La aprobación de legisladores de Morena, Verde, PT y MC a iniciativas de ley de Claudia Sheinbaum para que en nuestra CURP se incluyan datos biométricos (pupila e iris de nuestros ojos, voz, rostro, huellas); para obligar a prestadores de servicios (de transporte, hospedaje, médico u hospitalario, de telefonía) a dar acceso a nuestros datos personales, incluyendo geolocalización en tiempo real, cuando lo solicite un burócrata (del Ejército, la Marina, la Guardia Nacional, la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones), sin que la solicitud la apruebe antes un juez, tiene propósitos que van más allá de buscar desaparecidos o investigar actividades ilícitas. La nueva legislación coincide con tácticas de dictaduras de izquierda o derecha de hoy (China, Cuba, Corea del Norte) o anteriores (Alemania nazi, la Rusia estalinista, Chile de Pinochet) respecto al acceso de datos personales. Sea con espías personales, hoy cibernéticos.
Acá, la 4t desapareció al INAI: desde 2002, a propuesta ciudadana, era el organismo constitucional autónomo que garantizó el cumplimiento del acceso a la información pública. También protegió los datos personales, privados, de la población. Si alguien solicitaba información sobre el ejercicio de recursos públicos o de actos, de cualquier autoridades, órganos autónomos, partidos políticos, fideicomisos, fondos públicos y sindicatos, el INAI, y los respectivos organismos estatales, tenían obligación de proporcionarla. Y evitaban el acceso a datos personales privados de la población; los protegía con celo. Esto lo destruyó la 4t.
Ahora restringen el acceso a la información pública. Desde Obrador datos relevantes son de seguridad nacional, para impedir conocer uso y destino de recursos públicos. En contra, se aseguran el acceso a nuestros datos personales privados, sin control judicial; éstos quedaron desprotegidos. Los datos públicos son privados, y los datos privados son públicos. Además, la 4t está aprobando en entidades reformas para espiar, amordazar y sancionar a periodistas, comentaristas, empresarios o ciudadanos comunes que emitan opiniones incómodas a algún gobernador o legislador morenarco. Ya sancionan.
Yuval Harari, en su último libro, “Nexus. Una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA”, constata coincidencias entre dictaduras de izquierda y de derecha. Describe cómo la red informática altera casi todas las estructuras de poder. “Las democracias temen el auge de nuevas dictaduras digitales. Las dictaduras temen la aparición de agentes que no saben cómo controlar. Todos deberían preocuparse por la desaparición de la privacidad y la expansión del colonialismo de datos”. Y pregunta: ¿qué implicaciones tiene para los humanos vivir en la nueva red informática como una minoría con cada vez menos poder? ¿Cómo nos sentiremos si millones de entidades no humanas pasan a vigilarnos, guiarnos, inspirarnos o castigarnos?
Harari prevé escenarios: Los ingenieros de gobiernos autoritarios podrán desarrollar nuevas herramientas para incrementar el poder de la autoridad central vigilando ciudadanos las 24 horas. Los que trabajan en sistemas democráticos podrán desarrollar nuevas herramientas para reforzar mecanismos de autocuidado de la sociedad, mediante la denuncia de corrupción gubernamental o malas prácticas empresariales.
“Necesitamos conocer el potencial político de las computadoras. A diferencia de la imprenta o la máquina de escribir, las computadoras pueden tomar decisiones y generar ideas por sí mismas”. En las democracias se han establecido límites legales para proteger la privacidad y los derechos personales. En dictaduras no tienen que sortear barreras legales. Acá el obradorato las eliminó. Y hoy una red informática puede seguir a todos las 24 del día. Con nuestros teléfonos le llevamos a donde quiera que vayamos. La red se convirtió en el nexo de buena parte de las actividades humanas.
“No podemos escondernos del ojo que nos vigila desde las nubes”. Para eso la 4t quiere nuestros datos. ¿Sabremos cuidar nuestra privacidad y desmontar dictadura? N