Con el despacho Dos Jaime Guzmán Arquitectos, que fundó hace cinco años, Jaime Guzmán Giraud coronó una carrera de muchos años y experiencias en el mundo de la arquitectura. Hoy es uno de los arquitectos que gozan de más prestigio en México y su bufete, el cual comparte con su hijo, Jaime Guzmán Corcuera, se ha puesto como meta rediseñar la arquitectura tradicional para generar un abanico de posibilidades más amplio que permita satisfacer mayores necesidades y exigencias.
“Siempre creo en el presente y en el futuro. Y creo en el pasado como un cimiento para crear los momentos presentes y futuros”, expresa Guzmán en encuentro con Newsweek en Español. “Por eso siempre digo que el mejor momento es el que está por venir. Cuando concluyo un proyecto y el cliente me dice: ‘Este es el mejor proyecto que has hecho, ¿verdad, Jaime?’. Respondo: ‘No, no me quites el derecho al progreso’. Y es que cada día tiene que ser mejor y cada día me tengo que reinventar como persona y como arquitecto. Por eso digo que el mejor momento de mi vida es el que está por venir”.
El despacho que comanda tiene como objetivo satisfacer las necesidades de los clientes proveyendo un programa completo de desarrollo arquitectónico, el cual va desde el concepto hasta la creación del proyecto, incluida una supervisión meticulosa para asegurar un resultado final de alta calidad.
“Yo soy un tipo exageradamente acelerado, entonces los lugares donde más me inspiro es, precisamente, en el bullicio, en el tráfico, haciendo corajes”, responde Guzmán cuando se le pregunta acerca de su musa arquitectónica. “Es una especie de contraste entre ser creativo y hacer corajes, entre estar en el tráfico mentando madres y, al mismo tiempo, estar pensando en los espacios arquitectónicos que tengo que hacer. Ese es el tipo de ambiente en el que me gusta crear. Y luego llego al ambiente de paz absoluta de mi oficina, en donde me pongo con mi dibujante a crear los primeros esbozos del proyecto. Yo soy, no sé si deba decirlo, muy poeta. Me gusta la poética espacial, la sorpresa, la magia, me gusta todo ese tipo de cosas que da la madurez, que no se tienen cuando se es chavo”, relata el arquitecto que en sus tiempos libres escribe poesía y toma fotografías de paisajes, algunas de las cuales han sido galardonadas.
Una de las características primordiales del despacho Dos Jaime Guzmán Arquitectos es que sus habilidades también incluyen el diseño de interiores, paisajismo y museografía. El trabajo de esta oficina ha sido galardonado con numerosos premios y reconocimientos, los cuales lo distinguen como una de las mejores firmas de arquitectura en el país.
“En particular, yo me especializo en casas. Siempre he dicho que mis casas son mis hijas, y tengo hijas muy bien casadas y hay hijas muy mal casadas. Es decir, trato de hacer una pequeña investigación o sensibilizarme sobre cómo va a ser el cliente para ver si mi hija va a estar bien casada o no. Bien casada quiere decir que va a estar bien decorada, bien cuidada, que va a tener un jardín bonito. Para mí es un placer enorme cuando al pasar de los años regreso a ver una de mis casas y digo: ¡guau, qué hija tan guapa! Pero de repente veo otras y digo: ¡qué lástima!”.
—Jaime, ¿en ese aspecto el cliente mexicano es difícil de tratar?
—En México la gente siente que tiene un arquitectito en el corazón y mete demasiado su cuchara. Eso a mí me molesta mucho, pues si bien yo nunca quiero imponerle mis ideas a un cliente, sí me encanta ser su director, alinearlos y convencerlos de las cosas que hago. Hay que considerar el terreno, las vistas, todo, y el cliente debe considerar a quien escogió para que haga su casa. En este sentido, puedo decir que hay gente que me inspira muchísimo para hacerles casas muy padres porque cooperan lo suficiente, pero hay clientes que no me inspiran nada. Es una relación de amor hacer una casa.
—¿Cómo ha evolucionado la arquitectura en los 40 años que llevas en el oficio?
—Ha cambiado muchísimo porque hay muchísima más competencia. Y básicamente eso ha estimulado la creatividad, porque antes éramos un grupo bastante selecto de arquitectos que nos llevábamos toda la chamba, pero poco a poco nos vinieron pisando los talones los de atrás y vienen fortísimos, durísimo, y como le están haciendo sus casas a los millennials y todos estos empiezan a tener mucho dinero, entonces ya tienen más esas ideas y poco les importa la poética espacial de este arquitecto Guzmán.
“Sin embargo, yo creo que la poesía en la arquitectura sigue siendo muy válida. Aunque también he hecho varios edificios, yo me especializo en casas porque creo que es lo más importante del ser humano, su casa, y por otro lado, para el 97 por ciento de los humanos la principal inversión en su vida es su casa, y es en donde se van a realizar. Cuando la gente llega a mis casas se siente a gusto y no saben por qué, no saben por qué esa magia, pero yo sí lo sé. Es como el cuate que hace un pastel o un platillo y sabe cuáles son los ingredientes que debe agregarles para lograr esos sabores. Como arquitecto tienes que crear ese platillo; por ejemplo, la fachada, para mí, debe ser totalmente humilde, las casas no se deben exponer por las fachadas, entre más austera es más bonita, pero cambia por dentro. Es como un ostión, tiene concha áspera por fuera y nácar, una perla y sabores deliciosos por dentro”.
—¿Consideras que la globalización ha afectado la arquitectura nacional, tradicionalista?
—Sí, es una pena. Pero así es el mundo. En la ciudad ya estamos viendo influencias externas y académicas generadas por las universidades del mundo, pero creo que al final es interesante, son más o menos las imágenes que tenían los visionarios de la arquitectura hace 40 años. Poco a poco la arquitectura va a ir siendo más dinámica, se va ir descomponiendo más, los espacios se van a ir transformando, no van a tener una función única. Y yo me quedo muy humilde, me quedo en el diseño de casas.
—¿Las imágenes de una arquitectura futurista y única tan común en películas son preocupantes en algún sentido?
—Es la evolución del mundo, y para allá vamos. Pero México aún es un país extraordinario en donde se hacen casas. En Estados Unidos nada más las compras, las hace un home builder, y si quieres hacer una casa con un gran arquitecto te cuesta una fortuna, entonces necesitas ser muy rico. El mundo desgraciadamente va a esa sombra porque somos ya demasiados.
—¿Y en México hay trabajo para todos los arquitectos?
—Es increíble que sí hay trabajo, pero cómo se ha modificado. Se ha modificado muchísimo el trabajo muy palpablemente de cinco años para acá, y hoy por hoy la arquitectura se está volviendo mucho más vertical porque ya no hay terrenos. Entonces, la gente opta por irse a la vertical, y ahora los edificios son padrísimos, tiene gimnasio, áreas verdes, spa, todo.