Según la cosmogonía Azteca estaríamos en la era del quinto sol.
Cuenta la leyenda que llegamos a esta tras la destrucción del hombre en el tiempo de Tletonatiuh, en que el mundo acabó por el fuego que cayó del cielo.
Los antiguos mexicanos adoraban al sol como su dios y creían que daba y quitaba la vida, transformando a los pobladores de la tierra.
Hoy sabemos que el astro rey puede alterar nuestra vida de maneras distintas.
“Nuestro planeta tiene millones de años recibiendo los efectos positivos y también nocivos de la actividad solar y sísmica”, dice el doctor Roberto Conte Galván.
El investigador del Departamento de Electrónica y Telecomunicaciones del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) explica que “tanto los humanos como los demás seres vivos hemos sobrevivido a dichas amenazas periódicas”.
Ante una posible amenaza de la estrella más grande de la galaxia, los científicos norteamericanos analizan cómo prepararse y para el próximo mes de febrero deben tener un plan para saber qué hacer ante una tormenta solar, un fenómeno que ya ha ocasionado estragos.
Como en las películas, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, salió a alertar a las más grandes mentes de su gobierno y de la sociedad norteamericana, para prepararse ante una eventual explosión solar de grandes dimensiones que podría afectar la vida cotidiana.
Parecería un asunto de ciencia ficción.
Para la población en general esto es algo que hemos visto en las películas catastrofistas como “Armagedón o Impacto Profundo” que afectaría los sistemas de energía eléctrica, de comunicación, el sistema de posicionamiento global, que a su vez repercutiría en la navegación aérea y marítima.
El presidente norteamericano, Barack Obama precisó los riesgos. “Los eventos climáticos extremos, —que podrían deteriorar los sistemas críticos de infraestructura— podrían inutilizar grandes porciones de la red eléctrica, resultando en una cascada de fallas que podrían afectar servicios claves como suministro de agua, servicios de salud, transporte. Los eventos climáticos en el espacio tienen simultáneamente la capacidad de perturbar la salud y seguridad a través de continentes enteros”.
La preocupación de que esto tome desprevenido al poderoso país del norte llevó al presidente Obama en octubre del año pasado, a emitir una “orden ejecutiva” con instrucciones para las dependencias y agencias gubernamentales y privadas de todos los sectores, a fin de estudiar a fondo el fenómeno.
No es necesariorecurrir a la adivinación para saber que una tormenta solar de grandes dimensiones, puede ser de alto impacto.
Y en los tiempos delWiFi, el ciudadano promedio se vería impedido a realizar tareas que se han vuelto cotidianas por un evento de esta naturaleza.
Olvídese de pedir transporte desde su celular. Ya vimos que el GPSsería es de los primeros servicios que se interrumpirían.
¿Dinero del cajero? El riesgo de que “se caiga el sistema” en bancos, no estaría lejano.
La comunicación por teléfono, ahora que muchos han cancelado el número de casa por las ventajas de la radiocomunicación móvil se podría suspender, al menos temporalmente.
Y es que gran parte de nuestra tecnología depende de las ondas electromagnéticas.
El Doctor Roberto Vázquez, director de comunicación del Observatorio Nacional de la Universidad Autónoma de México (UNAM) con sede en Ensenada, Baja California, dice que el presidente Obama está haciendo su tarea al encomendar a sus científicos investigar al respecto para saber qué se debe hacer.
En el documento presidencial se ordena crear una estrategia interinstitucional entre el gobierno y las agencias públicas y privadas para minimizar los efectos que pudiera traer el fenómeno estelar, contando con un plazo de cuatro meses para presentar el plan. Ese plazo vence en febrero.
“El Gobierno Federal deberá tener 1) La capacidad de predecir y detectar un evento espacial. 2) Los planes y programas necesarios para alertar a los sectores público y privado para tener la posibilidad de emprender acciones de mitigación ante un inminente evento espacial. 3) Los planes de protección y mitigación, protocolos y normas requeridas para reducir los riesgos a la infraestructura crítica antes y durante una amenaza creíble, y 4) La habilidad de respuesta y recuperación de los efectos climáticos del espacio. Los departamentos ejecutivos y agencias deberán coordinar sus esfuerzos para prepararse ante los efectos del clima del espacio”.
La orden del presidente Obama tuvo efectos en el ciberespacio, ese universo donde se puede expresar de igual manera la inteligencia y la estupidez de cualquier ser humano con acceso a Internet.
Hay reacciones de quienes interpretan el mensaje mediante teorías de la conspiración, lo ligan a la aparición de “las trompetas del apocalipsis” o a pruebas secretas de armas electromagnéticas en preparación para la guerra.
Los tabloides se dieron vuelo y por ejemplo la publicación inglesaDaily Star, reportó que el mandatario norteamericano había lanzado la siguiente advertencia. “Prepárense para el día del juicio final a consecuencia del clima espacial”.
En un periódico nacional, irónicamente llamado El Sol de México, el titular era: “Obama alerta sobre tormenta solar; en Juárez piden calma”.
“Tocará la tierra en 120 días”, agregaba la nota que atribuía al presidente estadounidense, un llamado a almacenar agua y alimentos en preparación para el evento.
El rotativo trató de poner las cosas en perspectiva citando al director de protección civil de Ciudad Juárez.
“Tenemos que tener más información porque el presidente Obama solo lo anunció, sin embargo por parte del gobierno mexicano no ha salido nada, estaremos hablando con personal del Servicio Meteorológico y del radar que se tienen Santa Teresa para poder tener algo más sólido y concreto para no estar creando una alerta”, dice la noticia fechada el 18 de octubre del año pasado.
El Doctor Roberto Conte Galván, investigador del Departamento de Electrónica y Telecomunicaciones del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), explica que la orden ejecutiva de Obama no habla de un evento en particular ni inminente, sino que llama a estar listos para lo que pudiera ocurrir.
“Es más bien un ordenamiento gubernamental del poder ejecutivo norteamericano para generar un documento oficial, a cumplirse en un lapso cercano a los 120 días a partir de su publicación, donde se indiquen las acciones y responsabilidades a tomar por quien sea necesario, en caso de una alerta, emergencia o desastre climático espacial dentro de los EEUU”, comenta el científico.
Pero la amenaza que preocupa al mandatario estadounidense, es un fenómeno que ocurre desde que el Sol y la Tierra existen y que efectivamente, en un futuro, podría alterar nuestra vida cotidiana.
Una tormenta solar ocurre cuando se generan grandes explosiones en la superficie del sol. Estas expulsan materia coronal, es decir, potentes partículas cargadas de energía que generan un gran campo de radiación electromagnético capaces de viajar hasta la Tierra y que, en condiciones normales, son responsables de las impresionantes auroras boreales observables principalmente en el polo norte.
La tormentas ocurren cuando chocan dos manchas solares, que son huecos en la corona solar, y que contienen grandes campos magnéticos.
Cuando estos campos magnéticos se interpolan, producen la explosión solar que provoca la eyección de materia coronal hacia la Tierra. El surgimiento de las manchas solares ocurre cada once años.
Desde que el mundo es mundo, nuestro planeta ha estado expuesto a la actividad solar. De hecho, la vida misma es resultado de la acción del astro rey. Los primeros pobladores ya narraban en sus pinturas y grabados eventos celestes o llamaradas provenientes del cielo.
La mayor tormenta solar que ha padecido la tierra se registró del 28 de agosto al 2 de septiembre de 1859. Según los expertos, alteró las brújulas y provocó algunos incendios en Europa y Norteamérica debido a cortocircuitos.
El evento es conocido como la “llamarada de Carrington”, en honor al científico Richard Carrington, el primero en advertir el incremento en la actividad del sol.
Eso sería poca cosa en estos tiempos, ya que si ocurriera un evento similar en este momento, simplemente alteraría la actividad en la tierra al interrumpir todos los sistemas tecnológicos de los que dependemos.
El 13 de marzo de 1989, seis millones de personas de la región de Quebec en Canadá se quedaron sin energía eléctrica por más de nueve horas, debido a una tormenta solar que aunque fue menor que la ocurrida a mediados del siglo XIX, también afectó a gran parte de Norteamérica y hasta Suecia en Europa.
El doctor Jorge Sosa Pedroza, profesor y miembro de la red de investigadores en telecomunicaciones del Instituto Politécnico Nacional (IPN) lo explica: “El problema de Canadá fue que hubo una gran explosión solar que llegó de golpe a la Tierra, y el campo magnético de la Tierra lo que hace, es dirigir las cargas eléctricas del viento solar siguiendo la líneas del campo magnético. Esto genera en el espacio corrientes eléctricas que, aunque no son para electrocutar a nadie, sí afectan las redes eléctricas de alto voltaje, porque al sobrecargar las líneas, superan su capacidad de conducción y daña los transformadores”.
El Doctor Sosa Pedroza, es además especialista en comunicaciones satelitales. Ha sido asesor técnico de la NASA y participó en la caracterización del sistema de microondas y antenas de los satélites mexicanos “Solidaridad”.
En su opinión, aunque existe la posibilidad de que una tormenta solar de grandes dimensiones pudiera afectar a los satélites, esta sería mínima, pues los grandes satélites están protegidos por mantas especiales que son unas capas reflectoras, similares al papel aluminio, que distribuyen los rayos solares e impiden que se concentren en un solo punto de la estructura.
De ocurrir una contingencia de esta naturaleza, los satélites más vulnerables serían aquellos llamados de órbita baja (menores a los 800 kilómetros de altura) que observan la Tierra, como los satélites de investigación, experimentales y los llamados nano y micro satélites, pues las cargas de hasta 150 grados centígrados de temperatura, podrían afectar su estructura y las antenas que no se pueden recubrir.
“Esta acumulación de cargas se detiene en elementos metálicos como los soportes y en las antenas que son metálicas, donde la carga tiende a concentrarse ya que no se pueden cubrir, las antenas por lo menos, con mantas protectoras”, explica el doctor Sosa.
Actualmente el satélite Soho, —puesto en operación a raíz de lo ocurrido en Canadá— monitorea la actividad solar y puede alertar en caso de que una explosión se dirija a la Tierra para proteger los sistemas eléctricos.
¿Se imagina usted ahora ciudades enteras sin telecomunicaciones y sin ningún servicio eléctrico? En Baja California, lo hemos vivido.
Un ejemplo de la vulnerabilidad que existe entre Baja California y California, se dio el 7 de septiembre de 2011.
Ese día, un aparentemente inofensivo apagón dejó sin servicio eléctrico a Baja California, el sur de California y Arizona por varias horas, derivado de problemas operativos de la red eléctrica de Estados Unidos por la interconexión eléctrica que existe entre los estados de la región fronteriza.
El apagón afectó a casi un millón y medio de personas y a las comunidades de Oceanside y hasta Chula Vista al sur del condado. La empresa San Diego Gas and Electric, desplegó cuadrillas de trabajadores para detectar la falla y más tarde dijeron que ocurrió en una central eléctrica del sur de California.
Las oficinas de Sheriff y de la Policía de varias ciudades californianas, reportaron múltiples llamadas de personas por fallas en el suministro eléctrico pero sin consecuencias mayores.
Las compras de pánico no se hicieron esperar. Hubo muchos consumidores en los principales centros comerciales y tiendas departamentales.
Este hecho, al principio tomado con calma y hasta cierta indiferencia por parte de la población fronteriza bajacaliforniana, se tornó en seria preocupación.
Adquirió tintes de pánico, al anunciarse que el desperfecto, —por haber ocurrido en Estados Unidos— tardaría muchas horas e incluso días para repararse. Las filas en los supermercados y en las expendedoras de hielo se extendieron rápidamente.
La gente intentaba evitar la descomposición de los alimentos, pero nada se pudo hacer con la pérdida del servicio telefónico y señal de los dispositivos móviles.
“El evento que nos dejó sin luz ni comunicación nos recuerda la gran dependencia que tenemos de la tecnología. No debemos tomarlo a la ligera pero tampoco debe alarmarnos”, reitera el Dr. Vázquez del OAN-UNAM.
Mientras que en Estados Unidos preparan un plan para disminuir los efectos que pudiera ocasionar una gran tormenta solar, Baja California se encuentra totalmente desprotegida ante cualquier eventualidad de este tipo.
No hay por el momento ni idea de cómo actuar.
“Aquí en Baja California no tenemos nada, estamos muy expuestos, no tenemos protocolos, ni manuales nada”, dice Antonio Rosquillas, Director Estatal de Protección Civil de Baja California.
El funcionario quien cuenta con más de 25 años de experiencia en las diferentes tareas de la protección civil y el combate a desastres, comenta que tampoco se tienen manuales detallados para enfrentar fenómenos más conocidos como sismos o inundaciones.
