PLUTARCO HAZA lo ha probado todo en el mundo de la actuación: ha protagonizado películas, telenovelas, series de televisión y obras de teatro. Ahora el actor trabaja en la puesta Se compran corazones o escaleras viejas que venda, una comedia con toques de farsa que se da en un mundo paralelo en el que el tráfico clandestino de corazones es el tema central.
En este mundo paralelo, el corazón que te trasplantan viene con el sentir de la persona a la que el órgano pertenecía originalmente. Así, los personajes buscan recibir corazones que los hagan ser más sensibles, menos románticos, más mentirosos o menos amigables.
Hablamos con el actor mexicano sobre el teatro, el miedo, su personaje en este nuevo reto y otros proyectos en los que se encuentra trabajando.
“Mi papel, un padrote, quiere sentir menos y busca el corazón de un dentista. Todo comienza cuando mi personaje y el de una prostituta decidimos ayudar a un poeta, al que le robaron el corazón, a recuperarlo”, cuenta en un agradable rincón de La Teatrería al finalizar un largo ensayo.
—¿Qué te llevó a aceptar este papel?
—Es una comedia muy original y mi personaje me pareció muy interesante porque muestra muchas facetas. También por el placer de volver a trabajar con Antonio Serrano, que es un productor al que admiro mucho y con el que comencé mi carrera en televisión. Tenía muchas ganas de trabajar con él en teatro.
—¿El teatro te hace sentir más vulnerable que la televisión?
—Sí, estás más vulnerable porque estás más expuesto, estás en vivo y pase lo que pase tienes que seguir con la función. Eso provoca una adrenalina y una concentración muy particular que no tienen ni la televisión ni el cine. Y se vuelve adictivo, yo me hice actor para hacer teatro y circunstancialmente llegaron la televisión y el cine.
—¿Qué consideras que es lo más valioso del teatro?
—Como público es una maravilla tener un espectáculo en vivo con actores en carne y hueso y la verdad es que nunca sabes qué va a pasar. Como actor es el medio ideal para trabajar porque a la tercera llamada ya no importa nadie más que el actor, el público y los demás personajes: no hay edición, fotografía, nada que se interponga entre tú y el público.
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—¿Cuál fue la última obra de teatro que viste?
—El hombre de la Mancha. Me gustó y me conmovió mucho.
—¿Cuándo fue la última vez que te sentiste satisfecho con tu trabajo?
—Creo que ahorita me siento muy satisfecho porque pude explorar un par de personajes en esta obra que estoy haciendo que se llama Extraños en un tren. Nunca había estado tres años y medio en una obra y tuve la oportunidad de conocer a fondo a los dos personajes, y me siento muy satisfecho de haber logrado ambos personajes y de que se haya logrado una temporada tan grande.
—¿Cuándo fue la última vez que sentiste miedo en el escenario?
—Sergio Gabriel me pidió por favor que hiciera un “torito”, que llegara a suplir a un actor en cinco funciones, y tuve una semana para preparar el personaje, para la obra Dos más dos. Entonces sí sentí miedo porque no había ensayado con nadie, llegué, me integré y me lancé al vacío. Todo terminó muy bien, pero sentí mucha angustia.
—¿Cuál fue el último libro que leíste?
—Fueron dos biografías porque hice una serie sobre Silvia Pinal y me leí la de Gregorio Wallerstein, que es el zar del cine mexicano, la leí para poder interpretar al personaje. Y leí la de Silvia Pinal para entender su vida y a qué me estaba enfrentando.