Los restos de una mujer medieval quien produjo textos sagrados y estaba “conectada a una vasta red de comunicación mundial” que se extendía hasta Afganistán han sido descubiertos en Alemania.
El esqueleto de la mujer fue hallado en el sitio de un convento femenino que existió desde alrededor del siglo X d.C. hasta su destrucción en el siglo XIV. Los registros históricos indican que albergó alrededor de 14 religiosas.
Un examen mostró que la mujer murió alrededor del 1,000 a 1,200 d.C., tenía entre 45 y 60 años y no había evidencia de trauma o enfermedad. El análisis posterior reveló algo inesperado: la presencia de un pigmento extremadamente raro y costoso en sus dientes.
Este pigmento azulado, llamado ultramarino, era usado por los religiosos en la Edad Media para crear manuscritos y textos sagrados. Más caro que el oro, se usaba para iluminar textos y so lo usaban los escribas y pintores más hábiles. El ultramarino se hace con la piedra lapislázuli, la cual es extraída de una ubicación específica en Afganistán.
Publicado en Science Advances, los expertos del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana, en Alemania, y de la Universidad de York, en el Reino Unido, hallaron pigmento de lapislázuli en la placa dental calcificada de la mujer. Hallaron partículas en dientes diferentes, lo cual indica que entraron a los dientes durante un periodo indeterminado, en vez de ser una anomalía excepcional.
Después de considerar cierta cantidad de escenarios diferentes de cómo el pigmento terminó en sus dientes, los investigadores llegaron a la conclusión de que habría pintado con ultramarino. Posiblemente, ella lamía la punta del pincel mientras pintaba, explicó Monica Tromp, una de las autoras del estudio.
Que una mujer produjese estos libros desafía varias suposiciones sostenidas por mucho tiempo con respecto al papel de las mujeres durante la Edad Media.
“Ella estaba conectada a una vasta red de comunicación mundial que se extendía de las minas de Afganistán hasta su comunidad medieval en Alemania a través del comercio entre las metrópolis del Egipto islámico y la Constantinopla bizantina”, dijo en una declaración Michael McCormick, de la Universidad de Harvard y uno de los autores del estudio.
“La economía en desarrollo de la Europa del siglo XI disparó la demanda por el pigmento precioso y exquisito, el cual viajó miles de kilómetros mediante caravanas mercantes y barcos para servir a la ambición creativa de esta artista”.
Los casos de mujeres que producían textos religiosos son difíciles de determinar: la mayoría de los escribas no firmaba su obra, y esto aplicaba especialmente a las mujeres. “Aquí tenemos evidencia directa de una mujer, no solo pintando, sino pintando con un pigmento muy raro y costoso, y en un lugar muy poco conocido”, dijo Christina Warinner, autora principal del estudio. “La historia de esta mujer podría haber quedado oculta por siempre sin el uso de estas técnicas. Me hace preguntarme cuántos artistas más podríamos hallar en cementerios medievales, si solo buscamos”.
Justine Firnhaber-Baker, alta profesora numeraria de Historia de la Baja Edad Media en la Universidad de St. Andrews, Reino Unido, y quien no estuvo involucrada en el estudio, comentó sobre los hallazgos. “Esto es un ensayo en verdad emocionante en gran cantidad de frentes diferentes”, dijo ella a Newsweek. “Primero, demuestra cuán interconectado estaba el mundo medieval, pues este artículo raro producido solo en Afganistán aparece en un convento femenino menor en Alemania. La mayoría de la gente asume que la Europa medieval estaba aislada del resto del mundo, pero ese no era el caso.
“Segundo, se da esta nueva luz sobre las vidas de las mujeres medievales. Hay mucha más evidencia textual sobre las mujeres medievales de lo que la gente probablemente piensa, pero es cierto que sabemos mucho menos sobre las mujeres medievales de lo que sabemos sobre los hombres medievales. Un trabajo como este nos permite ir más allá de las fuentes textuales, las cuales fueron escritas principalmente por hombres sobre hombres, en especial hombres ricos y poderosos”.
Ella dijo que sabemos que algunas mujeres producían algunos libros, pero esta investigación indica que la actividad de las escribas posiblemente estuviera generalizada, tal como sucedía en un lugar tan menor. “Finalmente, y tal vez sea lo más importante, están las sociedades entre científicos e historiadores que producen este tipo de trabajo”, comentó Firnhaber-Baker.
“Los historiadores necesitan de los científicos para el análisis genético y molecular que demuestra que hay lapislázuli en los dientes de una mujer de edad madura quien murió en alguna fecha entre finales del siglo X y principios del siglo XII. Pero los científicos necesitan a los historiadores como Alison Beach, una experta en producción de manuscritos medievales y quien contribuyó para este artículo, para que interpreten la importancia de ese hecho”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek