El padre y el abuelo de Rama Omar se hicieron famosos en la natación. A los 12 años ella espera seguir sus ejemplos, algo osado en Mosul, un exbastión yihadista en Irak, donde esta disciplina nunca había sido un deporte femenino.
Antes incluso de que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) convirtiera Mosul en el corazón de su “califato” autoproclamado en los territorios conquistados a caballo entre Irak y la vecina Siria, en 2014, el conservadurismo y las tradiciones de esta ciudad prohibían a las niñas nadar en las piscinas.
Hoy en día, un año después de que las fuerzas iraquíes reconquistasen la ciudad y pese a la destrucción de varias piscinas durante los combates, el entrenador Omar Ibrahim y una decena de nadadoras de 8 a 12 años han decidido cambiar las cosas.
A sus 10 años, Malak Hicham sólo había visto a nadadoras por televisión o internet, pero ahora ya se las apaña bastante bien en el agua.
– “Bueno para la mente” –
“La natación es buena para el cuerpo y para la mente”, afirma entusiasmada la niña, que se explaya sobre este deporte que practica a diario desde el comienzo de las vacaciones estivales en la piscina al aire libre de Al Muthanna, un barrio acomodado de esta ciudad del norte del país.
Bajo el yugo del EI la piscina estuvo abierta, explica a la AFP su propietario, Ibrahim Saleh. El alquiler anual de 4.000 dólares que pagaba al ayuntamiento tuvo que abonarlo al “califato” para evitar un castigo. Sólo los hombres, vestidos según los cánones yihadistas, podían acceder a ella.
Actualmente, Rama Omar, con un overol negro, gorro rosa y gafas de buceo, salta al agua de esta piscina de 25 metros de largo.
“Quiero cumplir mi sueño de convertirme en una nadadora famosa”, siguiendo la tradición familiar, declara a la AFP la niña mientras se entrena bajo la atenta mirada de sus padres.
El entrenador Omar Ibrahim, de 40 años, les da clase “cada día durante dos horas, con algunos ejercicios físicos antes de pasar a (los estilos) la braza, libre y espalda”.
En otras dos piscinas más pequeñas de este complejo deportivo construido hace 30 años, unos niños nadan o juegan, indiferentes al pequeño equipo de al lado que sueña con competiciones internacionales.
Para ello es necesario “que el ministerio de la Juventud y el Deporte o cualquier autoridad competente nos apoye, porque somos el único equipo de este tipo en la provincia”, explica Ibrahim, tocado con un sombrero rojo para protegerse del sol.
– “Los colores de Mosul” –
No es más que el comienzo, espera Malak Hicham, que llama a “todas las niñas a practicar deporte, sea el que sea, para llevar bien alto los colores de Mosul”.
Su padre, Ahmad Hisham, profesor de deporte, no ha dudado un segundo en inscribir a su hija, pero es consciente de que otras familias no lo harán.
Más allá de los obstáculos sociales, el equipo tiene que resolver uno material. Por el momento el entrenador logró convencer al propietario de la piscina de Al Muthanna de que se la preste, pero necesita una cubierta porque “sino habrá que pararlo todo” en cuanto llegue el invierno, explica Rama preocupada.
El equipo confía en que la construcción de una piscina olímpica, programada hace años, forme parte de los proyectos de reconstrucción puestos en marcha tras la guerra.
(Con información de AFP).