El periodista investigador chino Liu Hu se enteró que estaba en la lista negra cuando trató de comprar boletos para un vuelo a Guangzhou el año pasado. Después de que varias aerolíneas rechazaron su reservación, Liu descubrió que el gobierno de China tenía una lista de personas “no confiables” a quienes se les tenía prohibido volar, y que él estaba en ella.
Liu cayó de la gracia de Beijing en 2016 después de que hiciera una serie de afirmaciones en medios sociales acusando a funcionarios de corrupción. Fue obligado a pagar una multa y disculparse, y cuando lo hizo, pensó que el caso estaba cerrado. Sin embargo, no fue así. A Liu no solo se le he prohibido volar, sino que su nueva condición como “persona deshonesta” viene junto con una serie de restricciones extras
“Mi vida [es] muy inconveniente”, dijo él a Newsweek. “Tampoco me permiten comprar propiedades, no puedo inscribir a mi hija en una buena escuela o viajar en trenes de alta velocidad”.
A Liu le sorprendió descubrir que lo había pillado el llamado sistema de crédito social de China, un plan propuesto por primera vez en 2014, cuando Beijing anunció que usaría datos para monitorear y calificar el comportamiento de sus ciudadanos, recompensando a quienes tuvieran altas calificaciones y castigando a quienes tuvieran bajas calificaciones. Bajo este sistema, la elite tendrá acceso a mejores privilegios sociales, y quienes califiquen más cerca del fondo serán efectivamente ciudadanos de segunda clase. Para 2020, está programado que el plan sea obligatorio para todos los 1,400 millones de ciudadanos chinos.
China comenzará a aplicar una extensión del sistema a vuelos y trenes para impedir que millones de personas quienes, como Liu, han cometido fechorías aborden dichos transportes por un año. La norma, que entró en vigor el 1 de mayo, es acorde con la visión del presidente Xi Jinping de permitir a aquellos “dignos de confianza deambular por doquiera bajo el cielo mientras les dificultamos a aquellos desacreditados dar un solo paso”.
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Suena como una trama sacada directamente de “Caída en picada”, un episodio del programa de TV distópico futurista Black Mirror, el cual retrata una sociedad ficticia donde a los ciudadanos se les asigna una calificación juzgada por quienes les rodean. Pero al contrario del programa, la amenaza implícita no es la tiranía de la multitud sino del poder estatal.
Beijing afirma que la intención del sistema es promover una sociedad más confiable y armoniosa. No obstante, los críticos dicen que el programa es solo una nueva herramienta para controlar los comportamientos de mercado y políticos.
“El sistema de crédito social es un sistema en desarrollo de control total que va a ser instrumentado por el gobierno de Xi para promover el buen comportamiento y castigar el mal comportamiento”, dijo a Newsweek Maya Wang, alta investigadora de Human Rights Watch. “Conforme siga formándose, se darán más abusos”.
Aun cuando el documento fundador del crédito social dice que se introducirá un sistema final para 2020, Wang duda que un sistema nacional de crédito social esté listo en pocos años.
“Pienso que la visión es más ambiciosa de aquello con lo que acabarán”, comentó Wang.
Mientras tanto, conforme se diseña y se lleva a cabo un sistema nacional, los gobiernos locales han lanzado sus propias versiones piloto para probar varios métodos en sus ciudadanos. En Shanghái —la ciudad más grande del país—, no visitar a los padres a menudo, estacionarse ilegalmente, falsificar la historia personal al registrarse para el matrimonio y vender ilegalmente boletos de tren son malas conductas que podrían reducir la calificación crediticia de una persona.
En Suzhóu, en el sureste de China, el gobierno califica a sus ciudadanos con un sistema de puntos que va de cero a 200, con todos los participantes empezando en 100. En 2016, la policía reveló que los ciudadanos mejor calificados, quienes donaron un litro de sangre y se prestaron como voluntarios para más de 500 horas de trabajo, tenían 134 puntos. Los ciudadanos pueden obtener premios con sus puntos, como descuentos en el transporte público o la capacidad de saltarse al comienzo de la fila en hospitales.
