Nebraska realizó este martes la primera ejecución con fentanilo en Estados Unidos. La inyección letal que recibió Corey Dean Moore, un hombre de 60 años y condenado a muerte por dos asesinatos, contenía cuatro sustancias, entre las que se encuentra el opioide que está en el centro de la crisis de muertes por sobredosis en Estados Unidos.
Moore fue el primer prisionero ejecutado en 21 años en el estado –la última fue en 1997 en una silla eléctrica–, luego de que se perdió una batalla legal contra el nuevo protocolo.
El cóctel contenía cuatro sustancias, incluyendo tres que nunca habían sido utilizadas durante una ejecución. La inyección letal consistió del sedante diazepam, el poderoso analgésico fentanilo, el relajante muscular cisatracurio y cloruro de potasio, que detiene el corazón.
Solo el potasio ha sido utilizado antes en ejecuciones.
Robert Dunham, director del Centro de Información de la Pena de Muerte, dijo que el nuevo procedimiento era una indicación de los problemas que están teniendo los estados para adquirir medicamentos para la pena de muerte.
“Indica que los estados están buscando drogas que estén disponibles”, dijo Dunham a la AFP.
Los fabricantes y proveedores de productos farmacéuticos han sido cada vez más hostiles a la venta de esos medicamentos a los estados. Funcionarios de todo el país han tenido que luchar para encontrar las drogas de ejecución necesarias o sus alternativas.
Dunham dijo que el uso de fentanilo era especialmente problemática, porque la utilización del poderoso opioide está estrictamente controlado por la ley, y el estado no ha revelado su fuente para obtener el medicamento.
“La forma en la que lo obtuvieron es muy cuestionable”, dijo.
La semana pasada, el fabricante alemán de medicamentos Fresenius Kabi impugnó la ejecución de Moore en la corte, al creer que era la fuente de dos de estas drogas y alegar que fueron adquiridas ilegalmente.
Así, exigió que el estado divulgara la fuente de sus drogas. Pero el estado insistió en que los medicamentos fueron adquiridos legalmente y tanto un juez federal como un tribunal de apelación se pusieron del lado de Nebraska.
Ni siquiera el propio papa Francisco fue capaz de cambiar el destino de Moore.
Hace dos semanas, el papa cambió las enseñanzas de la Iglesia católica, declarando la pena de muerte “inadmisible” en todos los casos.
Pero el gobernador de Nebraska, Pete Ricketts, un católico que apoyó el restablecimiento de la pena de muerte, no cambió de opinión.
“Si bien respeto la perspectiva del papa, la pena capital sigue siendo la voluntad de la gente”, dijo Ricketts.
“Soy culpable”
Moore había estado en el pasillo de la muerte por 38 años y dijo que no quería más demoras.
El hombre fue sentenciado a la pena capital en 1980 por el asesinato de dos taxistas con cinco días de diferencia. Moore admitió haber matado al primer taxista durante un robo cometido con su hermano.
Al pronunciar sus últimas palabras, Moore aludió a una declaración escrita con fecha 2 de agosto, en la que se refería a sus compañeros que permanecen en el pasillo de la muerte en Nebraska que se dicen inocentes.
“Yo soy culpable, ellos no”, escribió. “¿Por qué deben permanecer ahí un día más?”. Moore también pidió perdón para su hermano.
La ejecución de Moore fue la decimosexta en Estados Unidos este año, según el Centro de Información de la Pena de Muerte.