Los temores de una agresión rusa alimentados por Crimea reavivan la fe en la protección nuclear.
Adiós al mundo sin la bomba atómica. Hace poco, el presidente Barack Obama dijo que, en su opinión, ese futuro estaba muy próximo. Ahora, después de la anexión de Crimea por parte de Rusia, ya no parece tan seguro.
Muchos estados vecinos de Rusia han puesto atención nuevamente a la protección nuclear. “Aunque existe un riesgo muy pequeño de que Rusia actúe contra Polonia, ese riesgo es mucho mayor ahora de lo que era hace apenas algunas semanas”, declaró a Newsweek Stanislaw Koziej, director de la Agencia de Seguridad Nacional de Polonia. Afirma que la disuasión más importante es “la solidaridad de la OTAN y la presencia del ejército estadounidense en Europa. La disuasión nuclear es un factor muy importante que la OTAN tiene a su disposición, y su importancia crece cada vez más”.
Este es un tono muy distinto al que usó Radoslaw Sikorski, el ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, hace cuatro años, cuando propuso un tratado para limitar la existencia de armas nucleares en Europa. Sikorski mismo invocó una retórica nuclear esta primavera al solicitar sanciones contra Rusia.
Hace 20 años, Ucrania era el tercer estado con un mayor número de armas nucleares, solo por debajo de Rusia y Estados Unidos. Después firmó voluntariamente un tratado en el que entregaba su arsenal a Rusia, a cambio de garantías de que Rusia respetaría sus fronteras.
Se ha demostrado en Crimea que esa promesa tuvo poco valor. El mensaje recibido por los países que comparten fronteras con la Federación Rusa es: si tienen armas nucleares, nunca las entreguen; si no las tienen, traten de lograr que los estadounidenses los protejan con las suyas.
Hace cinco años, mientras hablaba ante una alborozada multitud en Praga, el recién electo presidente Obama presentó un bosquejo de su visión para eliminar las armas nucleares. Un cuarto de siglo después del final de la Guerra Fría, las 180 armas nucleares estadounidenses estacionadas en Alemania, Bélgica, Holanda, Italia y Turquía parecían solo un vestigio. Pero Peter Doran, director de investigación del Centro de Análisis de la Política Europea en Washington, D.C., y coautor de un nuevo informe sobre la seguridad en Europa Central y Oriental, dice: “Crimea ha cambiado al mundo. Los tratados (los estatutos establecidos por NU, la Ley Final de Helsinki, el Memorándum de Budapest, el Acta Fundacional OTAN-Rusia y el Tratado Ruso-Ucraniano de 1997) que produjeron la paz en Europa durante los últimos 20 años han quedado en entredicho por la invasión y la anexión de Crimea. Georgia fue la primera señal de que Vladimir Putin es un revisionista. Luego vino la cuestión ucraniana. ¿Cuál será el tercer país?”.
Los estados del Báltico son los más preocupados. Solo disfrutaron de dos décadas de independencia después de la Segunda Guerra Mundial antes de ser anexionados por la Unión Soviética. Aunque han sido independientes desde 1991, Estonia y Letonia tienen grandes minorías rusas (25 y 26 por ciento, respectivamente).
“Por supuesto que estamos preocupados”, señala Ants Laaneots, excomandante en jefe de Estonia. “Los rusos siguen una doctrina que incluye restituir el control sobre el espacio postsoviético.” Laaneots, que fue oficial del Ejército Rojo soviético hasta la independencia de Estonia, pronostica que Moldova y la república disidente de Transnistria irán primero, y después los estados bálticos.
“El 2 de abril, la OTAN suspendió la cooperación con Rusia. En 2002, cuando se constituyó el Consejo OTAN-Rusia, ello se produjo en un espíritu de colaboración después de los atentados del 11/9. La OTAN y Rusia aceptaron “trabajar para lograr una verdadera sociedad estratégica y modernizada… Con el objetivo de contribuir a la creación de un espacio común para la paz, la seguridad y la estabilidad”.
Y los esfuerzos conjuntos lograron una diferencia: entrenaron a equipos afganos antinarcóticos. Colaboraron con la no proliferación al evitar que terroristas y estados enemigos obtuvieran material para construir armas de la destrucción masiva y en operaciones antipiratería. Incluso, desarrollaron planes conjuntos antimisiles.
Desde luego, Crimea puede ser el único estado anexado por Rusia, pero el temor de sufrir una agresión rusa han reavivado en Europa el interés en el arsenal nuclear de Estados Unidos. “Nadie espera una invasión rusa a gran escala”, señala Jiri Schneider, quien fue viceministro de Relaciones Exteriores de la República Checa hasta principios de este año. “Pero lo que Rusia está haciendo es una provocación, y tenemos que mostrar un poco de músculo”.
