Iván “N” está por cumplir 10 años de sentencia en el Centro de Reinserción Social para Varones de El Llano por el delito de trata de personas. Aún le restan más de 5 años para recuperar su libertad. Es uno de los 416 internos del centro penitenciario.
“Estoy aquí por el error de sentir que el mundo es muy pequeño y que es de nosotros, pero uno vino a la vida a aprender y ahorita estoy pagando por el error que yo cometí allá afuera”.
El internamiento le cambió la vida, y un elemento fundamental para ello ha sido la música.
“La música era algo que siempre me llamaba la atención, pero por falta de tiempo no podía hacer algo que me interesara; yo sólo cantaba en el baño, en la regadera, en los karaokes… pero así que yo dijera que me fuera a dedicar a esto, no lo imaginaba”.
Antes de su reclusión, era un simple pasatiempo, sin embargo tras las rejas la música se convirtió en una esperanza para su reinsertarse en la sociedad y un estímulo que lo alejaba de su realidad.
“Inició como un hobbie pero sin querer me di cuenta que era algo que me sacaba de la realidad de estar aquí, entonces fue algo que me hacía sentir libre, la música me empezó a ayudar”, narra.
En el CERESO aprendió a tocar varios instrumentos como la guitarra, el bajo, la batería y el teclado, además de tomar clases de canto. Incluso, tomó un diplomado en música, que le dio más conocimientos.
La inquietud de Iván lo llevó a unirse a otras personas privadas de su libertad interesadas en la música, conformando así algunos grupos musicales, aunque en los primeros años fue complicada su estabilidad por el proceso mismo de sus condenas.
Por ello, Iván decidió juntarse con los internos que tuvieran mayores sentencias, a fin de garantizar la permanencia del grupo, según comenta con humor.
“Nos empezamos a dar cuenta que debíamos buscar a la gente que tuviera más tiempo de sentencia para poder formar algo que fuera duradero, porque si uno de ellos salía en 6 meses no podía crear algo. Ahorita si los junto a todos, sumamos 100 años de sentencias, hay unos a los que les falta 20 años o 30 años”.
Actualmente el grupo musical del CERESO de El Llano cuenta con 13 integrantes, de los cuáles la mayoría han sido alumnos de Iván, quien les imparte sus conocimientos con los instrumentos musicales.
“Hace cuatro años terminé mi diplomado de música aquí, tomé clases de guitarra, de música en general y luego vi que se me daba el canto. Ahorita tengo 14 alumnos y hay un grupo que queremos formar con ellos, llegó gente nueva que quiere integrarse”, comentó.
Cada 15 días, Iván y sus compañeros tienen la oportunidad de tocar y cantar en el día de visita familiar, lo que en lo personal lo llena de satisfacción al ver que de a poco sus hijos comienzan a interesarse por la música.
“Mi hijo no me había visto tocar la guitarra, y una vez me vio tocar un solo de una canción de ZZ Top y me dijo que él sólo había visto tocar así la guitarra en la televisión, entonces eso que me dijo me hizo sentir padre y me dijo que se sentía orgulloso y que quería tocar guitarra y también mi hija me dice que quiere aprender a tocar el piano”, lo platica con algunas lágrimas en su mirada.
Talento que trasciende los muros
Actualmente el repertorio del grupo incluye más de 150 canciones de distintos géneros, desde el rock hasta la cumbia, según platica Iván, el vocalista y fundador.
“Tenemos alrededor de 150 o 180 canciones, entre cumbias, baladas, norteñas, sierreñas, rock en español, rock en inglés”.
Gracias a su talento han concursado en concursos nacionales de música y canto en centros penitenciarios, obteniendo el triunfo en tres ocasiones en los últimos años.
“Se ganaron dos concursos con las canciones de ‘Triste canción de amor’ y con la de ‘Dream On’ de Aerosmith, y este último ya lo ganamos aquí el año pasado”.
A pesar de todo, aún falta por cumplirse su sueño: que los integrantes del grupo recuperen su libertad y que en unos años puedan continuar haciendo lo que más les gusta: la música.
“Yo me veo allá afuera trabajando y quien quita y a lo mejor podamos seguir con el grupo allá afuera”, concluyó.