientales y geomagnéticos que se llevan en el módulo a bordo del parapente, sino también de instrumentos que permitan comunicarse y transferir datos tanto con una estación terrena móvil como con la propia ERIS.
Y es que en las dos misiones anteriores de Pegasus: Valle de Bravo y Malinalco (efectuadas en 2017 y 2018) el instrumento era enviado a los aires y la información se procesaba una vez que se encontraba en tierra, para lo cual se requerían algunas semanas para verificar el adecuado funcionamiento de los sensores, así como para procesar gráficas y registros de mediciones.
“Con el equipo de comunicación que se adquirió e integró a la plataforma Pegasus se podrán enviar datos en tiempo real, sin esperar a que concluya el vuelo de dos horas. Y en Oaxaca se realizarán las pruebas de recepción a una estación portátil que estará en el sitio del lanzamiento”, explica.
El siguiente paso, agrega, es lograr que la comunicación remota entre Pegasus y la Estación ERIS localizada en Chetumal sea posible desde un globo lanzado a unos 30 kilómetros de altura. El experimento se efectuará en aquella ciudad de la Península de México.
Las misiones de este tipo, asegura, permiten realizar pruebas de los sensores, la comunicación y estrechar vínculos con académicos, universidades y científicos con el fin de aportar conocimiento, tecnología y formar recursos humanos de alto nivel.
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COMUNIDAD TEPEU
A la misión Tepeu se han sumado investigadores como el doctor Enrique Cordaro Cárdenas del Departamento de Física de la Universidad de Chile, quien tiene amplias investigaciones en materia de precursores sísmicos basado en el análisis del comportamiento del campo magnético terrestre.
Además del doctor Manuel Sanjurjo Rivo, investigador de la Universidad Carlos III de Madrid, del departamento de Bioingeniería e Ingeniería Aeroespacial, cuya principal aportación estará basada en el uso de nuevos materiales, como el C12A7: e- (dodecacalcium hepta-aluminate) para el desarrollo de sensores como la sonda de Langmuir, y probarse a bordo de la misión espacial.
El desarrollo de este satélite también ha reunido a científicos de la UNAM, el Centro de Investigación Científica y Tecnológica de Guerrero, A.C., la consultora tecnológica oaxaqueña Fupresa, la Universidad de Colima, la Federación Mexicana de Radioexperimentadores, la Universidad de Chile, la compañía espacial española Proxima Space bajo el asesoramiento de la Agencia Espacial Mexicana, así como un grupo de mexicanos radicados en el extranjero que buscan apoyar con el diseño del instrumento.
“Un proyecto espacial de este tipo se convierte en un ojo de atracción incluso para la inversión de capital privado y permite generar comunidad para los investigadores dentro y fuera del país”, asegura.
El doctor en Ingeniería eléctrica por la división de Estudios de posgrado de la UNAM, indica que una vez que cuenten con la carga útil totalmente desarrollada buscarán, con apoyos institucionales (del IPN y la UNAM) y de la propia Agencia Espacial Mexicana, lanzar al espacio el satélite de 10 por 10 por 10 centímetros.
Ya desde la ionósfera, el Cubesat recolectará información que permitirá detectar señales y fenómenos basados en métodos científicos y tecnológicos que, a corto plazo, arrojarán datos para alimentar investigaciones sobre el conocimiento de la ionósfera y, a largo plazo, contribuirán a investigaciones para generar criterios que logren salvar vidas y reducir riesgos, pérdidas económicas y materiales por desastres naturales, además de poder establecer beneficios también en materia de cambio climático.