Eso, de acuerdo con miembros del campamento de Schneider, implica mantener el arsenal nuclear de Estados Unidos y modernizar los aviones que transportan las armas. En general, Estados Unidos posee 1950 cabezas nucleares, 180 de ellas ubicadas en Europa. Adicionalmente, Francia tiene 300 armas, montadas en aviones o como misiles en submarinos, mientras que Gran Bretaña posee 225 misiles montados en submarinos (este número se reducirá pronto hasta 180), de acuerdo con la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, por sus siglas en inglés), cuya Base de Datos de Armas Nucleares es considerada como la fuente más confiable sobre arsenales nucleares en todo el mundo. Se cree que China tiene unas 250 bombas.
En la base de datos se calcula que Rusia tiene aproximadamente 2000 ojivas tácticas en su territorio europeo.
Alemania, que ha planeado retirar sus aeronaves con capacidades nucleares en la década de 2020, ha optado por no prolongar sus deberes como sede nuclear. Es ahí donde los estados que se han incorporado más recientemente a la OTAN ven una posibilidad. Un analista de Washington informa que un funcionario de Europa central le dijo recientemente: “Si los alemanes no quieren [las bombas], nosotros las tomaremos”.
En un nuevo informe, Doran y varios coautores afirman que, dado que Rusia infringió tratados internacionales al anexar a Crimea, la OTAN puede retractarse de su promesa de no colocar armas nucleares en los antiguos estados del Tratado de Varsovia. Rusia consideraría este paso como una provocación arrogante. Pero colocar armas nucleares en antiguos estados del Tratado de Varsovia no es algo radical, afirma Doran: “Invadir otro país, como Rusia acaba de hacerlo, eso sí es radical”.
Algunos estrategas de Europa central y oriental piensan que este es el momento apropiado para que los europeos participen más en la dirección de las operaciones nucleares de la OTAN. Aunque ya no habla a nombre del gobierno, Schneider dice que la República Checa se uniría con aliados del mismo parecer en un acuerdo de esta naturaleza. Polonia, que tiene aeronaves F-16 que pueden ser transformadas para transportar armas nucleares, es otro posible participante. Robert Gates, exsecretario de Defensa de Estados Unidos, admitió que los legisladores estadounidenses cuestionan cada vez más el costo de defender a Europa.
Reforzar el factor disuasivo nuclear en Europa es, por supuesto, lo contrario de un plan de desarme. “Las personas que han argumentado a favor de una función continua para las armas nucleares están aprovechando al máximo la crisis”, señala Hans Kristensen, director del Proyecto de Información Nuclear de la Federación de Científicos Estadounidenses. “Pero la OTAN no tiene interés en incrementar la función de las armas nucleares en Europa. No va a decir, ‘¡Caramba!, ahora tenemos que colocar armas nucleares tácticas más al Este’. La alianza no se está haciendo ningún favor a ella misma si permite que tales expectativas aumenten entre sus miembros más nuevos”.
Pavel Podvig, un veterano experto en armas nucleares de Rusia, dice que a los estados de Europa oriental y central les preocupa desde hace mucho tiempo qué tan comprometida está la OTAN con ellos. “Ellos tratan de establecer relaciones más directas con Estados Unidos con la esperanza de lograr que haya más armas estadounidenses en su territorio”, afirma Podvig, quien actualmente dirige el Proyecto de Fuerzas Nucleares Rusas. “Es esencialmente una trampa para lograr que los estadounidenses se involucren. Y las armas nucleares estadounidenses en su territorio serán, obviamente, una trampa aún más grande”.
Obama sigue estando comprometido con mantener las armas nucleares estadounidenses en Europa. Al presentar su testimonio ante el Congreso en marzo, el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, Mark Welsh, explicó que si los actuales países anfitriones dan por terminados sus servicios de alojamiento de armas nucleares, “otras naciones de la OTAN que tienen esa capacidad asumirán la carga”. En otras palabras: las armas nucleares se quedan. Obama también preside la modernización de los poderosos submarinos balísticos de los Estados Unidos: naves que pueden lanzar misiles nucleares, cada uno de ellos con ocho ojivas, desde una distancia de varios miles de kilómetros. De hecho, señala Charles Ferguson, presidente de FAS y exoficial de un submarino nuclear, actualmente Estados Unidos mantiene un arsenal nuclear mucho más grande que el que se requiere para mantener a raya a los estados enemigos con capacidades nucleares, como Corea del Norte. “Si tan solo quisiéramos disuadir a Irán o Corea del Norte, probablemente solo necesitaríamos un décimo de las armas nucleares que tenemos ahora”, dice. “Nos estamos protegiendo contra la amenaza rusa, pero también contra la amenaza china”.
Estados Unidos ha trasladado temporalmente varios aviones de combate de Italia a Polonia, mientras que las unidades del Ejército y la Marina de ese país están siendo desplegadas en los estados bálticos. Polonia Ha solicitado a la OTAN que destaque a 10 000 soldados en su territorio. Pero ningún gobierno europeo ha dicho públicamente que quiere una nueva base nuclear, y dado que se supone que las instalaciones nucleares deben ser secretas, es poco probable que lo hagan. Koziej señala que, “en la disuasión nuclear, el aspecto más importante es lograr que su adversario no sepa nada sobre sus planes, así que es mejor no hablar sobre dónde sería apropiado colocar armas nucleares de Estados Unidos”.