El lunes, el servicio secreto ruso anunció que había detenido a un ciudadano estadounidense acusado de espionaje, en un contexto cargado de escándalos de este tipo entre Moscú y los occidentales.
El Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) precisó en un comunicado que el estadounidense había sido detenido el viernes “mientras llevaba a cabo un acto de espionaje”, aunque no dio más detalles, y que se había entablado un procedimiento penal en su contra, por el que puede ser sentenciado hasta 20 años de cárcel.
El detenido es Pau Whelan, un exmarine estadounidense retirado que se encontraba en rusia para asistir a la boda de un excompañero de la Marina y una joven rusa, informó su familia a través de un comunicado publicado en Twitter por su hermano, David.
Whelan trabaja como director de seguridad de la empresa estadounidense de componentes para automóviles BorgWarner.
La familia dijo que Paul viajó a Moscú el 22 de diciembre y dejó de comunicarse con su familia el 28, “lo que era muy poco común para él incluso cuando se encuentra de viaje”.
La familia dijo que se enteró del arresto por los medios el lunes en la mañana y que desde entonces ha estado en contacto con legisladores y con el Departamento de Estado.
“Estamos muy preocupados por su seguridad y bienestar. Su inocencia es indudable y confiamos en que sus derechos sean respetados”, sigue el comunicado.
Este miércoles, el embajador de Estados Unidos en Moscú, Jon Huntsman, se reunió con el exmarine en la prisión de Lefortovo para obtener más información sobre los cargos que se le imputan.
El diplomático “le expresó su apoyo y le ofreció la asistencia” de la legación, dijo un portavoz del Departamento de Estado. Y señaló que su gobierno, a través de canales diplomáticos, expresó al gobierno ruso su “preocupación por la demora en el acceso consular”, ocurrida cinco días después de su detención.
Tras el encuentro, Huntsman habló vía telefónica con la familia de Whelan, de 48 años, sin que trascendieran detalles de la conversación.
El gobierno estadounidense dijo que consideran que la detención no era la “apropiada”, pedirían a Rusia el “regreso inmediato” del ciudadano.
Entre estos casos de espionaje figura el envenenamiento del agente doble ruso Serguéi Skripal y de su hija en Inglaterra, atribuido a Moscú por los responsables británicos. El Kremlin desmintió cualquier implicación.
Y el de la rusa Maria Butina, detenida en julio en Washington por actuar como un agente extranjero ilegal en Estados Unidos. El Kremlin afirmó que se trataba de acusaciones “sin fundamento”. Butina se enfrenta a una condena de seis meses de cárcel, seguida de una probable expulsión.
El presidente ruso, Vladimir Putin, acusó a los países occidentales de recurrir a tales escándalos para intentar socavar a el peso del país en el tablero político internacional. “Esto está relacionado con la afirmación del poder ruso”, declaró Putin durante su reciente rueda de prensa anual.
Con información de AFP.