Joyas deslumbrantes, zapatos costosos, relojes de diseñador…¿A quién no le gusta tener poco de brillo?
Esta obsesión con la decoración de nuestros cuerpos no es solo una actividad trivial. Pruebas arqueológicas nos muestran que, en realidad, todo esto es una parte importante de lo que nos convierte en seres humanos.
Por qué las joyas son importantes
¿Por qué gastamos tanto dinero en decorar nuestro cuerpo? Dicho en pocas palabras, se debe a que utilizamos objetos brillantes y llamativos para comunicarnos.
Por ejemplo, consideremos los anillos de compromiso. En muchos países, se entiende perfectamente que una piedra preciosa en el dedo anular de la mano izquierda de una persona significa que está comprometida en matrimonio. Ese anillo trasmite un mensaje concreto.
De hecho, todo lo que portamos transmite un mensaje. Todos estamos familiarizados con frases como “atuendos de poder” y “accesorios simbólicos”. Los artículos que elegimos para vestir les dicen quiénes somos a quienes nos rodean: profesionales, atletas, médicos, artistas, madres, etcétera. Algunas de esas elecciones son conscientes y otras no tanto, sin embargo, todo lo que usamos cuenta una historia.
Aves brillantes y peces deslumbrantes
Cuando hablo en público sobre el uso de accesorios y ropas brillantes, el público con frecuencia menciona el caso de los pájaros satinados. El macho de esta especie construye una intrincada enramada antes de decorarla con objetos de color azul.
De manera similar, aunque debajo del agua, el pez globo macho crea hermosos patrones geométricos en el fondo del océano.
Sin embargo, ¿en qué se diferencia esta conducta aparentemente artística de lo que hacemos los seres humanos?
En pocas palabras, se trata del pensamiento abstracto.
El objetivo del pájaro satinado y del pez globo es atraer a la hembra. Su mensaje es sencillo: “Aquí estoy, y estoy sano”. No hay ningún diálogo sobre cómo deberían enviar este mensaje. Simplemente lo hacen.
Nuestros mensajes, es decir, aquellos que los seres humanos enviamos a través de nuestra ropa y accesorios, están codificados y utilizan símbolos previamente acordados (como un anillo de diamantes), sobre cuyo significado hemos decidido (“comprometida en matrimonio”).
Este proceso de acordar entre nosotros que cierto objeto significa algo muy concreto es lo que nos hace humanos. Y durante miles de años, las joyas han sido un elemento muy importante de esta capacidad peculiar.
Decorar nuestro cuerpo, expandir nuestra mente
Para los arqueólogos, encontrar adornos corporales es lo más cerca que pueden estar de descubrir cuál era el pensamiento prehistórico. Su primera aparición en el registro arqueológico nos indica en qué momento la mente humana se volvió lo suficientemente sofisticada para concebir identidades individuales.
Originalmente, los seres humanos vivían en grupos pequeños dispersos en distintos territorios. Todos se conocían entre sí, y las interacciones entre completos desconocidos era algo muy poco frecuente.
Sin embargo, el crecimiento de la población produjo un mundo social cada vez más complejo, en el que no conocíamos personalmente a cada persona. Esto significó que necesitamos comenzar a decirles a los demás quiénes éramos.
Así, comenzamos a usar ciertos objetos para enviar mensajes acerca de nuestra condición personal (disponible, casada, líder, sanador) y de nuestra afiliación a ciertos grupos.
Este uso de las decoraciones corporales permitió que los seres humanos siguiéramos expandiendo nuestras comunidades, lo que produjo conductas más complejas, y también mentes más complejas.
Los orígenes, en la pintura corporal
La prueba más antigua del gusto por lo llamativo son los pigmentos rojos elaborados con tierra ocre mineral, que los humanos modernos (es decir, los Homo sapiens como nosotros) usaban como pinturas corporales hace unos 285,000 años en África.
Es interesante observar que, al parecer, poco tiempo después (hace alrededor de 250,000 años), los Neandertales hacia lo mismo en Europa.
Sin embargo, la pintura corporal dura poco tiempo, hasta que el usuario se lava, la lluvia la deslava, o simplemente se desgasta. Tiene un límite de tiempo.
Cuentas, cuentas y más cuentas
Por otra parte, las cuentas duran por generaciones. Esta capacidad de ser utilizadas y reutilizadas supera con creces el tiempo y energía que se requieren para elaborarlas, y hace al menos 100,000 años, las personas necesitaban y reconocían las ventajas de esos objetos.
Aproximadamente en esa época, distintos grupos humanos en África e Israel buscaban pequeñas ostras blancas llamadas Nassarius, perforaban su superficie para que pudieran colgárselas y las usaban junto con su pintura corporal roja.
No es accidental que las cuentas más antiguas estén hechas de ostras marinas: tienen formas que nos gustan (redondas), colores que nos gustan (blanco/crema/negro) y son brillantes (lo cual nos gusta muchísimo). Las pequeñas ostras también son resistentes, y pueden resistir sacudidas o caídas (lo cual es útil).
Además, pueden llevarse en distintas maneras, lo que nos permite transmitir muchos mensajes diferentes.
Pronto encontramos otros materiales de colores claros y brillantes (huesos, dientes, marfil, cuerno, piedra) para elaborar nuevos tipos de ornamentos y enviar aún más mensajes.
Entintados
¿Qué es más permanente que las cuentas? Insertar pinta en la capa dérmica de la piel, lo cual se conoce también como aplicación de tatuajes.
Distintas esculturas de Europa indican que los tatuajes podrían tener una antigüedad de al menos 30,000 años, aunque la prueba indiscutible más antigua del uso de tatuajes es actualmente el hombre momificado que se halló en los Alpes y al que se conoce comúnmente como “Ötzi”.
Ötzi, que fue víctima de asesinato hace unos 5,300 años, tiene alrededor de 61 marcas en la piel. De una época similar datan dos momias egipcias de la era predinástica, mientras que un ejemplo más joven y espectacular es el de una princesa siberiana con una antigüedad de alrededor de 2,500 años.
Los tatuajes también tienen una historia impresionante en el Pacífico, la cual ha inspirado prácticas modernas al tiempo que transmite antiguos relatos.
El uso de accesorios brillantes es una práctica humana
Dado que el uso de accesorios brillantes se relaciona tan estrechamente con la comunicación, los arqueólogos pueden determinar no solo el desarrollo de nuestras mentes, sino también el desarrollo de nuestras sociedades.
Para nosotros, un mayor uso de artefactos brillantes en el registro arqueológico indica más interacciones. El intercambio de esos objetos nos indica quién hablaba con quién. Y los nuevos tipos de objetos brillantes reflejan cambios en las circunstancias.
Todos los objetos brillantes son valiosos porque nos dicen algo sobre la persona que los usó.
Este artículo se basa en una serie de conferencias que Michelle pronunció en el Museo de Arte y Arqueología de Abbey y en el Colegio de Arte de Queensland de la Universidad de Griffith entre julio y agosto de 2018.
Michelle Langley, investigadora ARC DECRA, Universidad de Griffith
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lee el artículo original.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek