En la región, la mitad de las mujeres son ofendidas por sus parejas. La multipremiada directora de la Fundación Origen, Mariana Baños, considera que la educación familiar deficiente y los problemas diarios detonan este perjuicio social.
En los países de América Latina y el Caribe, la violencia física y sexual contra mujeres de todos los grupos socioeconómicos ya es un problema más que alarmante.
Este tipo de violencia constituye una importante violación de los derechos humanos y una deficiencia de salud pública que genera problemas físicos, mentales, sexuales, reproductivos y de otra índole, además de que puede aumentar la vulnerabilidad a la infección por el VIH.
De acuerdo con el informe “Violencia contra la mujer en América Latina y el Caribe”, divulgado recientemente por la Organización Panamericana de la Salud (OPM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), en países como Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Jamaica, Haití, República Dominicana, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Paraguay, la mitad de las mujeres ha experimentado heridas físicas, quemaduras, huesos rotos, abortos involuntarios, moretones y violaciones sexuales por parte de sus parejas.
A esta adversidad social debe añadirse que la mayoría de esas mujeres no busca ayuda ni habla con alguien acerca de su experiencia.
“A la mujer no le gusta hablar del tema porque se siente humillada. Le da vergüenza. No sabe cómo la van a juzgar, con quién puede hablar, cuál es la decisión que va a tomar”, opina Mariana Baños Reynaud, fundadora y presidenta de la Fundación Origen.
Origen es una organización asentada en México que brinda ayuda y asesoría psicológica, legal y médica a mujeres víctimas del maltrato. Ha ganado ocho premios, algunos de corte internacional, y desde el año 2000 ha atendido a más de 260 000 mujeres. Su presidenta, Mariana Baños Reynaud, una especialista en desarrollo humano, formó parte de la comisión de México en la Conferencia de Pekín +5 de Naciones Unidas, “Mujer 2000, igualdad entre los géneros”, y ha ofrecido infinidad de conferencias en pos de los derechos y el respeto a la mujer.
Cuando la mujer es violentada “no se atreve a pedir ayuda porque, también, su realidad es que ama a su pareja, está enamorada y no la deja”, añade Baños Reynaud en entrevista con Newsweek en Español. “Entonces, dentro de la realidad que ella vive, debe analizar cómo va a poder salir adelante y con qué herramientas va a armar el futuro de su vida con sus hijos y con su pareja”.
De acuerdo con el informe presentado por la OPS y la OMS, una cuarta parte de las mujeres de los países arriba mencionados ha sufrido violencia sexual en algún momento de sus vidas de parte de su pareja o de un hombre a quien conoce.
El informe añade que las mujeres que fueron golpeadas durante su niñez han sufrido violencia de pareja en la edad adulta en un porcentaje significativamente mayor que las que no padecieron maltrato en su infancia.
Los factores detonantes
Entre los factores que detonan estos actos de violencia se enumeran el bajo nivel educativo, la exposición al maltrato en la infancia o a actos de violencia entre los padres, el consumo nocivo de alcohol o drogas, las actitudes de aceptación de la violencia y la desigualdad de género.
“Es un problema que ha existido siempre, pero durante mucho tiempo estuvo en el anonimato”, explica la presidenta de la Fundación Origen.
Y añade: “La preocupación es que cada vez se extiende más, las cifras no disminuyen. La mayoría de las veces se debe a una cuestión cultural y de educación en todo el mundo. Es un problema grave que hay que atender ya, porque la violencia se va heredando de generación en generación. La opción de que la mujer sepa que existen diferentes vías y que hay otro camino puede hacer mucho la diferencia en la vida de sus hijos y en la vida de la misma mujer”.
La especialista coincide en que algunos de los factores que detonan el maltrato a la mujer son el alcohol, el desempleo, la crisis económica familiar y, sobre todo, la educación.
“Quien tiene poca tolerancia a la frustración se lo debe al tipo de educación que recibió, lo cual se hereda a los hijos. Entonces, si a alguien se le van acumulando estos tipos de problemas, se va llenando de tensión y frustración, y como ser humano tiende a sacarlo y a explotar contra el débil.
“Entonces, por ejemplo, si alguien en su trabajo tiene un patrón que lo humilla, que constantemente lo está abusando psicológicamente y lo maltrata, llega a su casa y se desquita con el débil, con su mujer. Y luego la mujer se desquita con los niños, como vengándose de la pareja”.
Por ello, insiste Mariana Baños, este círculo vicioso debe resolverse de raíz, pues “son cadenas y ciclos que se repiten de generación en generación y lo necesario es cortarlos en la base, que es el hogar. Si hay violencia y desesperación familiar en esa casa, el hijo adolescente ya no querrá estar allí, viviendo y sufriendo agresiones, entonces se irá a la calle. ¿Y cómo le hace para sobrevivir en la calle? Como puede: empieza a robar porque tiene hambre y no tiene ingresos, o el crimen organizado le ofrece ciertas facilidades”.
Naciones Unidas define la violencia contra la mujer como todo acto de maltrato basado en el género que tiene como resultado un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la privada.
La violencia de pareja se refiere a los comportamientos que tienen lugar en el ámbito de una relación íntima y que causan daños físicos, sexuales o psicológicos, tales como las agresiones corporales, la coerción sexual, el maltrato mental o los comportamientos controladores.
Y la violencia sexual es todo acto, tentativa, comentarios o insinuaciones sexuales no deseados. Incluye la violación, definida como la penetración forzada físicamente o empleando otros medios de coacción, por más leves que sean, de la vulva o el ano, usando un pene, otras partes corporales o un objeto.
Maltrato en México
Si el maltrato a las mujeres es un problema que en América Latina crece día tras día, en la comunidad mexicana la situación no es más alentadora. “En México, siete de cada 10 mujeres sufren o han sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida”, indica Baños Reynaud, cuya fundación obtuvo, en el año 2010, el segundo lugar en Iniciativa México, un concurso de instituciones que apoya planes de fuerte impacto social y en donde participaron más de 47 000 proyectos.
“Son estadísticas terribles. Por eso urge generar soluciones a un problema muy grave que cada vez es más intenso. Por culpa de la violencia, al día mueren 14 mujeres en México, y hablamos de los casos que están registrados, porque el 40 por ciento de las mujeres que sufren algún tipo de maltrato no lo denuncian, uno, por miedo a su pareja; dos, por temor a lo que vaya a pasar, al desenlace, y tres, porque no hay confianza en las autoridades”.
Además, la mujer ofendida la mayoría de las veces “no sabe a dónde acudir, y eso es parte de lo que hay que hacer, dar difusión a las instituciones que estamos brindando ayuda”.
De acuerdo con especialistas de Naciones Unidas, la violencia de pareja o sexual produce a las mujeres graves problemas físicos, psicológicos, sexuales y reproductivos a corto y a largo plazo, y tienen un elevado costo económico y social.
Entre los efectos en la salud física se encuentran las cefaleas, lumbalgias, dolores abdominales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud general. En algunos casos se pueden producir lesiones mortales.
La violencia contra la mujer también puede ocasionar embarazos no deseados, problemas ginecológicos, abortos provocados e infecciones de transmisión sexual. Estas formas de maltrato en ocasiones son causantes de depresión, trastorno de estrés postraumático, insomnio, trastornos alimentarios, sufrimiento emocional e intento de suicidio.
La presidenta de la Fundación Origen insiste en que es necesario brindar una educación integral a los niños, basada en el respeto a la mujer, para erradicar este cáncer social.
“Y no porque sea mujer, sino porque es un ser humano, y como tal merece exactamente el mismo respeto que el hombre. Es necesaria una educación integral que incluya el respeto, la protección, el acompañamiento, el trabajo en equipo, sin tratar de ejercer el poder de un sexo sobre el otro”.
Urgen programas de prevención
Igualmente necesario es que tanto los gobiernos como las instituciones privadas “inviertan más recursos en las mujeres. Hablando de la parte laboral, el 50 por ciento de las mujeres trabaja en el comercio informal, salen a trabajar porque tienen la responsabilidad de sus hijos. Entonces es importante invertir en ellas, en que tengan un trabajo fijo, en que se puedan adecuar los trabajos del hogar con la parte laboral sin descuidar a los niños”.
La Organización Mundial de la Salud señala que los programas escolares de prevención de las relaciones dañinas entre los jóvenes, como el denominado “Violencia en el noviazgo”, son los que cuentan con mejores pruebas de su eficacia. Igualmente han resultado eficaces otras estrategias de prevención, como el financiamiento de iniciativas dirigidas contra la desigualdad de género o para mejorar la comunicación y las aptitudes en las relaciones interpersonales.
Los costos sociales y económicos de la violencia contra la mujer son enormes y repercuten en toda la sociedad. Naciones Unidas diagnostica que las mujeres pueden llegar al aislamiento o la incapacidad para trabajar, perder su sueldo, dejar de participar en actividades cotidianas y ver menguadas sus fuerzas para cuidar de sí mismas y de sus hijos.
Por ello algunos estudiosos y expertos en la materia consideran urgente efectuar cambios duraderos que logren erradicar esta clase de violencia, como promulgar leyes y formular políticas que protejan a la mujer, que luchen contra la discriminación y fomenten la igualdad de género, y que ayuden a generar una cultura de no violencia.
“Es muy importante que las mujeres sepan que existe otro camino, que hay diferentes opciones, que merecen ser respetadas y que hay personas especializadas y organizaciones y fundaciones que las ayudan a salir del círculo del maltrato”, añade nuestra entrevistada. “El 90 por ciento de los casos que tratamos se cierran exitosamente. La mujer aprende a decirle al hombre que no le gusta que le grite, exige que se pongan reglas de respeto dentro de la casa, y muchas veces el cambio en el hombre se genera por ver el cambio en la mujer”.
Mención aparte merecen las mujeres que maltratan a las mismas mujeres: “Hay, sobre todo, casos en que se agrede a las personas de la tercera edad. A lo mejor la hija hacia la mamá o a la abuela. Y luego está la suegra, que muchas veces vive con la pareja, ejerce violencia sobre la nuera, y no hay un hombre que defienda porque él también agrede. Son patrones, si como mujer lo vivió, también le toca hacerlo”.
Mariana Baños concluye que, si se desea un futuro en el que la mujer y sus derechos sean respetados, desde hoy debe trabajarse en educar a la niñez en la cultura de la tolerancia y la prevención. Es decir, en su educación básica, la primaria y secundaria, el niño debe aprender un programa de no violencia. “Igualmente debemos darle fortaleza a los seres humanos para que sepan que tienen un valor. Todos tenemos algo bueno y algo que aportar” —dice finalmente—. “Y si partimos de esa seguridad evitaremos los abusos del de al lado”.