Para Jorge Alberto Gudiño Hernández, la novela policiaca “contribuye a algo a lo que no alcanza a llegar el periodismo”, es decir, “ayuda a configurar el relato completo de lo que está sucediendo”.
Entrevistado por Newsweek en Español, el escritor mexicano abunda: “El periodismo nos da cuenta de la realidad mexicana sobre qué sucedió, cómo sucedió, dónde sucedió, pero solo hace hipótesis, especula alrededor del porqué las cosas sucedieron, y ese porqué de las cosas está inserto en la mentalidad de las personas que participaron. Cuando la literatura nos permite, sobre todo la ficción, volver personajes a estas personas, entonces es fácil indagar en las razones que tuvieron, en los porqués, y esos porqués, al final, nos ayudan a configurar el relato completo de lo que está sucediendo”.
Publicada bajo el sello editorial Alfaguara, Gudiño Hernández recientemente presentó su más reciente novela, Tus dos muertos, la cual está completamente posicionada dentro del género policiaco, es decir, tiene un crimen, una investigación, un investigador y una resolución.
La obra cuenta las correrías de Cipriano Zuzunaga, un policía judicial caído en desgracia a quien se le ha encomendado que investigue un particular delito cuya víctima es un personaje tan poderoso como lo puede llegar a ser el hijo de un diputado. Ya sea para entretener el tedio, para recuperar el poder que alguna vez tuvo o para enfrentarse a sus propios demonios, decide emprender la indagatoria. Zuzunaga ignora, empero, que la búsqueda de los criminales sacará a flote su pasado, un sitio por donde pocos querrían transitar, pues la justicia tiene tanto de caída como de redención.
“La novela policiaca no puede abarcar la brutalidad de la realidad mexicana y ni siquiera puede desfogarla del todo —manifiesta el escritor—. A veces hasta parece un poco ingenuo escribir una novela mexicana viendo los casos de criminalidad que podemos ver en los noticiarios y en la prensa. Ni siquiera buscamos complementarla, en alguna medida apenas nos conformaríamos quizá con entender por qué suceden las cosas. Y creo que a eso ayuda la ficción”.
Foto: Antonio Cruz
—¿Es más brutal la realidad del México de hoy que la ficción de la novela policiaca?
—Lo es en la medida en la que la realidad afecta a las personas. Eso no quiere decir, por ejemplo, que no haya novelistas que hayan diseñado crímenes terribles o que hayan llevado a los seres humanos a niveles insospechados de violencia. Pero es una violencia que no causa un daño a ninguna persona, es una violencia, en ese sentido, casi estéril: uno sí se puede emocionar, entusiasmar, sufrir, cuando lee una novela, pero no es nada comparado con quien es víctima en verdad de un crimen.
Cuando comenzó a escribir Tus dos muertos, el autor también se planteó añadir elementos que no necesariamente estuvieran vinculados con el género policiaco y que como escritor pudieran llevarlo más allá: “Una de esas cosas tenía que ver con que la novela funcionara para el personaje al margen de la investigación. Al excomandante Cipriano Zuzunaga no le interesa resolver el caso, no es algo que lo preocupe, pero ese caso llega en un momento complicado de su vida, cuando está luchando con su pasado y está viendo cómo llevar a mejor puerto la relación con su hija, y es también un momento en el que de pronto se le aparece alguien más en su vida. Entonces, esa historia me interesaba al mismo nivel en que me interesaba la parte policiaca, y quería que las dos cosas funcionaran de manera paralela, entremezclado todo, pero como dos planos discursivos diferentes, que es algo que me importa mucho porque el medio está saturado de novelas, narraciones, series y películas policiacas”.
Gudiño Hernández conduce en Radio Red, desde 2004, La tertulia, una revista radiofónica dedicada a la literatura. También es colaborador de diversos medios impresos y digitales y dedica una buena parte de su tiempo a la docencia universitaria. Su primera novela la publicó en 2010, Los trenes nunca van hacia el este. Con su segunda obra, Con amor, tu hija, obtuvo el Premio Lipp de Novela. Y asimismo es autor de Instrucciones para mudar un pueblo y Justo después del miedo, la cual “se acerca más a lo que sería una novela negra no policiaca”.
Foto: Antonio Cruz
—¿No es lo mismo, Jorge Alberto, la novela policiaca que la novela negra?
—Sí y no, dependiendo de quién lo diga. Me parece que sí puede haber una sinonimia semántica, pero no necesariamente es lo mismo. La novela negra contiene la policiaca casi por completo, aunque la policiaca no contiene necesariamente la negra. Las novelas negras son oscuras, hay crímenes, intentan retratar una sociedad muy decadente y cosas por el estilo, pero no necesariamente hay una investigación, ni un policía, ni se resuelve el crimen. En ese sentido, creo que mi novela anterior, Justo después del miedo, se acerca más a lo que sería una novela negra no policiaca, una novela negra pura, y Tus dos muertos sí es una novela policiaca que, desde cierta perspectiva, algunas personas, algunos catalogadores, algunos libreros, incluso, ponen junto a la negra sin ningún problema. En realidad es un asunto de etiquetas que no me preocupa demasiado, a mí me gusta que las novelas funcionen.
—¿En qué medida Cipriano Zuzunaga es un representante de los policías de México?
—En muy buena medida, al menos en la medida del ejercicio del poder. Cipriano Zuzunaga es un comandante defenestrado al que se le mandó de castigo irse a patrullar en la Ciudad de México, y ejerce el poder a su medida: cobrar cuotas a vendedores ambulantes, a limpiaparabrisas, a tragafuegos y a toda esa sociedad indefensa. Que él ejerza el poder con los más desprotegidos pinta muy bien cuál es su actitud, pero finalmente lo ejerce de esa manera porque tiene que rendirle cuentas a su jefe. En ese sentido, me parece que pinta la problemática de corrupción de las fuerzas policiacas.
—¿Como autor cuál consideras la lección más importante que te dejó la escritura de este libro?
—Me dejó varias, como comprobar que sí puedo escribir una novela policiaca, es algo que yo no sabía, cuando me lo planteé pensé que quizá no podría hacerlo. Otra es que toda la obra está escrita en segunda persona, algo que hasta donde yo he leído no ha sucedido en ninguna otra novela policiaca, y me interesó mucho ver cómo le iba yo añadiendo esos elementos formales. Y en tercer lugar me parece que logré, al menos es mi impresión, contar una historia que relaciona de manera casi física el ritmo de la prosa con el de la trama; me ocupé de contar la historia con muy pocas palabras, con frases muy breves cuando la intensidad era mayor, con frases más largas cuando la intensidad era menor. Hice estos ejercicios que quería ver si podía llevar a buen puerto, y bueno, no sé si lo logré, eso lo decidirán los lectores. Pero a mí me funcionó como un proceso de aprendizaje. N