Más de 75 capos y líderes del narcotráfico emboscados en lo que va del sexenio han convertido a México en el foco de la noticia; pero con la captura del “H” lo feo apenas comienza para la zona centro de la república.
Entendido como el punto geográfico que comprende los territorios no montañosos de Aguascalientes, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Querétaro y Zacatecas, el Bajío conforma un importante corredor industrial que hoy alberga corporativos nacionales, poderosas multinacionales y su industria auxiliar, empero, “esta conjunción sociohistórica permite al narcotráfico realizar operaciones y reclutamiento de forma estratégica con vías de salida y de fácil acceso al corazón económico y financiero del país”, advierte la Administración para el Control de Droga (DEA) en su informe titulado “Estrategia Internacional de Control de Narcóticos 2013”.
En el documento se menciona que la producción de metanfetaminas “se encuentra al alza en México y las importaciones de precursores químicos están en aumento”, ello, pues hasta septiembre de 2013, el gobierno de la República Mexicana había reportado la incautación de al menos 349 toneladas métricas de precursores químicos, y “el 69 por ciento de los operativos de drogas aseguradas se produjo en los estados de Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Morelos Querétaro y Jalisco”.
Con estas fichas en sobremesa, la racionalidad de la infección psicotrópica que sacude al distrito adquiere una lógica con apodo: Héctor Beltrán Leyva, alias el “H”.
Narco entre “crema y nata”
Cabecilla de un coloso criminal desde 2009 y heredero del clan que lleva su apellido, el “H” fue detenido el pasado miércoles 1 de octubre ni más ni menos que en la ciudad de San Miguel de Allende (centro turístico del estado de Guanajuato, considerado el paraje urbano más hermoso del planeta según el ranking anual “Top 25 Cities of The World 2013”), provocando la consternación de empresarios, turistas y personalidades públicas.
La aprensión tuvo lugar en las instalaciones de El Pescau, restaurantes de mariscos ubicado en el pueblo mágico gracias a la colaboración entre la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Policía Federal (PF), todo ello en un operativo “discreto que se produjo tras 11 meses de investigación y sin disparar un solo tiro”, informó la Procuraduría General de la República (PGR) luego de producirse el histórico arresto.
Trascendió que, desde hace meses, Héctor Beltrán Leyva mantenía las operaciones alejadas de su domicilio en el exclusivo complejo residencial de Juriquilla (enclavado en la zona industrial del estado de Querétaro) para “no alterar su modo de vida, discreto y de bajo perfil, evitando llamar la atención de vecinos y amistades, o de las autoridades locales”, abandonando su predilección por los vehículos de lujo para adoptar la identidad de “Don Chava” un empresario acomodado, “dedicado al comercio de inmuebles y obras de arte”, reporta Medios aQROpolis citando informes de la PGR.
No obstante, fue el estar acompañado de un activista político local al momento de su detención lo que trajo la incertidumbre sobre un posible “enlace” entre el Bajío y Beltrán Leyva, destacado como el delincuente más ilustre al momento de infiltrarse en los departamentos de policía y corromper a las autoridades nacionales, ya que para su asentamiento en la región de Guanajuato, el “H” necesitaría de un personaje que hubiera “participado activamente, comprando y vendiendo bienes raíces en Querétaro y San Miguel de Allende durante los últimos 17 años y que administrara la oficina de ventas del proyectos”.
El nexo verde
Germán Goyenechea Ortega, un empresario queretano relacionado con políticos, compañías en diversos sectores y asociaciones civiles constituiría el provinciano modelo hasta el pasado mes de septiembre, no obstante, su imagen de recatado emprendedor de 44 años se vino abajo cuando fue detenido junto con el “H” en San Miguel de Allende “a bocados de ceviche y agua de horchata”, identificándosele como su operador financiero.
El “exitoso patrono de los millones” estudió la carrera de Ingeniería en Agronomía en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), se consagró a la política como militante del Partido Verde Ecologista (PVEM) y se acomodaba como directivo, fundador o socio de cinco empresas locales: Grupo Baresa (gastronomía), Centurion Real Estates and Resorts (turismo), Grupo Gallazo de Oro (bienes inmobiliarios), Ferromaya (transportes) y Concretos Premezclados del Río (sector construcción).
Eso sí, no fue gracias a la complicidad del exforcado, director del fraccionamiento Otomí Centro Hípico, presidente del Consejo Ciudadano 100 por Querétaro y representante estatal del Consejo Consultivo del Parlamento Ciudadano de México (Pacime), que en el Bajío corre el secreto a voces de una curiosa pasión platónica con el narco.
Fue primero en julio de 1997, cuando la PGR ratificó que Amado Carrillo Fuentes, mejor conocido como el “Señor de los Cielos”, tenía en Querétaro por lo menos cuatro casas de seguridad en la colonia Colinas del Cimatario y una en Plaza del Sol, sin mencionar que organizó “varias fiestas en el estado amenizadas por artistas de renombre como Tatiana, La Chilindrina, Lucero y el Mariachi Vargas de Tecalitlán”.
Otro de los grupos de narcotraficantes que operaban “oficialmente” en El Bajío era el integrado por los hermanos José y Manuel Valenzuela Valdez, quienes distribuían droga en los estados de Guanajuato, Michoacán y Querétaro al menos hasta el 17 de abril de 2001, cuando fueron acorralados por elementos castrenses.
Al respecto, el entonces mandatario del estado de Querétaro y panista recién iniciado en las artes del gobierno, Ignacio Loyola Vera, admitió que “hasta donde yo tengo conocimiento, lo que Amado Carrillo y los hermanos Valenzuela tenían aquí eran casas de descanso. Creo que las tenía aquí porque Querétaro es tranquilo y casi siempre los narcotraficantes toman las ciudades tranquilas para tener a sus familias o para descansar”.
Ojos que no ven…
Mitos o realidades del oficio, difícilmente podría negarse que uno de los principales mensajes de las administraciones gubernamentales de El Bajío han entretejido con entusiasmo es que la inseguridad pública está dejando de ser un problema, sin embargo, los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2014 nos dicen que todos los delitos que afectan a la población física, emocional o económicamente, son un problema de “apariencia” y que existen discrepancias sobre la presencia del narcotráfico en las diversas entidades del centro de la República.
La incidencia ocurre primordialmente en el estado de Zacatecas, que al ser considerado un “nido de ratas” por ostentar el vigésimo sexto lugar nacional en cuanto percepción de seguridad pública se refiere, ocupa en realidad el puesto número 6 del ranking (caso afín ocurre con los territorios de Durango con 20-8, Tamaulipas 29-16, Tabasco 30-13 y Morelos 31-12), mientras que Hidalgo se constituye como la única entidad de la república cuya apreciación de “blindaje civil” es equivalente al de su realidad.
En ese sentido, Querétaro se observa como la segunda comarca más segura del país, cuando verdaderamente se trata de la decimoprimera, Guanajuato presume un airoso decimotercer puesto mientras le corresponde la posición 28 y Jalisco se blande con la conquista de la plaza número 15, desplomándose “por rigor” hasta el trigésimo puesto del termómetro de la violencia. Solo Michoacán (28-23) y Aguascalientes (4-7) se permiten un mayor “consenso” entre cifras de percepción y realidad, y si algo nos ha enseñado la Envipe 2014 es que las instituciones del Bajío no se han doblado ante el ímpetu de la corrupción y el narcotráfico… pero lo que no se puede maquillar es la existencia de focos rojos.
Dinastía trágica
El imperio de Héctor Beltrán Leyva fue integrado en un principio por cuatro hermanos (Arturo, Alfredo, el propio Héctor y Carlos) que comenzaron su carrera delincuencial como “comandantes” del cartel de Sinaloa, concentrando sus esfuerzos en el trasiego de cocaína desde Centroamérica y Sudamérica hacia Estados Unidos bajo la tutela de Joaquín el “Chapo” Guzmán (líder en aquel entonces del mencionado organismo), no obstante, la detención de Alfredo en enero de 2008 provocó una ruptura que terminó por amargar el negocio.
Conforme a la DEA, esta pérdida fue derivada de un presunto pacto de colaboración entre los Beltrán Leyva y Los Zetas, el cual representó una “traición mazatleca” para Joaquín Guzmán en un intento por hacerse con el control total de la ruta de tráfico del Golfo de México, provocando una diversificación de actividades delictivas por parte de estas asociaciones. Así es como desde 2010, y tras la muerte de Arturo en diciembre de 2009 y la captura de Carlos en vísperas de Año Nuevo, Héctor tomó las riendas de la dinastía, gestando sangrientas hostilidades entre carteles y su asilamiento en puntos estratégicos de la república a causa del asedio rival y los operativos de gobierno.
@ElJovenRubio