Amigas y amigos lectores:
Me llena de entusiasmo compartir con ustedes algunas conclusiones que nos ha dejado la anterior convención de FCI —Front Consulting International— en Portugal, junto con la experiencia que hemos podido acumular en todos estos años de trabajo con los empresarios de las franquicias latinoamericanas.
Y la primera, y más importante, es que en nuestros países tenemos lo mejor de los dos mundos en el tema de franquicias (y en muchos otros temas).
Nos han vendido ideas, desde que éramos niños, relacionadas con lo complicado que es hacer negocios en nuestros países: la corrupción, la desigualdad, la falta de oportunidades y un sinfín de etcéteras. Y sí, mucha gente lo cree a tal profundidad que se ha acostumbrado a esto al grado de esperar que las dádivas de los gobiernos en turno sean suficientes para subsistir.
Es muy fácil que estas ideas nos llenen la cabeza y que dejemos de crear, de desarrollar negocios, de inventar cosas, cuando en realidad tenemos el potencial increíble de hacer investigación, desarrollo e innovación, mejor que países “desarrollados”, aprovechando la herencia y la mezcla de dos culturas que dejaron en los pueblos latinoamericanos una alegría, una filosofía de servicio y un entusiasmo que es raro encontrar en otras naciones.
CALIDEZ COMO VALOR PROPIO
Por eso nuestras franquicias pueden ser muy competitivas. Cuando hacemos los procesos adecuados, lo sabemos hacer muy bien: con orden, disciplina, estandarización, estrategia y, además, con un gran valor agregado: calidez. Sí, exacto, esa palabra que para los latinos es algo que tenemos siempre, esa alegría por vivir, por servir y por ver que les vaya bien a nuestras familias, a nuestros amigos y, en general, a nuestra comunidad.
Es una batalla que a veces percibo que perdemos, no sólo en el ámbito empresarial, también en el familiar, social, cultural, espiritual y en otros. Ahí surge mi entusiasmo por sensibilizar y convencer a los franquiciantes y franquiciatarios —sobre todo los de México, que es donde está mi principal influencia— de lo importantes que son las franquicias en Latinoamérica y lo competitivas que pueden ser a nivel mundial. Al llevar esta filosofía de servicio y de productos que en sí tienen esencia, tienen folclor, tienen el gusto de quien produce o prepara (por ejemplo, la comida mexicana, que está de moda en el mundo y que se mezcla, varía, se mejora), eso hace que la gente la disfrute, encuentre un momento de felicidad y, tal vez, de paz.
Nuestras franquicias, entonces, tienen lo mejor de los dos mundos. Y si confiamos y trabajamos con esa base que tiene el modelo de franquicia (marca, tecnología, estandarización + rentabilidad) y la calidez como valor propio, sin duda los próximos años serán de las marcas latinoamericanas.
COLOFÓN: Triste ver cómo la influencia internacional, por un lado, y la nacional, por otro, están generando que nuestra economía se ralentice. Es momento de que las familias de los migrantes en México tomen decisiones más profundas sobre el recurso que les mandan nuestros paisanos cada mes y se acerquen al modelo de franquicia. Un llamado también a los gobiernos que sí quieren hacer algo por la gente, para que se acerquen con nosotros y veamos cómo podemos hacer estrategias juntos con este modelo tan exitoso: el de la franquicia, que permite tener un negocio operando rápidamente y con bajo riesgo.
Un gran ejemplo, desde hace varios años, nos lo da el estado de Aguascalientes, que es testimonio de lo valioso que puede ser el modelo de franquicia, tanto para invertir como para apoyar a sus empresarios locales en fortalecerse y competir después. Mi llamado respetuoso.
Por Ing. Héctor F. Alcázar Córdova, CEO de ALCÁZAR & COMPAÑÍA