DESDE ORIENTE MEDIO hasta el corazón de Europa, los países deben lidiar con un aumento enorme de gente desesperada que cruza sus fronteras, algunos huyendo para salvar sus vidas, otros escapando de la pobreza y en búsqueda de empleos.
La cantidad de gente forzada a huir de sus hogares es impactante. Según la agencia de refugiados de la ONU (ACNUR), hay 65.3 millones de personas desplazadas a la fuerza, incluidos 21.3 millones refugiados registrados que han huido de sus patrias para escapar de conflictos o persecuciones. “Además de los refugiados, hay 244 millones de migrantes internacionales —probablemente un cálculo muy bajo—, y si se les añaden los 750 millones de migrantes locales, se tienen 1000 millones de personas; eso es 1000 millones en nuestro mundo de 7000 millones”, dice William Lacy Swing, director general de la Organización Internacional de Migración (OIM). “Una de cada siete personas en el planeta está en condición migratoria”.
La ONU y Estados Unidos reunieron dos cumbres internacionales en septiembre para lidiar con lo que Swing llama la “megatendencia del siglo XXI… más gente en movimiento que en cualquier otro momento de la historia registrada”.
Aun cuando el historial de la ONU en resolución de conflictos no ha sido impresionante en años recientes (piense en Siria, Irak, Afganistán, Yemen, Sudán del Sur y demás), por lo general ha sido una fuerza importante en la atención a refugiados, una tarea compartida por agencias que incluyen al ACNUR, la organización sin fines de lucro por los niños, UNICEF, y la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
Pero desde las playas de Lesbos hasta los campamentos de refugiados en Kenia, Turquía y Jordania, las agencias de la ONU ahora están abrumadas. Al mismo tiempo, hay una reacción negativa contra los recién llegados en Estados Unidos y Europa, con esta última en medio de una baja económica que ha visto aumentar mucho los impuestos de sus servicios básicos.
La inmigración y los refugiados han sido un asunto importante en la elección presidencial de Estados Unidos, con el candidato republicano Donald Trump prometiendo construir un muro en la frontera sur con México para impedir que los inmigrantes entren ilegalmente al país y negarles la entrada a los refugiados sirios y otros musulmanes. “La narrativa migratoria al momento es tremendamente tóxica”, dice Swing. “Es la ironía cruel que la gente que huye del terror sea luego acusada de ser ella misma terrorista”.
Convencer a 193 naciones de acordar la mejor manera de manejar los problemas pareados de los migrantes y los refugiados no fue fácil; aun cuando los refugiados ya tienen protección legal y derechos bajo las convenciones internacionales, no hay tal consenso para los migrantes económicos, y muchos países ricos se resisten a cambiar eso.
Los negociadores clave de la Declaración de Nueva York sobre Migrantes y Refugiados de la ONU fueron la embajadora jordana Dina Kawar —preocupada por los millones de refugiados que entran en Líbano, Turquía y Jordania desde Siria, Irak, Afganistán y África— y el embajador irlandés David Donoghue, cuyo enfoque principal es el flujo de gente a la Unión Europea.
Donoghue concede que hubo menos compromiso en el acuerdo final de la ONU del que él esperaba. “Inevitablemente, en una negociación como esta, entre 193 Estados miembros no vas a ser capaz de mantenerte en el punto más alto del fervor moral”, dice. “Vas a tener que aceptar que algunos Estados miembros tienen preocupaciones, y se diluyó un poco”.
Entre los principales avances, dicen los negociadores, estuvo el haber sido capaces de llegar a un acuerdo en cuanto a colocar a los migrantes, no solo los refugiados, dentro del ámbito de la ONU.
El documento resultante, de 22 páginas, que forma la base de este nuevo acuerdo, se compone de 12 páginas más dos anexos —uno para refugiados y otro para migrantes— y establece una agenda de dos años para negociar acciones específicas. “Las negociaciones comenzarían a principios de 2017 y continuarían hasta una conferencia intergubernamental en 2018”, dice Donoghue, “pero ya hemos hecho mucho del trabajo preliminar para ese compacto global sobre migración porque el anexo del que hablamos establece cierta cantidad de elementos clave”.
Entre esos elementos: programas para que los países absorban migrantes y protecciones para ellos; estipulaciones para educar niños migrantes, y medios de compartir cargas en lo tocante a poblaciones migrantes existentes. Aún más, el documento argumenta a favor de que los migrantes tienen un efecto positivo en la sociedad.
Algunos países se resistieron a ese lenguaje, dice Donoghue (se negó a decir cuáles), pero otros estaban determinados a incluirlo. “Permítame ponerlo de esta manera: los defensores de la migración en el sentido más amplio, tras muchos años en la ONU, han incluido a Bangladés, México, Suecia y otros más.
“La migración hasta ahora nunca había sido abordada en la ONU porque era vista como un asunto de soberanía nacional”, añade.
