La idea de una democracia costosa implica una contradictio in adjecto. Lo es más
aún cuando se trata de una República, concepto al cual están asociadas las
nociones de la austeridad, la sobriedad y el compromiso con la justicia social y con
todas las otras justicias.
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional Electoral (INE), el tope máximo de
gasto por candidato en la contienda presidencial, es de 429.6 millones de pesos;
multiplicado por los tres de las coaliciones de partidos, la suma es de 1,288.8
millones de pesos. Esa cifra es de por sí escandalosa, pero hay más.
De acuerdo con el propio INE, hay 1,325 candidatas y candidatos a las
diputaciones federales, y para cada uno de ellos el tope máximo de gastos es de
1.43 millones de pesos, por lo que, en total, el tope máximo sería de 1,897.54
millones.
Hay, además, 276 candidatas y candidatos al Senado. Para ellos, el tope máximo
de campaña, aunque varía por estado, tiene montos que van de 2.86 millones, en
Colima, Baja California Sur y Campeche, que son los estados con los topes más
bajos, a 28.6 millones para el Estado de México, la Ciudad de México Jalisco y
Veracruz, que tienen los mayores montos.
Considerando esas diferencias, el promedio por entidad es de 12.14 millones
como tope máximo, cifra que, multiplicada por las 276 candidaturas da un total de
3,350.64 millones de pesos. En suma, para toda la elección federal, en cargos de
mayoría relativa y elección presidencial, la cifra es de 6,536.98 millones de pesos.
Además, están en juego nueve gubernaturas. En cada uno de esos estados hay
topes de campaña diferentes; si se toma cada uno de ellos y se multiplica por tres,
considerando que es el número de candidaturas “fuertes” en cada estado, la suma
es de alrededor de 1,530.9 millones de pesos, los cuales, añadidos a los de la
elección federal, arrojan la cifra de 8,067.88 millones de pesos.
Pero la cosa no para ahí. También se eligen Congresos locales y presidencias
municipales en casi todo el país, de tal forma que están en disputa 972
diputaciones locales. En cada entidad los montos de campaña son diferentes,
pero, asumiendo un promedio arbitrario de un millón de pesos por candidatura, y
que hay al menos tres candidatos por distrito local, la cifra es de 2,916 millones de
pesos.
Así, entre las candidaturas a presidente de la República, senadores, diputados
federales, diputados locales y gobernadores, los topes de campaña aproximados
son de 10,983.88 millones de pesos.
A ellas deben agregarse las 1,546 alcaldías que están en disputa, para las cuales
podría estimarse un promedio de 500 mil pesos como tope máximo, en las cuales,
considerando tres candidaturas “fuertes” para cada una de ellas, daría un total de
2,319 millones de pesos. Redondeando números, los topes de campaña para los
cargos en disputa dan la friolera de alrededor de 13,302.88 millones de pesos.
Se trata de cifras auténticamente inmorales, si se consideran los resultados de
gobierno en todos los órdenes y niveles: más del 90% de la ciudadanía cree que
sus autoridades son corruptas; mientras que la calificación otorgada a la
prestación de servicios en lo local no rebasa en promedio los 6 puntos en una
escala del 1 al 10; amén de los más de 50 millones de personas en pobreza y la
oprobiosa desigualdad y violencias en que estamos atrapados.
Tenemos una de las democracias más caras del planeta y, al mismo tiempo, una
de las clases políticas, en todos los niveles, más voraz, con menor nivel educativo,
de las mayormente manchadas de corrupción, y con uno de los niveles más bajos
de profesionalización, si nos comparamos con los países de la OCDE.
Esto no puede seguir así. Mucha de la responsabilidad recae en nosotros, en la
ciudadanía, pero quizá la mayor parte recae en ellos. Exijamos una transformación
estructural, pero ya.