Las autoridades de Suzhóu advirtieron que el siguiente paso podría ser ampliar el plan para castigar a los ciudadanos por transgresiones menores, como no pagar las tarifas de transporte, no presentarse a la reservación en un restaurante y hacer trampa en videojuegos.
Las compañías chinas de comercio electrónico también tienen programas piloto paralelos usando tecnología avanzada, como reconocimiento facial, para trazar un perfil de sus clientes. En 2015, el Banco Popular de China autorizó que ocho empresas experimenten con reportes individuales de crédito mientras el gobierno adoptaba un enfoque de observar y aprender.
Sesame Credit, una compañía vinculada con el gigante tecnológico Alibaba, asigna una calificación crediticia entre 350 y 950, de menor a mayor, con base en cinco factores: la capacidad de un usuario de cumplir con sus obligaciones contractuales, historial crediticio, características personales, comportamiento y preferencias y las relaciones interpersonales.
Los hábitos de compras de una persona, quiénes son sus amigos e incluso cómo decide pasar el tiempo, contribuyen a su calificación general. “por ejemplo, alguien que juega videojuegos 10 horas al día, sería considerado una persona holgazana”, dijo Li Yingyun, director de tecnología de Sesame Credit. “Alguien que compra pañales frecuentemente sería considerado como probablemente un padre, quien en general es más posible que tenga un sentido de la responsabilidad”.
Aun cuando la compañía se niega a revelar el algoritmo complejo que emplea para calcular la cifra, millones de personas ya se han suscrito al programa. Sesame Credit afirma en su sitio web que no comparte sus datos con autoridades oficiales.
“El propósito de Sesame Credit es zanjar la ‘brecha de confianza’ entre consumidores y empresas… a los usuarios de Alipay se les ofrece Sesame Credit totalmente como una opción”, comentó un representante de la compañía en un correo electrónico a Newsweek.
Si el gobierno chino obtiene un sistema nacional cohesivo de los planes piloto y lo instrumenta exitosamente en todo el país, como se planea, el Partido Comunista de China (PCC) será capaz de monitorear y determinar el comportamiento de todos sus ciudadanos. En otras palabras, Xi tendrá un “control social y político” total, dijo a Newsweek Samantha Hoffman, una analista independiente y académica visitante del Instituto Mercator para Estudios de China.
“El objetivo número uno del sistema es mantener al partido en el poder”, comentó Hoffman.El profesor Steve Tsang, politólogo y director del Instituto SOAS China, le mencionó a Newsweek que otra meta es moldear el comportamiento de los ciudadanos con la visión del PCC. “Lo bueno y lo malo son determinados enteramente por la dirigencia del partido comunista hoy día en el poder en China”, dijo Tsang. “Lo que le gusta a Xi Jinping es bueno. Lo que no le gusta a Xi Jinping es malo”.
Tsang señalo: “Si desafías el derecho de los partidos a gobernar China, entonces estás equivocado y tendrás un crédito social negativo”.
Muchos activistas creen que los derechos individuales serán violados cada vez más cuando el sistema sea introducido finalmente. Algunos incluso han comparado el crédito social con el estado autoritario descrito por George Orwell en la novela distópica 1984. También hay miedo de que el sistema facilite la corrupción generalizada y de paso a un mercado negro de hackers de crédito. Pero eso sigue siendo totalmente especulativo, por ahora.
Mientras tanto, Liu entabla una batalla cuesta arriba con el rígido sistema burocrático de Beijing para que retiren su nombre de la lista negra.
“He trabajado con mi abogado para resolver mi caso, pero es prácticamente imposible discutir con el gobierno chino”, comentó él. “Cuando la prohibición de viajes [entre en vigor en mayo], no tendré más opción que tomar trenes muy lentos”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek