La odiosa frase “Cómete las verduras” acaba de recibir un fuerte espaldarazo, porque un químico llamado sulforafano podría ser la nueva opción para personas con diabetes tipo 2. En un estudio publicado en junio, en la revista Science Translational Medicine, un equipo de investigadores distribuyó y administró de manera aleatoria entre 97 personas con diabetes tipo 2 un extracto concentrado de germinado de brócoli que contenía sulforafano, una vez al día durante 12 semanas, o bien, un placebo, siguiendo el mismo régimen. Todos, menos tres de los participantes, tomaban metformina, tratamiento estándar para controlar el azúcar sanguíneo.
La producción de glucosa disminuyó en los participantes que tomaron sulforafano ultraconcentrado, el cual redujo los niveles de glucosa en ayunas y la hemoglobina glicosilada o HbA1c, un indicador de los niveles de azúcar sanguínea en pacientes obesos con diabetes tipo 2 mal controlada. Asimismo, el sulforafano demostró un efecto protector contra algunas complicaciones relacionadas con la diabetes, como neuropatía e insuficiencia renal.
¿Cómo los investigadores dieron con el sulforafano? Mediante un poco de genética y muchas matemáticas. Bajo la dirección de Annika Axelsson, el equipo de científicos del Centro para Diabetes de la Universidad de Lund, Suecia, creó un perfil genético para la diabetes tipo 2 basándose en 50 genes clave cuyas alteraciones están asociadas con la enfermedad. Luego, analizó 3,852 compuestos para encontrar alguno que pudiera revertir esa firma genética. Y el sobresaliente fue sulforafano.
Antes de estudiar el compuesto en humanos, Axelsson y sus colegas usaron sulforafano con animales. Al tratar ratas diabéticas, el compuesto –que producen naturalmente las verduras crucíferas- tuvo el efecto deseado, invirtiendo la firma genética en el hígado de los roedores. Además, la sustancia química también controló el azúcar sanguíneo de manera comparable a la metformina.
El estudio humano posterior indicó que el sulforafano concentrado podría ser un tratamiento viable para la diabetes tipo 2. Ya que hasta 15 por ciento de los 300 millones de personas con diabetes tipo 2 que hay en todo el mundo no pueden tomar metformina, debido al riesgo de daño renal, hacen falta alternativas para ayudar a los pacientes a controlar el azúcar en la sangre. Los investigadores hacen hincapié en que aún no pueden recomendar dosis altas de sulforafano a los pacientes como tratamiento farmacológico, aunque los resultados de su estudio son una clara señal de que vale la pena investigar más esta estrategia.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek