Continuar el legado de Star Wars es uno de los pesos más grandes de Disney, podrían conformarse con repetir los mismos clichés de la trilogía original o comenzar a hacer algo diferente, en Los Últimos Jedi el mensaje es claro: es tiempo de construir nuevas glorias.
Este 15 de diciembre se realizó el estreno internacional del octavo episodio de la Guerra de las Galaxias, y aunque en apariencia parece estar lleno de referencias a las películas anteriores, la dirección de Rian Johnson le da un toque distinto a la franquicia.
George Lucas, creador de Star Wars, mencionaba que la saga en conjunto era como poesía, en el sentido de que cada episodio rima con los otros con paralelos en común y en este caso no es diferente, pero a diferencia de El Despertar de la Fuerza—a la cual se le criticaba por ser una “copia” de Una Nueva Esperanza—, esta última película no parece una calca de El Imperio Contraataca, aunque le guarda muchas similitudes.
La película se desarrolla justo después del episodio anterior, el escondite de La Resistencia, —al mando de la General Leia, interpretada por la fallecida Carrie Fisher— ha sido comprometido y ahora su flota tiene que escapar del azote de la Primera Orden, encabezada por el Supremo Líder Snoke (Andy Serkis), en una lenta pero emocionante persecución espacial.
Entre tanto, Finn (Jon Boyega) y Poe Dameron (Jason Isaacs), con distintos objetivos en mente, iniciarán un plan para incursionar en la nave enemiga, desactivar el rastreador que impide que escapen a la velocidad de la luz, y así huir de La Primera Orden.
Mientras que a La Resistencia le es imposible escapar, Rey (Daisy Ridley) se encuentra con un Luke Skywalker (Mark Hamill) que ha perdido la esperanza que lo caracterizaba en la saga original, pero que con pocos ánimos decidirá enseñarle tres lecciones, al tiempo que Rey comienza a tener una conexión con Kylo Ren (Adam Driver) mediante la energía espiritual de este universo: La Fuerza.
El episodio VIII tiene otras similitudes con El Imperio Contraataca, como el hecho de que la película tiene varias tramas que se desarrollan en paralelo, los héroes se ven acorralados por los villanos, el entrenamiento jedi, un maestro cascarrabias, el lado oscuro que intenta seducir al protagonista, entre otras cosas.
Sin embargo el filme logra destacar por sí mismo. Sus constantes sorpresas y giros, —que parecen salidos de un episodio de Game of Thrones— llevan a conocer diversas capas en los motivos de los personajes, que probablemente no se veían desde la trilogía original.
Lo único que pudiera parecer forzado son algunos de los chistes en el primer tercio de la película, Aunque Star Wars siempre ha tenido humor, este nunca había intervenido en la tensión de lo que se ve en pantalla. Y si en algo peca, es en no responder algunos de los misterios que nos dejó El Despertar de la Fuerza. Lo único que realmente responde es cuál fue el destino de Luke Skywalker.
Un tema que se repite a lo largo de la película es el de dejar morir el pasado, ya que la historia está encaminada a darle fin a los jedi, exterminar lo que queda de la Nueva República, la necesidad de héroes que no mueran en batalla, el ascenso de nuevos líderes, e incluso cambiar las razones por las que pelean.
“Deja que el pasado muera. Mátalo, si es necesario. Esa es la única forma de llegar a ser lo que se supone que eres “, dice Kylo Ren en el Episodio VIII.
Los Últimos Jedi es como una carta de despedida a los clichés de la saga con todos los que hacen que Star Wars sea Star Wars. Pero más que una despedida, es una promesa para dar balance a la rima de las nuevas películas con su pasado.