Usean ya lleva más de tres meses en un refugio de Tijuana esperando cita para iniciar su trámite migratorio con Estados Unidos.
Este hombre prefiere que no se use su nombre completo por temor a represalias.
Él es originario de Victoria, Seychelles, una isla africana colonizada por ingleses que se ubica en el Océano Índico*. Era perseguido político en su país por ser sionista, un movimiento político-religioso judío y ahora busca asilo.
Actualmente en su isla y en otras entidades africanas la política está cambiando y las disputas entre musulmanes y sionistas han generado que estos últimos sean perseguidos.
Explica que hay gente abandonando su tierra porque también las empresas transnacionales los han desplazado de sus campos de cultivo y a muchos de los que no hablan el idioma inglés los están desplazando.
“Hay un desplazamiento enorme”, dice con tristeza, porque no hay otra manera de sobrevivir si no es en la agricultura. Por ello, afirma, hay muchas personas que ya salieron de su país y todavía hay miles que esperan hacer lo mismo.
Cree que muchos lo harán por la ruta que pasa por Tijuana.
La información que reciben los habitantes de su país es que por esta frontera es más fácil ingresar a Estados Unidos.
Salen en busca de oportunidades, y debido a la crisis mundial de los refugiados, Europa está cerrando sus puertas a las migraciones que han incrementado sus flujos.
El éxodo extraordinario de migrantes extranjeros por el noroeste de México ha llamado la atención nacional e internacional.
Pero la mayoría se han enfocado en los haitianos, porque son por mucho, el grupo más numeroso. Además, ha sido más frecuente ver a familias con bebés provenientes de Haití.
En esta región parece que estamos más familiarizadas con las penurias de la isla devastada por un terremoto de más de 7 grados en 2010, por la epidemia de cólera o por el reciente huracán que en esta empobrecida nación del hemisferio americano, que con los históricos problemas en África.
Así como Usean, miles de africanos han llegado a Tijuana orillados por la violencia, la pobreza y la exclusión que padecen en sus países de origen, principalmente de Somalia, Ghana, Camerún, Congo, Senegal, Nigeria y Nueva Guinea.
Organizaciones de la sociedad civil avizoran que la comunidad africana también viene en aumento y se trata de otro fenómeno migratorio que nunca antes se había presentado en estas dimensiones.
Eso opina el sacerdote Patricio Murphy, director de la Casa del Migrante en Tijuana, quien ha denunciado que las autoridades de gobierno mexicano no se han hecho cargo de la situación.
Lo mismo cree el secretario de gobierno de Baja California.
“La cuestión con los africanos es que no se ven demasiados porque los haitianos han opacado el panorama por los miles que han llegado, pero detrás de ellos los que provienen del continente negro son también un flujo a considerar y se espera que todavía lleguen muchos más”, dice Francisco Rueda Gómez.
Pero el gobierno de los Estados Unidos no ha recibido con brazos abiertos a todos los africanos azotados por guerras y marginación.
6,436 personas de 38 países del continente africano han sido rechazados en su intento de ingresar por las garitas de San Ysidro, Otay Mesa, Tecate y Calexico Este y Oeste, de acuerdo a datos de la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés). Las cifras corresponden al periodo entre 2009 y agosto de 2016.
Estos ciudadanos son considerados por el país americano como “inadmisibles” para ingresar al suelo estadunidense.
Estados Unidos los clasifica así porque carecen del estatus legal o sus documentos apropiados para poder entrar.
La clasificación de “inadmisibles” no es para las nacionalidades, si no para las personas que no aprobaron el trámite migratorio estadounidense.
Los migrantes que solicitan ingresar a los Estados Unidos sin documentación se enfrentan a dos escenarios, de acuerdo a la vocera del CBP, Angélica de Cima.
Cuando el CBP concluye el análisis individual de cada caso, son entregados al Departamento de Migración (ICE), donde iniciarán su proceso de inspección que puede concluir en deportación.
Si durante la entrevista con agentes del CBP el migrante expresa temor por volver a su lugar de origen, es enviado a otra entrevista con un oficial especializado en casos de asilo, que determinará su destino.
Angélica De Cima explica que efectivamente, algunos migrantes que llegan a los puertos del sector San Diego, ya han iniciado su proceso de asilo por temor a regresar a su país de origen.
Dichas garitas son agrupadas por el CBP como “Oficinas de Aduanas y Protección fronteriza sector San Diego”.
Y aunque los migrantes provenientes de África ocupan hoy el quinto lugar de personas más rechazadas por estas aduanas de los Estados Unidos, en la región poco se ha analizado el fenómeno.
A pesar de que provienen de otro continente, la migración africana está apenas por debajo de los migrantes caribeños y centroamericanos de Cuba y Guatemala, que han sido rechazados, por citar un par de ejemplos.
México ocupa la primera posición con 233 mil 043 mexicanos y le sigue Haití con 7 mil 986 rechazados, entre 2009 y 2016.
La ruta que han tomando los africanos es similar a la de los sudamericanos y centroamericanos, pero estos viajes requieren más recursos que los que vienen de las Américas por trasladarse de un continente a otro.
Los que salen de un país africano, tienen que pagar primero un boleto de avión que cuesta unos 1,500 dólares desde el llamado continente negro a Ecuador, a donde están llegando la mayoría de ellos por ser el vuelo directo menos caro.
De ahí parten a Colombia, Panamá, Costa Rica y a Nicaragua, donde pagan hasta mil dólares a un coyote —como se le conoce a los traficantes de personas—, para que los introduzca ilegalmente a Honduras.
Posteriormente viajan a Guatemala o Belice, para llegar a Tapachula, Chiapas. Recorrido en el que gastan otros mil dólares aproximadamente.
La ruta promedio de un africano que busca asilo en los Estados Unidos, consiste en atravesar unos nueve países.
En la frontera sur de México, la mayoría de ellos se presentan ante el Instituto Nacional de Migración (INM), que les proporcionan un permiso de estancia de uno o dos meses.
Una vez que han obtenido este documento, recorren otro largo y sinuoso camino que cruza todo México para llegar finalmente a Tijuana, la ciudad que hace frontera con la potencia económica de California, Estados Unidos.
En este viaje un africano paga entre 3 mil y 4 mil dólares por el recorrido completo, contemplando trámites, traficantes, transporte, comidas y estancia en algunos lugares.
Rueda Gómez, secretario de Gobierno del Baja California, señala que siempre han llegado los migrantes centroamericanos y comúnmente llegan personas de Rusia, Armenia, China, Japón y la India, pero reconoce que ahora están llegando más los africanos.
El 60% de esta “migración no haitiana” viene en condiciones vulnerables, prácticamente buscando cómo sobrevivir.
Así llegó Usean, y así también llegó Barry.
Barry Mamadou Alpha tiene 28 años y llegó a Tijuana en mayo del año pasado con la primera oleada de haitianos y africanos que quedaron varados en esta frontera.
En diciembre de 2015 salió de su natal República de Guinea huyendo de la guerra civil en su país.
Esta guerra empeoró tras la muerte del presidente de la República, Lansana Conté, (quien había gobernado durante 24 años) y un golpe de estado en el 2008 por parte del autodenominado Consejo Nacional para la Democracia y el Desarrollo, al cual pertenece Alpha.
Tras el asesinato de sus padres, su hermano y un amigo, Alpha tuvo que separarse de su esposa debido a la persecución en su contra y desde entonces no sabe de ella. Estuvo escondido en la casa de un militar durante dos meses, quien lo alimentó.
Luego le ayudó a cruzar la frontera por carretera hacia otro país africano que prefiere no nombrar pues muchos de sus connacionales huyen por ahí.
Alpha tomó un avión con destino a Ecuador, a donde están llegando la mayoría de los africanos desplazados y perseguidos. Ahí le robaron su pasaporte y algo del dinero en una ocasión que salió a comer.
Luego se fue a Colombia junto con otros que también buscaban refugio. De ahí viajó por lancha hacia Panamá, para después partir a Costa Rica.
Siguió rumbo a Nicaragua, de ahí a Honduras, a Guatemala y después a México. Un largo y difícil camino de seis meses para llegar hasta Tijuana.
El joven africano asegura haber sido testigo de la muerte de dos cameruneses “por no tomar agua” durante una caminata de ocho días en Colombia.
En Panamá perdió otro amigo que lo acompañaba y en Nicaragua los policías les robaron ropa, reloj, teléfono y el poco dinero que le quedaba.
Después de dos meses en Tijuana, Alpha pudo concretar su asilo y fue uno de los primeros africanos que lograron ingresar de esta manera a Estados Unidos, donde hoy reside.
Margarita Andonaegui, ex coordinadora del Desayunador Salesiano Padre Chava, dice que después de su ingreso a Estados Unidos, Mamadou Alpha eliminó su cuenta de Facebook, medio por el que mantenía contacto.
En Tijuana hay más de 20 refugios y albergues que reciben a migrantes de todo el mundo, y en cada uno de ellos hay africanos a la espera de su cita con el CBP.
El padre Murphy explica que ellos están buscando otras formas y rutas de salir y también vienen buscando asilo, como los haitianos.
A comparación de otros años, no se había visto un flujo de africanos en Tijuana. La situación es que siempre que llega un grupo de algún país luego vienen más, por lo que seguramente con el paso del tiempo este flujo de africanos seguirá incrementando, explica el Padre.
En realidad el flujo de extranjeros cruzando por Baja California se intensificó desde antes de mayo de 2016. Pero fue ese mes donde el aumento fue tal que empezó a retrasar los trámites por parte de las autoridades norteamericanas.
La gente que antes esperaba en los puertos de entrada del gobierno estadounidense creció tanto que empezaron a formarse a la entrada de la garita de San Ysidro y saturar los albergues tradicionales de la ciudad.
Fue entonces cuando la comunidad en general empezó a darse cuenta del tamaño de esta nueva oleada de migrantes extranjeros.
Wilner Metelus, presidente del Comité Ciudadano de Defensa de los Naturalizados y Afromexicanos, dice que este flujo de africanos toman la misma ruta que los centroamericanos y los haitianos porque muchos también trabajaban en Brasil.
Quienes optaron por emigrar fueron seguidos, pues cuando sale uno, otros después emprenden el mismo camino.
“Es como un imán”, dice la activista Soraya Vázquez, vocera del Comité Estratégico de Ayuda Humanitaria.
Cuando alguien emigra, genera que después más familiares salgan, pues sienten que tienen más posibilidades de progreso al tener un pariente en Estados Unidos.
El fenómeno migratorio no es nuevo para Tijuana.
En 1990 se presentó una migración de 270 chinos que llegaron en barco por Ensenada pero fueron detectados y la autoridad les pintó el pelo verde para identificarlos.
En aquel momento se habilitó el Auditorio Municipal como albergue y un mes después fueron expulsados de México por no acreditar su estancia legal.
Llegaron al país con la intención de ingresar a Estados Unidos bajo el argumento de estar “cansados” del régimen de su país y por cuestiones económicas.
Otro caso fue también en 1990, con un flujo de aproximadamente 30 brasileños. Se descubrió que estaban aquí porque se incendió el lugar donde vivían. Se concentraron en las inmediaciones de la colonia Libertad y ahí fueron descubiertos.
El caso más reciente con similitud de circunstancias, se presentó en el año 2000. Un flujo de alrededor de 70 personas iraquíes que venían guiados por una persona que los iba a ingresar ilegalmente al país de barras y estrellas. Los tenían resguardados en el Hotel Suite Royal y ahí los descubrieron.
En su momento también se mencionó que el motivo de su arribo fue propiciado porque el régimen en su país estaba persiguiendo y condenando a los cristianos, grupo al que pertenecía aquel contingente.
Estas personas nunca pidieron el asilo político en México y hoy la mayoría de ellos están en la Unión Americana que tiene una importante población iraquí en Ohio.
Aunque algunos se quedaron con los que ya habían establecido una pequeña colonia en El Cajón, no muy lejos de la frontera en el condado de San Diego.
