Dicen los expertos en pandas
gigantes que estos animales sienten el mismo entusiasmo por el sexo que los
humanos por una endodoncia. Señalan su pobre libido como una de las principales
causas de su escasa reproducción –sin dejar de lado otros motivos, como el cada
vez más limitado territorio donde vivir–. Un letrero en el Chengdu Research
Base of Giant Panda Breeding, en la provincia de Sichuan, dice que “salvar al
panda gigante de la extinción es una situación de máxima urgencia”. Los pandas
no aprecian lo perentorio del asunto.
Los científicos chinos se aplican en
el tema con el objetivo de fomentar el apareamiento, son los más interesados
porque China es propietaria de todos los pandas del mundo, incluyendo los pocos
que han nacido en el extranjero: crías de padres que fueron prestados por
considerables sumas a zoológicos de otros países.
Las hembras entran en celo una vez al año, durante un breve periodo en la
primavera; son receptivas y fértiles de 24 a 72 horas. El macho debe aprovechar
el momento o esperar un año para intentarlo de nuevo. “Quizá no hay otro
mamífero que esté menos tiempo de humor para tener sexo que las pandas
gigantes”, publicó la revista Scientific
American.
Y si lo breve del celo no bastara,
además son selectivos y exigentes: los panda sólo quieren sexo cuando de verdad
se llevan bien con una pareja, y no se da con frecuencia.
El cautiverio tampoco ayuda. De
acuerdo con el director de un centro de investigación en Sichuan, menos del
cinco por ciento de pandas machos en cautiverio pueden aparearse naturalmente.
Otros investigadores dicen que las pandas cautivas a menudo son incapaces de
entrar en celo con regularidad; es decir, ni siquiera las pocas horas al año en
las que aparece la libido.
Como cereza en el pastel está el asunto
de la inocencia; el sexo entre pandas sucede de manera tan infrecuente que los
otros pandas casi nunca son testigos del acto. Situación que se traduce en
carecer de la mínima noción de cómo hacerlo, dicen los investigadores. Con la
esperanza de darles pistas, los científicos han adoptado la costumbre de
mostrarles “porno de pandas”.