Más de la mitad del tiempo de campañas federales han pasado. Lo vivido, lo padecido, las lecciones, son muchas en un mundo que cambió y que muchos, en política, o se resisten o no lo entienden, me refiero a la nueva sociedad de la comunicación. Los actores de la democracia han cambiado sus tipos de relaciones, los pasivos ya no son pasivos y los activos no han tomado el ritmo de las armonías de la comunicación. Los discursos se componen de palabra, imagen, color, tipografía, ritmo, sonido, banda sonora…, las barreras tradicionales entre el cuerpo electoral y los candidatos cambian con inusual rapidez. La evidencia de las vivencias es que la ciudadanía que busca dialogar con políticos y candidatos los busca en conexión cibernética, en plataformas activas; pero le han dificultado las contestaciones, los candidatos no entienden bien cómo comunicarse; cómo compartir significados a las demandas que los electores plantean en las tecnologías de la comunicación y de la información.
Las redes sociales nos muestran con didáctica impresionante, que compartir los significados se ha quedado en el tintero. El éxito de la comunicación en los espacios digitales no depende de las tecnologías de punta ni de sus nichos impactantes, sigue dependiendo de la palabra, eje esencial del mundo de las interpretaciones. Tampoco de las cantidades de impactos y seguidores, generalmente falsas. La lección es que se requiere un auténtico diálogo sustentado en significados compartidos, insisto, el diálogo depende de la palabra, ergo, se debe conversar como si se estuviera en persona, esto quiere decir que se ejerza la pasión de la conversación, que se interactúe de manera dual, que se escuchen unos a otros, que se manifiesten uno y otros, que se formulen preguntas que hagan el diálogo vehemente, sentido, que no quede pregunta sin contestar. Se trata de construir un edificio intangible: confianza.
Las sociedades de hoy vivimos a la velocidad de la luz y no queremos darnos cuenta, la prueba de ello es que estamos interconectados. (Con toda la frivolidad se siguió y se dio cuenta de la boda real del príncipe Harry.) El lugar privilegiado de los políticos es estar en medio de las redes, y pueden estar hasta donde su imaginación y creatividad les permitan. Valoremos la riqueza de interactuar con el electorado, con el pueblo, con la sociedad, un dialogo sin precedentes, la asamblea se trasladó a las pantallas. Los usuarios de redes crecen exponencialmente y sin contratiempo, ello posibilita un diálogo directo, franco y abierto. Los electores nominales están accesibles por vía de las redes, sus plataformas, sus nichos, sus herramientas, desde las más simples hasta las más complejas, desde pocos caracteres hasta videos, foros online…
El domingo pasado se celebró el segundo debate de la campaña por la presidencia de México. Un escenario necesario para que la comunicación reproduzca las plataformas electorales, las políticas públicas, las ideas mediante las cuales se comprometen las reivindicaciones a las necesidades populares, foros para hacer en lenguaje público las necesidades y esperanzas públicas y sus soluciones, las mejores merecerán la simpatía electoral, sin duda. Empero, el verdadero debate es después del debate, cuando los ciudadanos se comunican y discuten el debate político por vía digital. Las redes son la forma que faltaba para una eficiente manera de participar cada vez más en la toma de decisiones políticas y gubernamentales.
Las redes sociales están creando un nuevo evangelismo político, los que usan las redes son potencialmente más proclives a asistir a un mitin o reunión política. Quienes dialogan por las avenidas de las redes sociales tiene más posibilidad, mediante el discurso y pedagogía adecuada, de llevar votos a la causa, que los viejos métodos cansados, costosos, improductivos…, siempre tienen prisa. Los seguidores en redes sociales, los ciber-ciudadanos van aportando porcentajes crecientes en las votaciones. Por ello es que las encuestas como argumentos de propaganda política han cumplido su curva de Gauss, ya no dicen nada. El dialogo y la preferencia se engendra en la red, difícilmente se refleja en una encuesta.
En el ciber-espacio se comparten ideas, programas, propuestas, opiniones, entonces los políticos deberán voltear al horizonte de las redes sociales. No hay palabras pre-elaboradas ni discursos pre-cocidos. Cada experiencia en las pantallas es nueva y diferente. Es un diálogo virtual con todas sus bondades, para la sabiduría no hay barreras, la abuela Severa nos decía, “para conocer a Inés debemos vivir con ella un mes”, es decir, estudiar, vivir, conocer, el nuevo modelo de comunicación es urgente para los políticos, crear su propio estilo e imagen, interactuar con votantes, decirle a los interlocutores lo que es de su interés, crear conceptos llenos de contenido y apropiado para la causa. En el dialogo en red se tiene la prerrogativa de los relatos y los mensajes.
¡El mundo digital es donde los electores están activos!