Tijuana fue desarrollada por familias migrantes, pero aún hay gente, entre ellos varios políticos de la región, que endurecen su discurso.
El delegado federal de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) Guillermo Peñúñuri Yépiz ha sido uno de los funcionarios que no se han mostrado muy hospitalarios ante esta corriente migratoria.
Peñuñurí niega que se trate de una crisis humanitaria “porque aquí no tenemos ni pandemias, ni ha habido muertos, ni se ha presentado un desorden”.
Pero cree que el color de la piel de los migrantes llama demasiado la atención y eso ha traído a colación que la sociedad diga “¡Oye!, son muchos”.
Aunque han sido pocos, algunos africanos igual que haitianos han expresado públicamente haber sentido discriminación.
“No sé si porque somos haitianos o porque tenemos la piel negra pero a veces ni siquiera quieren hablar con nosotros” dice Sanara Casseus quien es parte de esta población que espera su cita con Estados Unidos.
Dice que la mayoría de la gente los ha tratado bien y les brinda ayuda, pero reconoce que hay gente los ha tratado mal.
El senador por Baja California, Marco Antonio Blásquez Salinas, ha “demandado” al gobierno federal que “se sirva despejar las zonas y demarcaciones ‘ahora invadidas’ por migrantes completamente ajenos al desarrollo de nuestra comunidades”.
Palabras que fueron integradas en una propuesta que el senador entregó al Congreso del Estado, la cual cuenta con el apoyo del también senador por Baja California, Ernesto Ruffo Appel.
El diputado federal Max García entra también en este doble discurso. En su afán de mostrar su preocupación por la situación, advierte que se debe de analizar cada una de las personas que llegan para evitar un problema de salud pública en Tijuana.
Alerta que migrantes haitianos y africanos podrían traer a la región enfermedades como el zika, por lo que los tres niveles de Gobierno deben atender y la prevenir, porque incluso “vienen de países donde el problema del zika es un problema grave, y otro tipo de enfermedades, y no quisiéramos también que se generara un problema de salud pública en nuestra región”.
Estos argumentos han sido refutados por activistas y titulares de los más de 20 albergues y refugios de migrantes que hay en Tijuana.
Ante este panorama de hostilidad, Usean se siente preocupado con lo que pueda suceder con él y los demás africanos.
Le resulta difícil el acoplamiento por donde han transitado pues sólo habla inglés y el criollo francés (su lengua nativa), y eso le causa frustración y teme ser deportado a su país, donde podría terminar en la cárcel o asesinado.
Los mismos sentimientos comparten los africanos que actualmente se encuentran varados en Tijuana.
La activista Soraya Vázquez dice que lo que sucede ahora es una crisis global, por ello las autoridades “tienen que hacer” lo correspondiente al trabajo de atención a los migrantes y con el flujo actual de haitianos y africanos “parece que no lo están haciendo”.
De acuerdo a datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobierno (Segob), solamente 83 africanos fueron presentados ante el INM en Baja California hasta octubre del año pasado.
El delegado del Instituto Nacional de Migración en Baja California, Rodulfo Pacheco Figueroa no atendió la solicitud de entrevista hecha con más de un mes de anticipación para hablar al respecto.
Hugo Castro, coordinador de Ángeles de la Frontera, opina distinto a los políticos que no quieren ver llegar a más migrantes en el estado.
Para el activista binacional, más allá de una problemática, el encuentro entre africanos y haitianos en Baja California es un choque cultural que beneficia a ambas comunidades.
Se trata de encuentro y transmisión de culturas, porque tanto los migrantes africanos como haitianos han dejado parte de sus costumbres en esta región, y también se están llevando parte de la esencia de los mexicanos a donde quiera que vayan a parar.
Lo que no nos debe sorprender es que algunos africanos y haitianos decidan quedarse en Tijuana y echar raíces aquí, como en su momento lo hicieron los italianos y posteriormente los chinos que han ayudado a desarrollar la región.
*Fe de erratas: el artículo original decía que la Isla Seychelles se ubica en el lago Victoria. Ofrecemos una disculpa por el error.