Recuerda que de manera muy lenta se ha avanzado en un primer borrador de lo que sería un manual de emergencias de este tipo, pero por el momento que ni pensar en prepararnos para una contingencia solar.
“Cuando venga el estallido no habrá nada que hacer, dependerá si es de día o de noche, la potencia, el tipo de tormenta solar, pero nosotros aquí no podremos hacer nada, seguramente ellos nos avisarán con 9 o 10 horas de anticipación pero realmente no podríamos hacer gran cosa. Solo ir por hielo para cuando se vaya la luz, almacenar agua, avisar si es posible a nuestros familiares antes de que se caiga la comunicación, posponer nuestros vuelos o viajes, es decir, estaremos a expensas de lo que nos digan los americanos sobre de qué se trata y qué podemos hacer, pero hasta entonces nada”, dice Rosquillas.
El doctor Conte ve un panorama menos dramático.
“Tanto Baja California como el resto del país cuentan con infraestructura y soporte básicos que han sido usados anteriormente en el caso de apagones generalizados, o de interrupción de servicios de telecomunicaciones, de combustibles, de energía eléctrica o de agua. En todo caso, estas fallas causarán algunas molestias temporales en la vida diaria de la población, pero ninguna de nivel catastrófico ni con pérdida de vidas humanas, excepto quizá en hospitales”.
Aparte de los comentarios de Rosquillas Navarro, ninguna dependencia estatal aceptó atendió nuestra solicitud de información para saber si tienen algún plan de contingencia.
La Dirección Estatal de Energía pidió preguntas por escrito pero nunca las respondió.
Pasaron la petición a la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano (SIDUE) pero tampoco hubo respuesta.
En México fue hasta 2014 cuando incluyeron un capítulo de riesgos astronómicos en la Ley Nacional de Protección Civil.
“En el caso de los Fenómenos Astronómicos, la Coordinación Nacional de Protección Civil, el Centro Nacional de Prevención de Desastres y la Agencia Espacial Mexicana, trabajarán conjuntamente y en el marco de sus atribuciones, a fin de crear y promover las políticas públicas en materia de prevención o atención de desastres ocasionados por objetos que provengan del espacio exterior”.
Pero no hay todavía precisión en la definición de los procedimientos a seguir ante un evento estelar.
Rosquillas Navarro lo plantea así: “No hay procedimientos ni te dicen que hacer, apenas se está trabajando”. La diferencia entre México y Estados Unidos es la información que manejan ambos gobiernos sobre los mismos fenómenos y la capacidad de respuesta ante una eventualidad.
Al ser nueva la visión y prevención ante las tormentas solares, se desconocen los pasos a seguir. Por ello se justifica la preocupación del presidente Obama al emitir la orden ejecutiva.
El Doctor Roberto Vázquez del OAN-UNAM dice que los estadounidenses seguramente compartirán los resultados de su investigación regionalmente y nosotros deberemos aprovechar esa información.
En esto coincide el doctor Roberto Conte del CICESE. “Considero que sería buena idea esperar que se cumplan los plazos señalados en la orden ejecutiva del Presidente Obama dentro de los Estados Unidos, y una vez que se hayan establecido dichos planes, programas, responsabilidades y redes de colaboraciones, crear un programa similar y equivalente para nuestro país, pero siempre considerando nuestras propias necesidades, organización gubernamental y disponibilidad de recursos para llevarlos a cabo. Personalmente creo que sería una acción importante para el futuro de México a nivel nacional, pero por ahora no la considero una prioridad. Hay otras cosas más importantes y urgentes que atender y resolver en nuestro país”, señala el experto en Telecomunicaciones.
Obama no alcanzará a conocer de primera mano los resultados de su orden ejecutiva y será su sucesor Donald Trump el que tenga la responsabilidad de implementar las políticas para revertir los efectos de contingencias astronómicas.
En febrero vence el plazo para presentar la estrategia ante el presidente norteamericano. El mundo y en particular la región California-Baja California, seguirá esperando que en el astro rey no ocurra nada anormal.
En la Tierra seguiremos viendo cómo se deteriora el medio ambiente por el irrefrenable calentamiento global, del cual el hombre moderno es protagonista y responsable de este drama hecho realidad.
La creencia de los aztecas era que la época del quinto sol terminaría con un terremoto que renovaría la vida.
Esa profecía no se cumplió y ya sabemos en qué terminó la cultura del pueblo del sol.
Todo puede suceder.