Las encuestas revelan una división partidista en Estados Unidos en el tema del cambio climático. Pero hay más concordancia de la que imaginas.
A MEDIADOS de septiembre, cuando el huracán Florence devastó las Carolinas, las declaraciones partidistas corrieron como sus vientos.
Nancy Pelosi, líder de minoría en la Cámara de Representantes, acusó a la presidencia Trump de prestar oídos a los “negadores” que no aceptan la transición a las energías limpias. Dijo a la prensa que los combustibles fósiles contribuyeron, definitivamente, a la violencia del huracán: “Es un asunto que debemos tratar muy a fondo, y negar los hechos es perjudicial”.
El ex vicepresidente Al Gore hizo lo propio durante una conferencia climática en San Francisco. “Todas las noches, las noticias televisivas parecen una excursión por el Apocalipsis, y es hora de unir los puntos entre causa y efecto”, declaró. “Es evidente que algunos persisten en negar la realidad [del cambio climático], pero es un poco más difícil negar que, el año pasado, el huracán María dejó 3,000 muertos en Puerto Rico”.
https://newsweekespanol.com/2018/09/no-deja-de-llover/
Rush Limbaugh aprovechó su programa de radio para arremeter contra lo que calificó de alarmismo. “Esto es justo lo que necesitaba la muchedumbre del cambio climático/calentamiento global”, anunció. “Los huracanes y el pronóstico de huracanes son como muchas otras cosas en las que ha metido mano la izquierda, y politizan estos asuntos”.
Tiene razón; al menos en cuanto a que el tema está profundamente politizado. Una reciente encuesta Gallup puso en evidencia una creciente brecha partidista en política ambiental: 69 por ciento de los republicanos está satisfecho con el estado actual del medioambiente, mientras que 67 por ciento de los demócratas se dice insatisfecho.
Todo esto propicia la narrativa autoperpetuada de que las opiniones estadounidenses sobre el cambio climático están divididas equitativamente; y son irreconciliables.
“Por un lado están los demócratas, quienes atribuyen un fenómeno meteorológico específico al cambio climático, y luego tenemos a republicanos como el senador Jim Inhofe, quien lanza una bola de nieve en el pleno para demostrar que el cambio climático no existe”, comenta Ford O’Connell, estratega del Partido Republicano (GOP) y exasesor de la campaña presidencial McCain-Palin. “Los dos bandos actúan como charlatanes, y no hacen nada al respecto”.
Pero demócratas y republicanos tienen más en común de lo que ellos mismos creen.
En 2018, Leaf Van Boven —profesor de psicología y neurociencias en la Universidad de Colorado en Boulder— y David Sherman —su colega de la Universidad de California en Santa Bárbara— hicieron un estudio donde demostraron que la mayoría de los republicanos creen que el cambio climático ya está ocurriendo. El grupo encuestado también manifestó que la actividad humana es la causa principal de esta amenaza para las personas, y que reducir las emisiones de gases de invernadero ayudaría a contenerla.
Otras encuestas recientes respaldan estos hallazgos. En mayo, la Universidad de Michigan y Muhlenberg College hallaron que un récord de 73 por ciento de los estadounidenses creía que había “pruebas sólidas” del cambio climático, mientras que 60 por ciento opinaba que el cambio climático “está ocurriendo” y que los humanos son “al menos, parcialmente responsables del aumento de temperatura”. Otro estudio de mayo, efectuado por el Centro de Investigaciones Pew, descubrió que 59 por ciento de los estadounidenses consideraba que el cambio climático estaba afectando sus comunidades locales.
“Creo que este verano podría ser el punto de inflexión para la conciencia pública”, dijo Michael Mann, director del Centro para las Ciencias del Sistema Terrestre, en la Universidad Estatal de Pensilvania. “Los impactos del cambio climático han dejado de ser sutiles. Ahora los tenemos enfrente”.
El cambio climático provocado por el hombre es una realidad sobre la que los científicos nos han prevenido desde hace décadas, pero, el año pasado, los embates mortíferos de los huracanes María, Irma y Harvey, seguidos este año por el huracán Florence, han vuelto personal el problema, señala Eric Holthaus, meteorólogo y colaborador de Grist, sitio web de noticias ambientales. “A estas alturas, debiéramos tratarlo como un problema humano, y no solo científico. Florence ha afectado tanto a republicanos como demócratas de Carolina del Norte”.
Pese a ello, el estudio de Van Boven indica que persiste la desconexión entre las opiniones personales y las posturas políticas. Al responder la encuesta, demócratas y republicanos subestimaron la creencia del GOP en el cambio climático. El estudio sugirió que las discrepancias pueden ser producto de un paisaje mediático que hace énfasis en los conflictos.
Las percepciones exageradas de las diferencias partidistas se vuelven profecías autorrealizadas. En otras palabras, los republicanos no apoyan las políticas climáticas porque no creen que otros republicanos las respalden, o porque concluyen que solo los demócratas lo hacen.
“Nuestra investigación apunta a que demócratas y republicanos están movidos por el partidismo, pues creen que sus colegas demócratas o republicanos están aún más motivados por el partidismo, y no quieren violar la línea del partido”, revela Van Boven. “Ya que unos piensan que los otros son extremadamente partidistas frente al cambio climático, tienden a ser más partidistas, y esto impide cerrar la brecha”.
