Desde que era joven, Javier Saavedra se sentía incómodo cuando le decían que tenía habilidad para la pintura. No porque creyera lo contrario, sino porque para él siempre fue importante estudiar. Al día de hoy ha estudiado y trabajado por más de 35 años para poder desarrollar dicha habilidad. Esto podemos verlo en sus pinturas y, sobre todo, en la forma en que estas han evolucionado.
“He tenido varias etapas o enfoques. Cuando comenzaba me gustaba la idea de que como artista podía incidir en la gente y me interesaba ese papel de influenciar un cambio social. Ahora me he ido más hacia algo introspectivo”, comenta Saavedra en la sala de su casa en la Ciudad de México.
—En los últimos años el arte ha cambiado mucho. ¿Cuál es tu opinión sobre el arte contemporáneo?
—Comenzó a llamarme la atención que en el arte actual hay muchas otras manifestaciones que no son pintura y pareciera que la pintura se queda atrás. Por muchos años tuve una gran resistencia al arte contemporáneo porque llegas a una expo y ves textos densos que no entiendes, y que sin el texto pierde sentido la obra. He tenido mucha resistencia a ese tipo de manifestaciones. Por años estuve muy combativo y tratando de reivindicar la pintura. Pero un maestro de budismo que tuve me decía que cuando estamos haciendo algo en contra, estamos haciendo un manifiesto. Así que ahora solo soy ser fiel a lo mío, la pintura, sin oponerme a nada.
—Últimamente, ¿qué influye tu trabajo?
—Paralelo a la pintura me he interesado mucho en el budismo y en la meditación. Estoy estudiando humanismo y considerando convertirme en terapeuta Gestalt. Ese desarrollo como persona ha hecho que le dé mayor importancia a ciertas cosas y le quite importancia a otras. Ha influenciado la temática de mis pinturas, muchas cosas en mi vida han hecho que la pintura se mueva a otros lugares.
—¿Cómo es el mundo de la pintura hoy en México?
—Yo siempre he sido muy aislado. Así es mi personalidad. De lo que sé, el mundo de la pintura en México está en crisis, no conozco a ningún pintor amigo que pueda vivir de la pintura. México se ha deteriorado económicamente y la gente que compra arte, compra menos.
—¿Cuándo fue la última vez que pintaste algo que te emocionó?
—Justo ahora estoy saliendo de una crisis existencial de la pintura. En los últimos años he vendido poco y eso ha tenido un impacto fuerte en mi confianza. Al final necesito la retroalimentación de la gente y la siento cuando compran mis cuadros y van a mis exposiciones. El año pasado pinté poco, pero el último cuadro que me gustó mucho, lo pinté en noviembre. Cada vez que pinto algo me aferro a que tiene que encantarme.
—¿Cómo comienzas tus obras?
—A través del dibujo. Hasta que el dibujo me encanta ya paso a las otras etapas de la pintura. No trabajo en serie, hago una obra y hasta que la termino paso a la siguiente.
—¿Quién fue el último pintor que descubriste y te gustó?
—Marcos Límenes. Es un pintor mexicano que trabaja en Cuernavaca, conocí su obra hace tres años y me gustó muchísimo.
—¿Cuándo fue la última vez que sentiste miedo por la pintura?
—Ayer que estuve fondeando un cuadro. Siempre me da miedo. A mí me gusta que un cuadro esté vivo, que tenga algo de mí y siempre siento incertidumbre. Siempre intento que un cuadro sea difícil, y eso me da miedo porque a veces me atasco. Aunque más allá de esa incertidumbre, siempre aparece lo que estoy buscando, es un descubrimiento. Sin el miedo estaría haciendo algo automático, algo sin vida.
Como pintor, Javier Saavedra ha logrado tener un sello, algo que no es nada fácil para los artistas: “Valoro mucho lo que hago y me doy cuenta de que mis cuadros de pronto tienen un impacto muy padre en la gente. Tengo una habilidad desarrollada para hacer algo muy especial. Siempre puedo entrar en crisis y pausas, pero no estoy por completo sin pintar”.