Yair Lapid, el principal rival de Benjamin Netanyahu, habló con Newsweek sobre la paz con los palestinos y el futuro de Israel.
Hace tres años, Yair Lapid era un político israelí centrista que se desempeñaba como ministro de Finanzas de Benjamin Netanyahu. Actualmente es un testigo clave en la investigación sobre corrupción que persigue al primer ministro. También es el principal rival de Netanyahu en la elección de 2019. Si esta última se realizará mañana, señalan los encuestadores, el partido centrista de Lapid, Yesh Atid, que significa “Hay un Futuro”, podría ganar siete escaños más que el Partido Likud de Netanyahu, de tendencia derechista, aunque Lapid tendría que formar una coalición desde el interior de una débil y sobrepoblada oposición.
Sin embargo, Netanyahu se encuentra bajo una gran presión. El 13 de febrero, la policía israelí recomendó al procurador general de ese país que lo acusara de soborno, fraude y abuso de confianza. Esa misma tarde, Lapid confirmó los informes de la prensa israelí de que su participación había sido muy importante en esa recomendación. Se presentó como testigo clave en una de las cuatro investigaciones sobre sobornos relacionadas con Netanyahu.
En ese caso, los fiscales afirman que Netanyahu trató de aprobar una ley a través del Ministerio de Finanzas de Lapid, la cual habría proporcionado recortes fiscales a un socio multimillonario, el magnate de Hollywood Arnon Milchan, que había entregado a la familia de Netanyahu alrededor de 750,000 shekels (218,000 dólares) en costosos regalos (Lapid señala que rehusó aprobar la ley, a pesar de la presión de Netanyahu).
“Al igual que todo ciudadano respetuoso de la ley a quien la policía le pide ayuda para averiguar la verdad, yo respondí esas preguntas”, señaló Lapid en una declaración hecha pública el 14 de febrero pasado. Dijo que es “un día triste” cuando un líder israelí es acusado de algún delito, y ha pedido públicamente que Bibi Netanyahu deje su cargo.
Los aliados de Netanyahu han respondido furiosamente, calificando a Lapid de “soplón”, mientras que el líder israelí ha tratado de mostrarse firme y ha dicho que no renunciará. Conforme crece el escándalo, Newsweek hablo con Lapid en Tel Aviv sobre su visión del país y su intento de dar fin al más prolongado mandato de un solo primer ministro en toda la historia de Israel.
—¿Usted representa un cambio con respecto a Benjamin Netanyahu?
—Cuando una persona ha estado en la política durante tanto tiempo, esa persona es primero, y por sobre todas las cosas, un político. Lo que ofrecemos es una verdadera alternativa a eso. [A diferencia de Netanyahu], yo creo firmemente en que necesitamos lograr un avance con los palestinos. Yo creo en la solución de los Estados, pero aplicándola cautelosamente.
—¿Cómo propone hacerlo?
—Para ser superpoderosos necesitamos separarnos de los palestinos. Nuestro intento de gobernar la vida de 2.9 millones de palestinos en Cisjordania y de otros 2 millones en Gaza no fortalece al país, sino que lo debilita. Encontraremos una forma sólida y segura de separarnos de ellos. Quiero que este sea un Estado democrático y judío. Un Estado binacional no será ninguna de las dos cosas.
—¿Cree usted que Israel se ha vuelto más de derecha y más nacionalista en los años recientes?
—La mayoría de los israelíes todavía apoyan la solución de dos Estados. Existe un grupo de esta sociedad que les dice a las personas: “El juego ha terminado. Hay demasiados colonos ahí afuera. No habrá ningún Estado palestino”. Sin embargo, no solo se equivocan, sino que la mayoría de los israelíes también piensa que se equivocan. Podemos tener una solución de los Estados, y creo firmemente que es la única solución.
—¿Y qué hay del futuro de Jerusalén?
—No haremos ninguna concesión con respecto a Jerusalén.
—Tradicionalmente, los líderes israelíes, incluido Netanyahu, han provenido de la milicia. Usted no. ¿Cómo compensará usted eso con los votantes?
—Estoy rodeado de personal de seguridad. No es una cuestión de qué tipo de soldado fuiste cuando tenías 20 años. Se trata de tu capacidad de tomar decisiones.
—Israel ha sido criticado por deportar a migrantes africanos. Dada la historia del pueblo judío, ¿piensa usted que estas críticas son válidas?
—Recuerdo que incluso en el Reino Unido [donde Lapid pasó parte de su niñez] solían preguntarme: “¿Por qué viniste aquí? No deberías quedarte. Sabes que necesitamos los empleos para nuestra gente, no para algunos inmigrantes”. Cuando las personas migran para obtener un empleo, está bien decir: “Lo siento, no te queremos aquí”.
—Existe una crisis humanitaria ampliamente aceptada en Gaza. ¿Cómo la abordará usted?
—En 2005, Israel hizo lo que el mundo le pidió en Gaza. Desmantelamos los asentamientos, el ejército salió, y ellos construyeron túneles para cometer actos terroristas, y hasta este momento han disparado aproximadamente 15,000 cohetes contra ciudadanos israelíes.
—Pero los críticos afirman que Egipto e Israel restringen el acceso por tierra y mar a la franja.
—Solo necesitan hacer una cosa para que el bloqueo termine: dejar de dispararle a la gente.
—¿Cuál es su postura con respecto a los asentamientos israelíes en Cisjordania?
—Los grandes bloques seguirán siendo parte de Israel; hay muy pocos palestinos en cualquiera de ellos, y están cerca de la frontera. Una gran mayoría de sus habitantes son judíos. Ahora, incluso en una discusión bilateral como la que [el ex primer ministro israelí] Ehud Olmert tuvo con Abu Mazen [Mahmoud Abbas, presidente palestino], se llegó al acuerdo de que los grandes bloques seguirán siendo parte de Israel.
—¿Así que usted no cree en un Estado palestino con las fronteras de 1967?
—No hay marcha atrás. Sin embargo, habrá intercambios de territorios. Habrá soluciones. Esa es una parte de mi problema con los palestinos. Ellos dicen que es un juego de suma cero. Para mí, esto es una prueba fehaciente de que no desean llegar a un acuerdo.
—¿Está de acuerdo en que existen formas separadas de ley en Cisjordania para árabes y judíos? ¿Qué hará usted para cambiarlo?
—Deme el nombre de otro ejército que mande a la cárcel a un soldado, como hicimos nosotros recientemente, solo porque le disparó a un terrorista.
—Algunas personas comparan al sistema con el apartheid de Sudáfrica. ¿Qué respondería usted?
—Eso es tan ridículo que ni siquiera sé por dónde empezar. Sabe, un juez árabe de la Suprema Corte mandó al primer ministro a la cárcel hace unos cuantos años [Olmert en 2014]. ¿Se imagina? Había un miembro árabe Knesset que estaba sentado cerca de nosotros en esta misma cafetería.
—¿Hay algún socio para la paz?
—Son los enemigos los que hacen la paz, no los socios.
—¿Habrá elecciones este año, y usted las ganará?
—Yo no adivino. Ese es trabajo de ustedes.
—¿Cuál quiere usted que sea su legado?
—Quiero ser el tipo que hizo posible que Israel viviera sin la sombra constante del conflicto.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation whit Newsweek