COMPROMISO: “Inevitablemente, en una negociación como esta, entre 193 Estados miembros, no vas a ser capaz de mantenerte en el punto más alto del fervor moral”, dice el embajador irlandés David Donoghue sobre el acuerdo de la ONU. Foto: MOHAMMED ELSHAMY/ANADOLU/GETTY
El acuerdo también enfoca la atención en los refugiados y les recuerda a las naciones que no pueden, bajo la ley internacional, enviar a la gente de vuelta a su país si temen persecución y enfatiza que a los refugiados debería dárseles trabajo y educación a sus hijos. También insta a los países a aceptar a sus ciudadanos de vuelta si no cumplen con los requisitos de asilo.
Otro asunto polémico fue cómo manejar a personas desplazadas internamente. “Las PDI tienen que ver con la soberanía”, dice Leonard Doyle, portavoz de la OIM, “un hueso muy duro de roer cuando se trata con el sistema de la ONU porque, por definición, suceden dentro del territorio de una nación”.
La actitud de algunos representantes de países, dice, fue el equivalente de “ni siquiera piensen en estacionarse en ese lugar”, por lo que el documento simplemente señaló que otras metas de desarrollo de la ONU reconocen la necesidad de atender a las PDI y evitar las raíces del problema.
Cuáles países cambiaron qué durante las negociaciones refleja las profundas divisiones sobre el tema. Kawar y Donoghue dicen que las discusiones fueron intensas: se debatió cada palabra, y algunas cosas simplemente estuvieron vedadas.
Cuando las negociaciones comenzaron, hubo planes de tener propuestas concretas para reubicar a los refugiados y compartir la carga de los nuevos alrededor del orbe, dado que 86 por ciento de los refugiados están en el mundo en desarrollo. Muchos defensores de la migración y los refugiados querían promesas específicas de reubicar a una décima parte de los refugiados, pero ello se topó con la resistencia de varios países, incluida Rusia. El acuerdo final simplemente tiene un compromiso vago de “cooperación”.
El lenguaje de los derechos humanos también fue suavizado. “Siempre vas a tener tensión en una negociación como esa entre el norte global, el cual tiene una opinión fuerte de los derechos humanos”, dice Donoghue, y los países que tienen problemas de abusos a los derechos humanos.
Estados Unidos no estuvo muy complacido, dicen los organizadores, con que algunos de los compromisos se diluyeran y al principio planeó una cumbre sobre los refugiados el mismo día de la cumbre de la ONU. Después de mucho darle vueltas, Washington aplazó la fecha de su reunión un día, para que las conferencias se complementaran entre sí. Estados Unidos reuniría a países que accedieran de antemano a hacer una contribución en una de las áreas a reformar.
La Cumbre de Líderes sobre Refugiados encabezada por Estados Unidos tuvo como coanfitriones a Canadá, Etiopía, Alemania, Jordania, México y Suecia. Según la Casa Blanca, 52 países y organizaciones internacionales asistieron y prometieron aumentar sus contribuciones financieras actuales a los llamados de la ONU y las organizaciones humanitarias internacionales en 4500 millones de dólares más que el año anterior, duplicar la cantidad de refugiados que se reubicarían o admitirían legalmente en 2016 a 300 000, mejorar el acceso a la educación para un millón de niños refugiados mundialmente y dar asistencia legal a otro millón de adultos.
El destino de los niños fue una preocupación en particular en las dos cumbres, y aun cuando a Estados Unidos le gustaría ser visto como un líder en asuntos de refugiados, grupos de derechos humanos criticaron al país por su postura en un área: la detención de niños migrantes, muchos de ellos sin acompañantes que huyen de la violencia en Centroamérica.
Un borrador temprano del documento de la ONU decía que la detención de menores, ya sea por no tener acompañantes o basado en el estatus migratorio de sus padres, nunca va en el mejor interés de los niños. Ello fue cambiado a “raramente” por Estados Unidos, para disgusto de 35 organizaciones no gubernamentales, incluidas Oxfam America, Human Rights Watch y Amnistía Internacional USA.
“El punto de inicio —dice Wendy Young, directora ejecutiva de Niños en Necesidad de Defensa— es que la detención no va en el mejor interés de los niños”.
Young, quien fue coanfitriona de una “cumbre en la sombra” sobre niños al margen de la cumbre de la ONU, dice que Estados Unidos ha avanzado un poco en el manejo de los niños, pero todavía considera a los que provienen de Centroamérica como migrantes en vez de refugiados, y necesita reconocer que “la violencia en Centroamérica genera una situación de desplazamiento forzoso”. Aun cuando ella elogia al presidente Barack Obama por convocar la cumbre de refugiados, comenta: “Mientras dices lo que debe decirse, también debes hacer lo que debe hacerse”.
“Tenemos una crisis de refugiados en marcha en nuestra propia puerta trasera”, concluye. Y Estados Unidos ha respondido con “señales encontradas”.
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Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek