¿Cuándo México dejará de ser territorio hostil e inapropiado para su niñez?
“México no es un país apropiado para la niñez”. Esta frase sería perfecta para las ocho columnas de cualquier diario y permitiría vender muchos ejemplares de esa edición, ya que la oración es escandalosa, contundente y… tristemente real.
A esa conclusión llegó el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en 2012, cuando midió el cumplimiento de los derechos de los niños mexicanos menores de cinco años. En una escala del 0 al 10, nuestro país tuvo una calificación reprobatoria de 5.
Y si hubiese alguna duda sobre la veracidad de ese diagnóstico, bastaría con asomarse a los medios en las últimas semanas: la muerte de Alejandro, de apenas 12 años, debido a que sus compañeros de secundaria le hicieron “columpio” y lo azotaron contra la pared provocándole traumatismo craneoencefálico.
La perforación intestinal que sufrió el pequeño Owen, de apenas cinco años, debido a que el “novio” de su madre le dio puñetazos en el pecho, lo pateó en la entrepierna, lo golpeó con el cinturón y le quemó la mano con un encendedor. Antes ya le había fracturado un brazo, además de que lo bañaba con agua fría.
O el maltrato a Dominic por parte de su propia abuela, Olga Zavala, quien “de broma” lo amordazó y ató de pies y manos con cinta canela para luego subir la imagen a Facebook con la leyenda: “Esto le pasa por latoso”.
La Unicef estima que en México el 62 por ciento de los niños han sufrido maltrato en algún momento de su vida; 10 por ciento de los estudiantes han padecido algún tipo de agresión física en la escuela; 5.5 por ciento ha sido víctima de violencia sexual y 16.6 de violencia emocional.
De acuerdo con el informe “Violencia infantil”, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el primer lugar en abuso y maltrato infantil entre los países miembros. El estudio destaca que más de 700 niños son asesinados cada año, lo que implica dos homicidios diarios.
En los menores de cuatro años, la muerte se presenta principalmente por asfixia, y de los cinco a los 14 años, por golpes contusos, acuchillamientos o disparos con armas de fuego.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Familias en México (Endifam)1, aplicada en 2005, reportó que en 13 millones de familias los niños crecen en un entorno de violencia y gritos por parte de sus padres.
Además de esa violenta embestida, muchos pequeños son obligados a trabajar, a prostituirse o a realizar prácticas pornográficas, y otros son víctimas del tráfico humano. En localidades rurales están condenados a padecer de pobreza extrema y enfermedades propias de la marginación.
Lo peor es que no hay evidencia de que este fenómeno esté disminuyendo. Por el contrario, Alejandro, Owen y Dominic son la muestra fehaciente de que la agresión contra los menores se agudiza.
Académicos y organizaciones de la sociedad civil denunciaron que, desde 2011, no hay datos o denuncias oficiales sobre el maltrato contra menores. En ese año, 21 000 casos fueron registrados por las procuradurías de la Defensa del Menor y la Familia de los Sistemas Estatales del DIF.
De ese total, en 14 289 se comprobó maltrato; sin embargo, solo se presentaron 1666 denuncias por estos hechos ante el Ministerio Público en todo el país.
Los invisibles
Si todos esos datos son abrumadores por sí solos, se transforman en catastróficos cuando se analizan sus consecuencias sobre los individuos que son víctimas y sobre las sociedades que conformarán en el futuro.
La organización Mexicanos Primero presentó recientemente un estudio, “Los invisibles: las niñas y los niños de cero a seis años”2, en el que establece que durante esos primeros años de vida “se sientan las bases para el desarrollo de los seres humanos…
“Un niño que no se desarrolla de manera adecuada en sus primeros años, tiene menos posibilidades de lograr alcanzar su máximo potencial cuando sea adulto. Por ende, lo que sucede en los primeros seis años tiene repercusiones para el resto de la vida”.
En este sentido, México queda a deber. Para empezar: uno de cada cinco menores de un año no tiene acta de nacimiento; el gasto que el Estado destina por niño en sus primeros seis años es de 6500 dólares; más de la mitad de quienes tienen menos de cinco años son pobres; y uno de cada siete niños a nivel nacional presenta desnutrición crónica, y entre los menores indígenas, la proporción es uno de cada tres.
Todo ello les restará habilidades básicas de lenguaje y pensamiento matemático, lo que se reflejará en hechos tan graves como el que no puedan reconocer su nombre escrito o distinguir algunos números y letras.
La organización propone “hacer visibles a los invisibles” mediante la creación de una cartilla del desarrollo, anexa a la cartilla de vacunación, que permita dar seguimiento a indicadores sobre la primera infancia basados en experiencias exitosas como el programa Chile crece contigo3, en el que se establezcan estándares a nivel nacional y sanciones por incumplimientos.
Asimismo, sugiere invertir al menos el 1.5 por ciento del PIB en los niños durante la etapa de cero a los seis años; involucrar e informar más a los padres de familia sobre lo importante que es esa etapa de vida; además de promover una red ciudadana en favor del desarrollo infantil temprano, en la que participen activamente el sector privado y organizaciones filantrópicas.
Los casos visibles
Mientras todas esas propuestas comienzan a materializarse, los casos de Alejandro, Owen y Dominic han permitido colocar el tema en la agenda nacional.
La SEP anunció que en el último trimestre del año presentará un programa para erradicar el bullying, el acoso y la violencia en las escuelas.
Irma Virginia Salazar Velasco, la madre de Owen, ya está sujeta a proceso en el penal de Cuautitlán, por el delito de omisión de maltrato familiar; mientras que su “novio”, Rubén Díaz Alamilla, el responsable de las agresiones, es buscado por las autoridades.
A su vez, la Procuraduría capitalina giró orden de aprehensión contra Olga Zavala, abuela de Dominic, al concluir que hay elementos de prueba suficientes para acusarla por el delito de violencia familiar, ya que causó perjuicios emocionales al pequeño al amarrarlo y exhibirlo.
Ojalá que en estos casos, y en los miles que no salen a la vista pública, haya sanciones, y que sean sanciones ejemplares que permitan garantizar el desarrollo adecuado de los menores, para que de esta forma, poco a poco, México deje de ser un territorio hostil y un país inapropiado para su niñez.
Hannia Novelles periodista y conductora del noticiario de la televisión mexicana Proyecto 40. @HanniaNovell