Durante mucho tiempo, Bob Inglis, congresista GOP que representó seis veces al 4º Distrito de Carolina del Sur, siguió la línea del partido en cuanto al cambio climático. Pensaba que el abrumador consenso científico de que el planeta estaba calentándose debido a la actividad humana no era más que un montón de “pamplinas”. En entrevista con Newsweek, Inglis reconoce que no entendía los principios científicos del problema, y que tampoco le interesaban. “Solo sabía que Al Gore estaba a favor, así que me opuse”, confiesa.
No es el único que ha tenido esa respuesta. La jerga científica que utilizan los debates sobre cambio climático pudo causar que el tema se volviera más vulnerable a la presión política. “Cuando no sabes mucho del tema, y eres partidista, tiendes a prestar atención a tus líderes”, informa Anthony Leiserowitz, director del Proyecto Sobre Cambio Climático en la Escuela de Silvicultura y Estudios Ambientales de la Universidad de Yale. “Y si tus líderes dicen que es mentira, te convences de que es mentira”.
No obstante, en 2004 Inglis se unió al Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Representantes y, durante un viaje congresista al Antártico, vio icebergs con horadaciones que indicaban un rápido incremento del dióxido de carbono atmosférico, un gas de invernadero que está calentando el planeta. Cuando viajó a Australia, visitó la Gran Barrera y vio de cerca el blanqueamiento coralino; otro indicio de la creciente temperatura.
En 2009, Inglis presentó una legislación para imponer un impuesto neutral al carbono sobre los ingresos de los productores y distribuidores de combustibles fósiles. Pero su despertar científico tuvo un precio: en 2010, Trey Gowdy, un candidato del Tea Party, lo desafió en las primarias GOP e Inglis perdió su escaño.
“La herejía más perdurable es, simplemente, decir que el cambio climático es real”, declaró Inglis en entrevista con Climatewire, después de su derrota. “Estoy convencido de que fue lo que más me dañó. Para muchos conservadores, es la marca de que has cruzado al lado oscuro; que has renunciado a Dios para afiliarte con Satanás en cuanto al cambio climático”.
Las consecuencias del cambio climático amenazan a miembros de los dos partidos, y la dirigencia republicana lo sabe. Es solo que tiene problemas para actuar en consecuencia, agrega Inglis para Newsweek. Cuando estuvo en el Congreso, “siempre había alguien que intentaba callar a cualquiera que hablara sobre el cambio climático”, asegura. “Pero, en privado, los republicanos saben que es necesario hacer algo”.
La dificultad, según el estratega O’Connell, es que la industria energética ha creado muchos empleos en los estados GOP más inveterados. Y los republicanos temen perder las reelecciones si dicen a sus votantes: “Acabaremos con sus trabajos”, agrega.
En todo caso, no es fácil hacer campaña con la prevención del cambio climático, interpone Greg Carlock, asesor principal en el grupo liberal de expertos, Data for Progress, y autor de “Green New Deal”, paquete progresista de iniciativas políticas que intentan lograr la sostenibilidad ambiental y la estabilidad económica. “No hay buenos dividendos para las inversiones en cambio climático y resiliencia, porque es un asunto a largo plazo”, comenta. “Es difícil convertirlo en un mensaje de campaña”.
Con todo, no hay manera de negociar con un huracán. “Al sistema climático no le importa si eres republicano o demócrata”, asegura Leiserowitz. “Ya hay algunos republicanos que aceptan la futilidad de seguir negando la realidad, y dicen: ‘Si no hacemos algo, los demócratas van a usar sus propuestas en vez de las nuestras’”. Existe el apoyo de la base republicana, pero los líderes deben apoyar también, advierte.
Después de que Inglis perdiera la campaña por la reelección, fundó republicEn, grupo defensor de soluciones de libre empresa para el cambio climático. “Cuando presenté aquel proyecto de ley, en 2009, no hubo grupos que lo defendieran”, dijo. Pero ahora pretende cambiar la situación.
En julio pasado, el congresista Carlos Curbelo, representante republicano por Florida, presentó un anteproyecto de impuesto al carbono. Su distrito de Miami incluye los Cayos de Florida, que han sido devastados por tormentas y crecientes niveles marinos. “Tengo mucha confianza en que, un día, esta propuesta, o una legislación parecida, se convertirá en ley”, dijo ante un foro congregado en Washington, D. C. “Encenderá un debate importante sobre inversiones en la infraestructura del país, la manera como gravamos, y lo que debemos hacer para proteger el medioambiente”. Inglis está trabajando para reunir apoyo republicano a su favor.
Los avances son lentos, pero existen.
En 2014, durante un debate por el Senado GOP de Carolina del Norte, los cuatro candidatos tuvieron que responder a una sencilla pregunta: ¿El cambio climático es una realidad? El público soltó una carcajada, y las respuestas demoraron escasos 14 segundos: “No”, “No”, “No” y “No”.
En agosto, Thom Tillis, senador por Carolina del Norte y vencedor en aquellas primarias de 2014, se entrevistó con una estación noticiosa de Charlottesville para explicar la manera como los factores humanos afectan al cambio climático, y para abogar por políticas que combatan el problema.
“Considero que debemos idear varias estrategias para reconocer la realidad”, dijo. “Tenemos que adaptarnos”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek